Especial - César Rincón - Autor: Diego Ramos
Especiales Semana

Cesar Rincón, el día que el torero llenó de gloria a Colombia

Los protagonistas recuerdan el estremecedor momento, en que en medio del narcoterrorismo de Pablo Escobar, el torero colombiano salió en hombros de la plaza de Las Ventas de Madrid. César Gaviria, Pacho Santos, Roberto Domínguez, Ortega Cano, Sebastián Castella, hablan de ese hito histórico y le hacen un homenaje en SEMANA.

22 de mayo de 2021
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Febrero, 1991. César Rincón se coronó triunfador de la temporada grande en la plaza de toros de Santamaría. Dos salidas a hombros por la puerta que da a la calle 27 con carrera sexta, en el corazón de Bogotá. En los tres paseíllos que hizo cobró 8.000 dólares cada tarde, y arrasó cortando 7 orejas. Que un bogotano del barrio Fátima, le haya ‘pegado el repaso’ a los españoles Roberto Domínguez, Emilio Muñoz, Juan Mora, Manili, Joselito, Fernando Lozano y Jesulín de Ubrique, máximas figuras del toreo que vinieron a disputar el trofeo que alguna vez se llamó Señor de Monserrate, fue una noticia que ningún diario ni noticiero eludió, pues entre otras, quienes escribían los artículos taurinos en El Tiempo y El Espectador eran sus directores: Hernando Santos Castillo ‘Rehilete’ y Guillermo Cano ‘Conchito’, como firmaban sus crónicas.

El otro suceso que tuvo lugar en la Santamaría, que aquel año de 1991 cumplió 60 años, fueron los puestos de ‘barrera vacía’, que por primera dejó don Hernando Santos, tal vez el taurófilo número uno del país. Su hijo, Francisco, entonces jefe de redacción del diario, había sido secuestrado el 19 de septiembre de 1990 y completaba cinco meses de cautiverio a manos de Pablo Escobar.

Por esos días, Rincón -a sus 26 años- empacó maletas y se marchó a probar suerte en España, de la mano del apoderado Luis Álvarez. Había resucitado de la cornada que le infirió el toro ‘Baratero’ de Ambaló, el 4 de noviembre en la plaza de Palmira, y que lo tuvo a las puertas de la muerte. Se había hecho famoso en cientos de pueblos en los que toreó con los más importantes toreros colombianos, como Pepe Cáceres, que le llevaban años de experiencia. Y había empezado a ganar “platica” para pagar las millonarias deudas que contrajo buscando una oportunidad en España. “Estaba debiendo hasta la camisa”, recordó a SEMANA César Rincón, desde su casa en Madrid.

César Rincón - Diego Ramos
César Rincón - Diego Ramos | Foto: Semana

21 de mayo de 1991. ‘Satanerito’, (Baltasar Ibán) Dos orejas

Autor: Diego Ramos

Aunque Rincón ya era famoso en el país, incluso era el protagonista del comercial de Colombiana, en España era un desconocido. A tal punto que este momento se cuestionó la decisión de incluirlo en el cartel de la corrida de la feria de San Isidro, que según Rincón “es como en el ciclismo el Tour de Francia, o en el fútbol participar en la Champions League”.

César, que prácticamente actuó gratis para agradecer la oportunidad, le cortó dos orejas al toro ‘Santanerito’ y salió a hombros. Era la primera vez que un torero colombiano hacía esa proeza que el país siguió por una transmisión de RCN.

“El Maestro (Rincón) era un dios venerado. La gente lo quería mucho, se ganó el corazón de Francia”, Sebastian Castella

Las redacciones no se reponían de la euforia de su triunfo, cuando a las 9 de la noche de ese 21 de mayo se produjo otra noticia: la liberación de Maruja Pachón y Francisco Santos, tras ocho meses de cautiverio. Aunque la habían anunciado, solo hasta esa noche dejaron a Santos en la Avenida Boyacá con calle 80, agarró un taxi hacia su casa, donde pensó que nunca iba a volver. “Uno salía, se echaba la bendición, y no sabía si iba a volver”, así vivió los días del narcoterrorismo, según reveló Santos a Semana.

El triunfo de Rincón dio otra imagen de Colombia en los días del narcoterrismo de Pablo Escobar. Este día también fue liberado Francisco Santos

“La liberación abrió el noticiero, y el triunfo de Rincón fue después de titulares. ¡Imagínese la repercusión de la noticia!”, recuerda Arritokieta Pimentel, quien en el Noticiero Nacional cubrió la noticia junto a Fernando González Pacheco.

Al día siguiente, cuando Pacho y Rincón seguían siendo los protagonistas de la noticia, el torero volvió a torear en Las Ventas de Madrid, luego de aceptar la oferta de sustituir a Fernando Lozano, convaleciente por la cornada de un toro días atrás.

