CULTURA

Murió Rogelio Salmona, un ícono de la arquitectura y el urbanismo de América Latina

El autor de maravillosas obras como la Casa de Huéspedes Ilustres, en Cartagena; el Museo de Arte Moderno y la Biblioteca Virgilio Barco, en Bogotá, falleció a los 78 años, como consecuencia de un cáncer. Adiós a uno de los grandes artistas contemporáneos del país.

3 de octubre de 2007

El nombre de Rogelio Salmona simboliza lo mejor de la rica arquitectura colombiana. Pocos hombres como él tuvieron el talento para complementar los paisajes nacionales con sus magníficas obras. Tras una prolongada lucha contra el cáncer, el creador falleció a los 78 años de edad.

Nacido en París en 1929 siempre se consideró colombiano, pues siendo niño viajó al país. Estudió en la Universidad Nacional de Colombiay hace un tiempo el Museo de Arte Moderno de Bogotá presentó una retrospectiva de la obra de Rogelio Salmona, que SEMANA definió como un homenaje “al gran arquitecto del último siglo en Colombia”.

A continuación el texto de esa retrospectiva que sintetiza lo mejor de este hombre que hoy descansa en paz.

El nombre de Rogelio Salmona simboliza lo mejor de la rica arquitectura colombiana. Pocos hombres como él tuvieron el talento para integrar a los paisajes naturales sus magníficas obras. Tras una prolongada lucha contra el cáncer, el creador falleció a los 78 años de edad.

Nacido en París en 1929 siempre se consideró colombiano, pues siendo niño viajó al país. Estudió en la Universidad Nacional de Colombia y hace un tiempo el Museo de Arte Moderno de Bogotá presentó una retrospectiva de la obra de Rogelio Salmona, que en su momento se definió como un homenaje “al gran arquitecto del último siglo en Colombia”.

Esa retrospectiva sintetiza lo mejor de este hombre que hoy descansa en paz.

“Poesía, la arquitectura es poesía, algo muy sentido que se traduce mediante una metáfora construida”. Así definía Rogelio Salmona el oficio que desde hace más de 50 años ha desarrollado sin cansancio. Sus palabras, que para muchos constructores mercantilistas de hoy podrían parecer exageradamente románticas, demuestran que no sólo la estética y la funcionalidad son importantes cuando se construyen edificios. También son primordiales aspectos intangibles de una sociedad como lo es su cultura. Ese es precisamente el principal aporte que hizo Salmona a la arquitectura, lo que el mismo llamó “la poética del lugar”.

El Museo de Arte Moderno de Bogotá, con el apoyo de los Ministerios de Cultura y Relaciones Exteriores y la Sociedad Colombiana de Arquitectos, inauguró la retrospectiva Espacios Abiertos/Espacios Colectivos, una exposición que recorre las diferentes facetas del trabajo de uno de los arquitectos colombianos más influyentes del último siglo en el país.

“Esta exposición es de una gran trascendencia para el Museo de Arte Moderno. Hacer esta retrospectiva ha sido una de las grandes aspiraciones de mi vida porque a Rogelio le debemos en gran parte la existencia del museo”, explicó en su momento Gloria Zea, directora del Museo.

Un largo camino a casa

La vida de Rogelio Salmona tuvo momentos definitivos. Uno de ellos fue su encuentro con el arquitecto suizo Le Corbusier, durante su visita a Bogotá, cuando él era un estudiante de primeros semestres de la Universidad Nacional.

Rogelio Salmona, egresado del Liceo Francés, fue escogido como uno de los traductores de la comitiva. Eso lo acercó aun más al ilustre visitante. Poco tiempo después, Salmona abandonó sus estudios para incorporarse al taller de Le Corbusier en París. Durante cerca de 10 años colaboró en el diseño y la construcción de varios de los proyectos más importantes del movimiento moderno, entre ellos el complejo gubernamental de Chandigarh, en India.

En este período, Salmona realizó diferentes viajes por Europa y África que lo marcaron para siempre. De sus recorridos por Marruecos y el sur de España absorbió elementos de la arquitectura mudéjar, una fusión entre el arte y la arquitectura árabe y española, que se caracteriza por la complejidad de los detalles, la presencia del agua en espejos y caminos, el patio central y el uso de materiales como la piedra y el ladrillo. Varios años después, esa influencia mudéjar, combinada con su admiración por la arquitectura prehispánica, daría forma a sus edificios.

A su regreso a Colombia Salmona tuvo la sabiduría de incorporar nuevos elementos a los conceptos del modernismo. De su maestro conservó la racionalidad y la funcionalidad de la arquitectura, pero les imprimió un sentido humano y cultural a sus edificios. Fue así como desarrolló una arquitectura sustentada en la relación con el entorno, los factores ambientales y las complejas necesidades de quienes habitan los edificios. Esa postura adoptada por Salmona, que se conoce como Posmodernismo, también tuvo exponentes como Richard Meier en Estados Unidos y Álvaro Siza en Portugal.

El ladrillo, siempre el ladrillo

Por más de tres décadas construyó varias de las obras más importantes del país con el sello inconfundible del ladrillo. El uso de este material en la mayoría de sus edificios le permitió cambiar la cara gris característica de Bogotá por una más cálida y colorida. El conjunto multifamiliar del Polo Club, que diseñó con el arquitecto Guillermo Bermúdez; las Torres del Parque, la Nueva Santafé, la sede de la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Universidad Distrital, el Archivo General de la Nación, el Edificio de Posgrados de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional, la Biblioteca Virgilio Barco y el eje ambiental de la Avenida Jiménez en Bogotá, son sólo algunas de las obras más importantes que hacen parte del legado que Salmona le deja a Bogotá, su ciudad. La Casa de Huéspedes Ilustres de Cartagena, una propuesta hecha en piedra coralina en donde exploró al máximo los elementos representativos de la arquitectura morisca, es quizá su proyecto más destacado fuera de la capital.

Por esa inmensa obra recibió premios como la medalla Alvar Aalto, la medalla Manuel Tolsá de la Universidad Autónoma de México, el premio a la Trayectoria Profesional en Arquitectura de la II Bienal Iberoamericana de Arquitectura y cuatro Premios Nacionales de Arquitectura en Colombia. Además, fue designado miembro honorario del Instituto Americano de Arquitectos.

La mayoría de estudiantes de arquitectura en Colombia ha estudiado en algún momento de su carrera los planos, libros y bocetos de Rogelio Salmona. Los peatones del común también viven a diario el placer de caminar por los espacios generosos y hermosos que rodean todos sus edificios. Ahí radica el verdadero legado que Rogelio Salmona les ha dejado a las ciudades colombianas. “La ciudad no es una retahíla de edificaciones, sino la creación más espiritual de nuestra civilización y, con el lenguaje, la más grande obra de arte creada por el hombre. Es el lugar de la cultura, el espacio público por excelencia, el lugar de la civilización”. Estas palabras dichas por Rogelio Salmona demuestran la carga poética que ha acompañado y seguirá acompañando por siempre a sus edificios. Paz en su tumba.