ESPECIAL PATRIMONIO

Los años silentes del cine

La Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano acaba de sacar un estuche con 10 DVD que reúnen buena parte de la producción del cine mudo en el país durante los años 20.

22 de septiembre de 2009

“Muchos creen que en Colombia el cine nació hace unos años con la Ley del cine o con Focine. Sin embargo, la historia del cine nacional es tan rica y tan amplia, como triste y compleja, y en entender lo que nos ha sucedido, lo que hemos logrado, lo que fuimos comparativamente en las mismas épocas con respecto a otras cinematografías latinoamericanas e incluso industriales, está la clave para poder recorrer un camino en el cual esquivar con mayor inteligencia los problemas que con seguridad vienen”, así resume el pasado del cine silente colombiano el crítico y fundador de Laboratorios Black Velvet, Jaime Manrique.
 
Quizá en sus palabras estén muchas de las claves para comprender que aunque Colombia nunca ha sido una potencia fílmica sí cuenta con una rica historia que comenzó en los años 20 gracias al genio de los hermanos Acevedo y Di Domenico.

La memoria del cine nacional tiene varias actas de nacimiento: en 1919 los hermanos Di Domenico proyectaron una suerte de documental sobre la coronación de la Virgen de Chiquinquirá, cuyo éxito les hace pensar a estos inmigrantes italianos, que producían hasta entonces noticieros, en la posible creación de una fábrica de películas nacionales.
 
Pero no sería hasta 1922, cuando se proyecta el primer largometraje de ficción colombiano. Se trató de la adaptación de María, de Jorge Isaacs, dirigida por Máximo Calvo y Alfredo del Diestro. De esa película hoy apenas quedan 25 segundos.

Sin embargo, para muchos, el largometraje La tragedia del silencio, realizado en 1924 por Arturo Vallarino, supone el primer hito del cine nacional del cual existen pruebas hasta hoy.
 
De ahí en adelante, directores como Arturo Acevedo, con Bajo el cielo antioqueño, de 1925 o Alma provinciana, de Félix Rodríguez, se constituyen en pruebas de una producción olvidada por muchos, pero hoy recuperada gracias a la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano que desde 1986 se ha impuesto la tarea de recuperar y restaurar piezas como Garras de oro, de P.P. Jambrina o Aura y las violetas, de Pedro Moreno.

Hace dos semanas, la Fundación, con el amparo de la Alcaldía Mayor de Bogotá y la Fundación Gilberto Alzate Avendaño, lanzó un estuche de 10 DVD que recuperan algunas de estas películas, para tratar de acercar más al público a la historia del cine colombiano.
 
En general, estos largometrajes y documentales dan cuenta de un país aún rural, cuyas tramas obedecían a preocupaciones de talante costumbrista, y que buscaban reflejar un país en crecimiento. Pero también hay dramas sicológicos tales Como los muertos, de Pedro Garzón y Vincenzo Di Domenico, una historia sobre un leproso que se vuelve loco, llevándose al infierno de la insania a su mujer.

Para David Melo, director de cinematografía del Ministerio de Cultura, “esta colección, más allá de la ingenuidad técnica o estética de las películas nos revela a creadores realmente valientes que contra viento y marea sentaron las bases de lo que tenemos actualmente. Para bien o mal, a esa historia le debemos mucho de nuestro presente”.