Su apoderado, Luis Álvarez, lo tuvo que convencer a la medianoche en el baño del hotel. Era el único lugar para sostener esa reunión. Álvarez se sentó en el sanitario y Rincón en la bañera. “Nunca había visto más colombianos en mi vida”, dijo el apoderado a Semana, al recordar que cuando salieron del baño dieron por terminada la fiesta que había por la salida en hombros, pues César había decidido torear por segunda vez.

Todo un riesgo. Le podría ir mal y la última imagen empañaría el triunfo del día anterior. Pero Rincón hizo el paseíllo junto a Espartaco, el número uno del momento, a quien ese 22 de mayo destronó. Le cortó dos orejas a ‘Alentejo’ de Murteira Grave y salió por segunda vez por la puerta grande de Las Ventas. Aquel colombiano desconocido pasó, en menos de 24 horas, a ser primera plana del País, El Mundo, el ABC. Todos los diarios españoles sacaron la foto a hombros del nuevo monarca del toreo.

La Comunidad de Madrid, que había cuestionado la inclusión de César en los carteles de San Isidro, le ofreció 16 millones de pesetas, unos 116 mil dólares, para contrarlo para la corrida de la Beneficencia. “Era una finca”, recuerda Rincón cuando vió en su habitación los billetes.

Hernando Santos, que completaba más de un año sin ver una corrida de toros, le dijo a su hijo que se fueran a España y consiguieron entradas para la corrida del 6 de junio, en la que Rincón volvió a Las Ventas para medirse con Ortega Cano. El colombiano brindó su primer toro al rey Juan Carlos de España, como manda el protocolo, y su segundo, de nombre ‘Acólito’, a Francisco Santos.

“A través mío se lo brindó a todas las víctimas del secuestro y de la violencia del terrorismo”, recuerda hoy Santos. Tres orejas, tercera salida a hombros, y homenajeado por el rey. “Quién se iba imaginar. Un niño del barrio Fátima codeándose con su majestad”, apunta Rincón.

A partir de ahí comenzó la conquista de Europa. Según le dijo a Semana Sebastián Castella, el mejor torero francés de la historia, “el Maestro (Rincón) era un dios venerado. La gente lo quería mucho, se ganó el corazón de Francia”.

César Rincón - Diego Ramos
César Rincón - Diego Ramos | Foto: Semana

22 de mayo de 1991. ‘Alentejo’ (Murteira Grave)

Autor: Diego Ramos

Los dos césares

Los días que sucedieron al triunfo de Rincón, Colombia protagonizó titulares más favorables. En junio Pablo Escobar se entregó. En julio, Álvaro Gómez Hurtado, Horacio Serpa y Antonio Navarro, así como el entonces ministro de Gobierno, Humberto de la Calle, proclamaron la nueva Constitución.

El presidente Gaviria se convirtió en el otro César del mágico año 91, incluso fue entrevistado por el famoso periodista Ted Koppel, en el el programa Nightline de la ABC. También fue protagonista del Today Show de la NBC. 180 millones de potenciales televidentes lo tuvieron frente a la pantalla.

Mientras tanto, la avalancha de éxitos de Rincón fue tal que motivó a Hernando Santos a publicar un editorial en el que, en tono irónico, le pedía “ya no más”.

Pero el 1 de octubre Rincón volvió a Las Ventas y abrió de nuevo la puerta grande de Madrid, convirtiéndose en el primer, y hasta ahora único torero en la historia, en hacerlo cuatro veces consecutivas en la misma temporada. A la salida de la plaza, al torero Pepe Dominguín, tío de Miguel Bosé, le preguntaron qué le parecía lo de Rincón. “Es como hablar con Dios y que te conteste”, respondió.

César Rincón - Diego Ramos
César Rincón - Diego Ramos

6 de junio de 1991. ‘Acólito’ y ‘Colito’, (Samuel Flores)

Dos orejas y una oreja

Autor: Diego Ramos

De Nobel a novel

Rincón había perseguido la gloria desde los 14 años. Dejó su casa para aprender a torear de la mano de Pablo Lozano, en España, y el 8 de diciembre de 1982 subió el primer escalón de su escalera al éxito. Ese día, Colombia fue noticia mundial porque Gabriel García Márquez pronunció el famoso discurso La Soledad de América Latina en Estocolmo, como aceptación del Nobel de Literatura. En la tarde, César, con solo 17 años, tomó la alternativa de matador de toros de manos de Antoñete y Manzanares. “Macondo en Suecia” y “Rincón, figura a la vista”, fueron dos de los titulares de la edición del día siguiente del diario El Tiempo.

El 11 de octubre de 1991, Rincón regresó al país y los bogotanos se volcaron a las calles a recibirlo, de la misma forma que cuando Lucho Herrera ganó la Vuelta a España en 1987. “El vuelo se atrasó 10 horas. La sorpresa fue llegar a la medianoche y encontrar un mar de gente, los policías tratando de retirar a aficionados que me querían tocar”, recuerda Rincón.

