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"LOS GOBIERNOS DEBERIAN SUSPENDER EL PAGO DE LA DEUDA"

13 de junio de 1983

CELSO FURTADO
El jueves de esta semana se reúne en Bogotá una conferencia internacional en la que participarán Carlos Lleras Restrepo, Celso Furtado y otros destacados economistas. El tema será la deuda externa de Latinoamérica y las posibilidades de concertar una política económica conjunta para encarar la crisis. Se tratará, además, de definir una plataforma común que pueda ser presentada a los gobiernos de la región. SEMANA entrevistó con este motivo, en París, a Celso Furtado. Nacido en 1920, en Brasil, él es abogado-economista y es considerado como un gran teórico del desarrollo y de la dependencia. Autor de varios libros, Furtado ha trabajado con la Cepal y en varios organismos de las Naciones Unidas. Lo que sigue son los principales apartes de la charla con nuestro corresponsal José Hernández.

SEMANA: ¿Esta movilización de intelectuales y personalidades no gubernamentales podría significar que los gobiernos no están a la altura de la situación?
CELSO FURTADO:
Los gobiernos están paralizados porque le están haciendo frente individualmente a los mismos problemas y luego porque frente a la gravedad de la situación, sus esfuerzos se limitan a tratar de evitar, cada mes, las dificultades con los bancos internacionales.

S.: Políticamente, ¿qué tendría que afirmar en la reunión de Bogotá?
CF.: Que no es posible que los países latinoamericanos se sometan al dictamen de algunos bancos internacionales y a las normas del Fondo Monetario Internacional que están, de hecho, reduciendo la actividad económica, el nivel de consumo, las inversiones y generando desempleo con el único fin de aumentar ciertas exportaciones para reembolsar las deudas.

S.: A tasas de interés cada vez más altas, para pagar sus deudas, ¿qué medidas tendrían que adoptar, concretamente, los gobiernos para superar esa situación?
C.F.: Los gobiernos deberían suspender el pago de la deuda y de sus intereses y lanzar, simultáneamente, una acción política internacional ante los gobiernos acreedores. No ante los bancos.

Esta acción internacional tiene que afirmar que América Latina quiere pagar sus deudas pero teniendo en cuenta la brutal transformación del contexto internacional. Las deudas fueron, en efecto, contraídas cuando los países conocían una economía en expansión, sus materias primas se cotizaban a precios relativamente elevados y las tasas de interés eran bajas. Hoy la situación es fundamentalmente diferente: el comercio ha decrecido, los precios de nuestros productos se degradan y los países ricos erigen barreras proteccionistas cada vez mayores. Los países latinoamericanos tiene que explicar que si suspenden el pago de sus deudas y de sus intereses no es con el fin de iniciar una guerra económica sino porque, frente a la recesión mundial y a las prácticas proteccionistas, quieran poner orden en sus economías.

No concibo que sean, precisamente, los países que no pueden emitir dólares y que no tienen capacidad para crear liquidez, los que tengan que ayudar a los bancos internacionales.

S.: ¿Excluir, pues, el proteccionismo?
C.F.: Proteccionismo es un concepto que en este caso resulta inadecuado, los países de América Latina no tienen capacidad de formar mercados y carecen de fuerza para transformar el sistema internacional.

Es evidente, que el modelo de desarrollo abierto que practicaron Chile y Argentina, por ejemplo, está condenado. Parece evidente, igualmente, que un gobierno que no goza de una legitimidad popular y que está torturando a su población no podrá lanzar ninguna iniciativa capaz de movilizar el continente para tratar de renegociar su deuda en el sentido que ya indiqué.

S.: ¿Las divergencias políticas del continente no pueden frenar las iniciativas que podrían surgir en Bogotá?
C.F.: Sobre este punto el continente está unido. El endeudamiento afecta tanto a Cuba como a Chile, para citarle dos extremos. Tampoco creo que la situación en América Central, por grave que sea, tenga alguna incidencia. Los países de América Central también se encuentran endeudados. Costa Rica fue, incluso, el primer país que declaró una moratoria.

Creo, por el contrario, que la deuda ha debilitado tanto a los países latinoaméricanos que está haciendo más difícil una acción política en América Central. El mejor ejemplo lo suministran México y Venezuela, países que tienen un papel fundamental en la búsqueda de una solución pero que no logran negociar con los Estados Unidos a causa de sus dificultades económicas.

S.: ¿Qué lo hace pensar que las decisiones que serán tomadas en Bogotá, inspirarán una política común por parte de los gobiernos latinoamericanos?
C.F.: Creo que los gobiernos son concientes de la gravedad de la situación y del hecho que sus poblaciones no podrán soportar, indefinidamente, los actuales sacrificios. Existe, asimismo, la dimensión regional que ha alcanzado este debate y, gracias al encuentro de Bogotá, su carácter público.

Pienso, por otro lado, que cada día se tiene mayor conciencia de que cualquier solución no puede venir ni de los bancos acreedores ni de los países ricos. Salvaguardar sus economías nacionales es un acto político corajudo que incumbe a los gobiernos latinoamericanos. Colombia tiene el inmenso mérito de permitir que los pensadores latinoamericanos se encuentren para discutir sobre esos problemas. Falta ver si un gobierno influyente en el continente toma una iniciativa política a la cual los demás países adherirían. La gravedad de la situación requiere que ese papel histórico sea asumido lo antes posible.