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Los hermanos Derek y Alex King, de 14 y 13 años, fueron declarados culpables del asesinato de su padre. El hombre que los ayudó fue absuelto.

16 de septiembre de 2002

La vida es ironica. En la adolescencia muchos niños quieren ser tratados como adultos y en la edad madura muchos hombres hechos y derechos quieren que se les trate como niños. Eso fue lo que ocurrió la semana pasada en Pensacola, Florida, cuando Alex y Derek King, unos hermanos de 13 y 14 años, fueron declarados culpables por el asesinato de su padre mientras que Richard Chavis, el hombre que al parecer los indujo a cometer el crimen, fue absuelto.

La macabra historia, que tiene asombrados a los norteamericanos por la violenta exposición de bajos instintos, comenzó el 26 de noviembre del año pasado cuando los bomberos llegaron a apagar un incendio en la casa de la familia King y al entrar descubrieron el cadáver de Terry King, un hombre de 40 años, que tenía señales de haber sido golpeado.

Cuando ocurrieron los hechos Derek y Alex se encontraban en casa de Richard Chavis, un vecino cuarentón en cuyo prontuario reposan varias condenas por abuso sexual de menores.

Al día siguiente del incendio los niños decidieron confesar el homicidio y les contaron a las autoridades que estaban cansados de los abusos físicos de su padre y que por lo tanto esperaron a que Terry se durmiera para golpearlo en la cabeza con un bate de aluminio. Alex, el menor, fue el autor intelectual y Derek se encargó de la parte operativa.

Advertidos de la importancia de limpiar la escena del crimen los jóvenes regaron disolvente por toda la casa y le prendieron fuego. Acto seguido llamaron a Chavis para que los sacara del lugar. La policía pudo comprobar la declaración pues en los zapatos de ambos se hallaron restos del líquido inflamable.

Para terminar de darle tono a la crónica roja el dato morboso no podía faltar: según Alex, Richard Chavis, el fontanero, era su amante. En un cuaderno de notas que encontró la policía el muchacho de 13 años cuenta cómo descubrió su homosexualidad gracias a Chavis y confiesa estar profundamente enamorado de su vecino quien, dicho sea de paso, calificó la relación como algo meramente platónico.

Sin embargo cuatro meses después se retractaron. En la nueva versión dijeron que Chavis era el verdadero asesino y que había golpeado a Terry mientras ellos se ocultaban en el auto. En principio el atacante los habría convencido de inculparse, argumentando que en el juicio podían declarar que habían actuado en defensa propia y la Corte los perdonaría. Chavis habría asesinado a Terry por temor a que éste descubriera la relación que mantenía con Alex.

Ante la dimensión del crimen se optó por realizar dos juicios, en los que se acusaron por separado a los hermanitos King y a Chavis por los mismos cargos, decisión que fue catalogada de antiética por varios abogados norteamericanos ya que lo ideal es que los tres hubieran sido juzgados en el mismo proceso.

Frank Bell, el juez para ambos casos, admitió que la historia era insólita y bastante extraña, incluso para la propia administración de la justicia, pues los fiscales presentaron dos teorías que se contradecían entre sí. Para acusar a los niños tuvieron que convertirse en defensores de Chavis, y viceversa. Esta inconsistencia dejaba en entredicho la veracidad de las declaraciones pues daba la sensación de que los tres acusados estaban diciendo verdades y mentiras al mismo tiempo.

A diferencia de otros casos en los que hay menores involucrados, en este proceso los niños fueron tratados como adultos. Lo anterior explica la presencia de cámaras en el recinto, las cuales registraron paso a paso la expresión de pánico de dos angelitos que daban la impresión de estar en el lugar equivocado.

"No se fíen de su carita de niño", advirtió Michael Rollo, defensor de Chavis, durante su intervención ante el jurado, al tiempo que señalaba que Derek, con escasos 14 años, era un "sicópata funcionalmente huérfano con un largo historial de piromanía y conducta antisocial". Según los sicólogos, el joven presenta rasgos de sicopatía debido, en parte, al entorno disfuncional en el que ha crecido. Su madre era bailarina y mesera de un club nudista y no se ocupaba de los niños, lo que incidió en que Terry obtuviera la custodia de los pequeños luego de que la pareja se separara en 1995.

Pero Terry tampoco pudo encargarse de los hijos y los envió a hogares sustitutos. Derek permaneció con su nueva familia seis años pero, al parecer, la convivencia fue conflictiva y el joven regresó con su familia biológica. Cuando sucedió el crimen Derek apenas llevaba un mes viviendo nuevamente con su padre y su hermano. Esta inestabilidad emocional hizo que su declaración perdiera credibilidad lo cual, sumado a la falta de pruebas que culparan a Chavis, inclinaron la balanza en su contra.

El pasado 6 de septiembre el jurado emitió su veredicto y halló a los hermanos King culpables de homicidio en segundo grado e incendio intencionado de su domicilio para destruir pruebas. El juez Frank Bell anunció que el próximo 17 de octubre dictará sentencia, la cual puede ir desde la pena mínima de 22 años, transcurridos los cuales pueden solicitar libertad bajo palabra, a cadena perpetua, lo que supone que los niños envejecerán tras las rejas. Lo absurdo de esta historia es que una semana antes de que el jurado que condenó a los King se pronunciara el otro jurado, que vio el caso de Richard Chavis ante el mismo juez y los mismos fiscales, lo declaró inocente de los cargos de homicidio e incendio.

Alex y Derek permanecen recluidos en una penitenciaría y hasta el momento no han recibido la visita de su madre. Por lo visto su purgatorio ya comenzó.