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La Universidad Santiago de Cali lanzó su cervecería Usaca. Iniciaron con 6 cervezas y planean extender su portafolio.

NEGOCIOS

Las nuevas líneas de negocio que están desarrollando las universidades

Universidades en todo el país están estrenándose en negocios diferentes a la educación, gracias a una ley que les permitió crear spin-offs. Estas son sus historias.

30 de noviembre de 2020

Que una universidad colombiana decidiera entrar al negocio de la producción y venta de cervezas dejó a más de un colombiano con la boca abierta. Y no es para menos.

Este caso se presentó hace unos días en la Universidad Santiago de Cali, que lanzó con bombos y platillos su Cervecería Usaca. Se trata de una marca basada en investigación interdisciplinaria, coordinada con varias facultades, que requirió investigación y desarrollo, y ya es una realidad.

La oferta es variada e incluso le apunta a competir en las grandes ligas cerveceras. La marca lanzó seis sabores y está comercializando los productos a través de su página web. No obstante, su plan es ganar terreno en el mercado y llegar a todo el territorio nacional, ya sea mediante la venta directa al cliente, como a través de distribuidores que apuesten por comercializarla.

Llegar a este punto no fue tan sencillo como suena. De hecho, involucró a docentes y estudiantes de la Facultad de Ciencias Básicas, quienes en sus prácticas hallaron un producto potencialmente atractivo para el mercado.

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El proceso tomó fuerza al punto que se unió también la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales, con el fin de desarrollar un estudio de mercado. 

De ahí en adelante bastó con alinearse con la Dirección General de Investigación, la Facultad de Derecho, el Departamento Jurídico, la Unidad de Comunicación y la Facultad de Ingeniería. En conjunto, desarrollaron la cervecería, de la que todos están hablando.

‘Mentor’, el programa de la Universidad Nacional para impulsar spin-offs académicos.

“Partimos de la investigación, el uso de tecnología avanzada y la innovación, convirtiendo todo ese saber y toda esa teoría académica en algo real y tangible. Eso genera una de las mayores expectativas: ver cómo la academia logra trascender las aulas de clase y los laboratorios y sale al mercado”, le dijo a Dinero el rector de la Universidad, Carlos Andrés Pérez.

Sin dudas, se trata de una apuesta retadora y con muchos réditos que tiene su origen en la ley 1838 de 2017, que promueve la creación de empresas de base tecnológica en entidades de educación superior. Su desarrollo puede ser, además, una solución para los estudiantes, los investigadores e incluso para las mismas universidades.

Los otros proyectos

Datos de Spinoff Colombia, un acelerador de empresas que nacen de las universidades, indican que todo comenzó en 2012, cuando investigadores de la Universidad de Antioquia se preguntaron si era viable dar el salto de los salones y laboratorios a la práctica. 

Ese sueño, que cumplió ocho años, ya tiene seis programas ejecutados, 1.500 instituciones de educación superior impactadas, 1.000 investigadores activos, 19 empresas aliadas y 22 spin-offs acompañadas. 

Los ejemplos son de todos los sabores y colores. Por ejemplo, la Universidad CES de Medellín creó una unidad de toxicidad in vitro, que evalúa productos e ingredientes con potencial uso en humanos. Esta misma institución puso en marcha una aplicación que funciona como consultorio pediátrico.

La Universidad Piloto de Colombia montó una consultora con la cual asesora empresas y entidades en relación con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Por otro lado, la Universidad de Antioquia desarrolló antivenenos para contrarrestar el efecto en la salud de las picaduras de algunos animales. 

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Esto no para ahí. La Universidad Tecnológica de Pereira puso en marcha ‘Bid Data’, un desarrollo para el procesamiento masivo de datos con inteligencia artificial, geocomputación y estadísticas, entre otras. 

La Universidad Nacional no se ha quedado atrás. El próximo primero de diciembre lanzará el programa Mentor, un acompañamiento orientado a que el conocimiento, generado en la sede Bogotá de la universidad, llegue a la sociedad a través de emprendimientos tipo spin-off. 

A pesar de que se revelará al público en las próximas semanas, su operación en la práctica viene desde el año pasado. Incluso, el acompañamiento que el programa les ha dado a docentes e investigadores es una realidad, con más de 15 proyectos de base científica y tecnológica. 

Los desarrollos van desde ‘apps’ de medicina hasta evaluación de productos para consumo humano, e incluso telecomunicaciones, automatización e Internet de las cosas (IoT).

El portafolio es tan variado como la oferta académica de la universidad. Hay iniciativas para gestionar la calidad en la generación de energía limpia, regenerar tejidos a base de colágeno, resolver necesidades en torno a temas de tecnología e innovación, y desarrollar empaques poliméricos para frutas de exportación, entre otras.

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El desarrollo de estos proyectos les ha permitido a las instituciones educativas tener un bálsamo, en tiempos en que la pandemia del coronavirus les ha puesto en jaque sus finanzas. Por eso, no es de extrañar que en 2021 el país siga conociendo proyectos que nacen en las aulas de clase y llegan al mercado a competir con los grandes.

Dos de estos provendrán, justamente, de la Universidad de Cali, que prevé lanzar una planta de productos farmacéuticos y una línea de fabricación de bicicletas eléctricas.

En buena hora, la academia da ejemplo de aumentar y diversificar productos y mercados. Y los colombianos terminarán siendo los más beneficiados.