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JAQUE AL REY

Con la aparición de una amante del rey Juan Carlos, por primera vez la prensa española se mete con la vida privada de sus monarcas.

12 de octubre de 1992


HACE UNAS SEmanas los periodistas españoles andaban correteando al presidente del gobierno español, Felipe González, para averiguar el nombre del nuevo Ministro de Relaciones Exteriores. A una pregunta relacionada con el rey, el Presidente muy escueto respondió: "El rey no está". Esas cuatro palabras originaron un fenómeno nunca antes visto en España: la vida privada del rey Juan Carlos salió expuesta en la prensa. Porque una vez los periodistas se enteraron de que el rey no se encontraba en España y su paradero era desconocido, se desataron los perros en busca de pesquisas que fueron a dar a la portada de varias revistas italianas.
En ellas se hacía todo un despliegue sobre una relación amorosa del rey con Marta Gaya, una cuarentona muy bien puesta y divorciada, quien protagoniza los días y las noches de Palma de Mallorca. Las publicaciones aseguraban que la misteriosa desaparición del rey Juan Carlos tenía que ver con un encuentro clandestino del monarca con la dama en algún lugar de Suiza. Una vez confirmado que el rey efectivamente había estado en Suiza, el palacio respondió en forma oficial que se había tratado de "un breve descanso para tomar el aire". La situación, a la que no ayudó mucho la respuesta oficial, no mejoró cuando los periodistas constataron que la dama en cuestión también había estado en Suiza.
Lo curioso de la historia no es precisamente que el rey tenga una amante. Si algo han tenido en la historia los reyes con la anuencia de súbditos y cónyuge- son amantes. Tampoco ha girado el escándalo en torno a la dama de quien se trata. Las revistas italianas describen a Marta Gaya como "una persona nada afectada, muy atractiva, sosegada, de una gran personalidad, interlocutora ágil, con un gran sentido del humor, ingeniosa, simpática...", en fin, si le gusta a todo el mundo, ¿por qué no va a gustarle al rey? Lo curioso de todo este impasse amoroso es que la prensa española por primera vez en la historia se haya metido con su rey.
La vida privada de los miembros de la realeza europea ha sostenido a más de una revista de la zona y a no pocos periódicos. Las princesas de Mónaco estuvieron durante mucho tiempo bajo el foco llevándose el liderazgo del interés popular, hasta que la tragedia las golpeó y lograron con el respeto un poco de intimidad. Sólo un poco.
La monarquía inglesa había logrado cierta discreción el único caso de escándalo amoroso convirtió a su protagonista, Eduardo VIII, en héroe- hasta que entraron en escena Diana y Fergie. Con sentimientos contrarios frente a su propio caso los "instintos asesinos" de Diana por el príncipe Carlos y el absoluto desdén de Fergie por el príncipe Andrés las dos jóvenes princesas se han convertido en paladines de la frivolidad en la prensa mundial por estos días. Inclusive algunas princesas menos conocidas y venidas un tanto a menos, Sofía de Habsburgo, por ejemplo, consiguen permanente despliegue. Los únicos que se mantenían incólumes e intocados eran los reyes de España. El respeto que profesaba la prensa española por la vida privada de sus reyes en el país de las revistas rosa, hacía de éstos monarcas unos personajes excepcionales.
El Palacio de la Zarzuela alega intentos malignos de desdibujar la altísima popularidad alcanzada por el rey después de las Olimpiadas de Barcelona. Las revistas italianas dedican verdaderos informes especiales al asunto, y las españolas, más discretas, publican serias disertaciones sobre ese derecho consuetudinario que le otorga a un rey, tener una corona sobre las sienes.
El caso es que Marta Gaya es una mujer de 44 años, decoradora de profesión, divorciada y sin hijos. Después de un matrimonio fracasado con un ingeniero, se instaló en el mundo de Mallorca en donde conoció al principe georgiano Zourab Tchokotua. Este príncipe resultó ser íntimo amigo del rey Juan Carlos y personaje obligado del jetset. Con el príncipe Tchokotua, Marta Gaya entabló una amigable relación profesional cuando éste la contrató para decorar algunos de sus proyectos inmobiliarios. Al poco tiempo la dama se había convertido en punto de atención social y había extendido su campo de trabajo convirtiéndose en representante de joyeros importantes y asesora de imágen de firmas italianas de accesorios. Pero sobre todo se convirtió en en una de las más activas damas del sector.
Por eso la noticia de que el rey tenía una relación amorosa con Marta Gaya no sorprendió a nadie, pero en cambio si dió al traste con las vacaciones de la familia real. La escueta explicación oficial que se dió a la prensa sobre la extraña escapada del rey a algún lugar en Suiza -"fue un breve descanso para tomar el aire" no convenció a nadie, y el hecho de que la familia real no haya cumplido este verano con sus regulares itinerarios y más bien haya tendido a no aparecer, alimentan aún más la historia.
Por ahora el público lector cerró filas en torno a la reina Sofía, quien no ha movido un ápice en su habitual sonrisa. El suyo había sido un matrimonio por amor y no por razones de Estado. O por lo menos es lo que los españoles y sus biógrafos querían creer. Y este salto de sus monarcas a las primeras páginas de la prensa frívola tiene a más de uno decepcionado, al ver derrumbarse la pareja símbolo de la resistencia a los escándalos amorosos.
Pero también es cierto que todo el suceso demuestra que era por lo menos extraño que en un país que podría ganarse la olimpiada de la inmersión en la vida ajena, los más populares y vistosos personajes dela comarca-los reyes- hubieran logrado mantenerse al margen. Que el rey Juan Carlos de España tenga una amante, no sería nada extraño. Que la prensa española de su país se lo publique, es todo un evento.