Al día siguiente fue paseado en carro de bomberos hasta la plaza de Bolívar, y en el balcón del Palacio Liévano el alcalde Caicedo Ferrer le entregó las llaves de la ciudad. Pero César tenía un dolor en el alma, que su madre María Teresa y su hermana Sonia no lo pudieron ver convertido en ídolo. Habían fallecido diez años atrás en un incendio, cuando la veladora que habían puesto ante una virgen, el día en que Rincón toreó su primera novillada en España, consumió la pieza en la que dormían, en tres camas, sus padres, sus tres hermanas y su hermano Luis Carlos. Las llamas también arrasaron con el laboratorio fotográfico de su padre, Gonzalo, que se ganaba la vida vendiendo fotos a los toreros.

Con los jefes de Estado

El 15 de octubre, Rincón hizo uno de los paseíllos más especiales de su vida. En la Casa de Nariño, el presidente Gaviria le impuso la Cruz de Boyacá. “Se la merecía más que cualquier otro colombiano”, recuerda 30 años después Gaviria. “Él era un embajador de Colombia en el mundo, el país entero le tenía cariño, el país entero lo admiraba, el país entero se sentía orgulloso de él”.

Hernando Santos, el mismo día en que Rincón le brindó una faena a su hijo Pacho en Las Ventas, prometió al torero hacerle un regalo que nunca se le olvidaría. “Lo invitó a un almuerzo, en su casa, donde el presidente Gaviria y los expresidentes Misael Pastrana Borrero, Alfonso López Michelsen y Belisario Betancur le agradecieron por haber llevado en alto el nombre de Colombia”, recordó Luis Álvarez.

Dos meses después, Gaviria, Pastrana, López Michelsen, Belisario volvieron a reunirse, el 15 de diciembre, en los tendidos de la plaza de Santamaría, día en que Rincón reapareció matando seis toros en solitario. La entonces virreina universal de la belleza, Paola Turbay, fue una de las 14.000 personas que no quisieron perderse la corrida, y García Márquez, que llevaba años radicado en México, ocupó una barrera.

Rincón le brindó la faena del toro Flor de Monte, de Antonio García, con el cual triunfó. “Pasó de cobrarme 8.000 a 100.000 dólares”, recordó a Semana Camilo Llinás, empresario de la Santamaría entonces. Y aunque asegura que el torero le dio “por la cabeza”, admite que le ayudó a hacer “unas temporadas grandiosas. Con Rincón la plaza siempre se llenaba. Fueron los años de oro de la Santamaría”.

César Rincón - Diego Ramos
César Rincón - Diego Ramos

1 de octubre. ‘Ramillete’ de Moura. 1 oreja y 1 oreja

Autor: Diego Ramos

Como Rincón también lo había hecho millonario, su apoderado quiso tener un detalle y le regaló un Rolex. Meses después se lo robaron en un hotel en Ciudad de México. Al enterarse del incidente, Mario Moreno Cantinflas le ofreció su casa, y cultivó una gran amistad con él.

La carrera de Rincón se prolongó hasta 1999, con el cartel de figura del toreo intacto, pero con el cuerpo hecho polvo por la hepatitis C, la que contrajo en las transfusiones de sangre que le salvaron la vida en Palmira. Parecía ser un retiro definitivo, pero tras dos años de tratamiento, similar a una quimioterapia, no solo regresó a la vida sino a los ruedos.

“El Maestro (Rincón) era un dios venerado. La gente lo quería mucho, se ganó el corazón de Francia”, Sebastian Castella

Volvió a triunfar en Madrid y abrió la sexta puerta grande de su carrera, y se retiró el 24 de febrero de 2008 en Bogotá, donde todo había empezado. Lidió toros de su propia ganadería, Las Ventas del Espíritu Santo, y mano a mano con quien fue su principal rival, el español Enrique Ponce. “César es uno de los 6 o 7 mejores toreros de la historia. Lo que hizo fue impresionante. Es un ejemplo de vida, supo remontar todas las adversidades. Es un mito viviente”, dice Luis Manuel Lozano, su último apoderado, y actual mánager de El Juli. “No hay palabras para expresar el hito histórico que son esas cuatro salidas a hombros consecutivas por la puerta grande de Madrid. Tengo un recuerdo muy bonito de esos años, de nuestra rivalidad. César es un torerazo”, le dijo a Semana el torero español Enrique Ponce.

Treinta años después la sociedad colombiana es muy diferente a la de 1991 y el toreo despierta más rechazo que admiración. “Yo me desvivía por los toros, y más cuando toreaba César Rincón. Pero con el tiempo aprendí que a los animales hay que protegerlos”, cuenta César Gaviria, último presidente en ejercicio en ir a la plaza de toros.

Colombia, dividida y muy golpeada por la pandemia de la covid 19, necesitaría de las gestas como las que protagonizó Rincón en aquella primavera española del 91. Sin embargo, un torero ya no será quien provoque con sus triunfos la unión del país.

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