Juan David Palacio Cardona, director del Área Metropolitana del Valle de Aburrá.
Juan David Palacio Cardona, director del Área Metropolitana del Valle de Aburrá. | Foto: Foto: Cortesía Área Metropolitana del Valle de Aburrá.

Opinión

Residuos peligrosos: una amenaza que puede evitarse desde casa

Para el 2019 en Colombia se generaron 640 mil toneladas de desechos posconsumo que, cuando no tienen una adecuada disposición final, afectan la salud humana y de la fauna. ¿Qué hacer con ellos?

Juan David Palacio Cardona*
5 de abril de 2022

Cada día utilizamos una serie de insumos en el hogar que se han vuelto necesarios para nuestra cotidianidad. Sin embargo, desconocemos que requieren una serie de protocolos para su disposición final una vez son consumidos, pues pueden afectar la salud y vida de los humanos y del medio ambiente.

A primera vista, los bombillos, medicamentos, aceites vegetales, plaguicidas, pilas, computadores, cables, electrodomésticos y llantas no tienen nada en común, excepto que son residuos posconsumo con características de peligrosidad, razón por la cual todos tenemos la responsabilidad de evitar que lleguen a los rellenos sanitarios junto con los ordinarios.

Las pilas, por ejemplo, contienen compuestos químicos pesados como el cadmio, mercurio, níquel, entre otros, que son una fuente altamente contaminante de los recursos hídricos, incluso cuando ya están gastadas. ONG han señalado que una sola batería de reloj de mano podría llegar degradar el agua de toda una piscina olímpica.

En el caso de las lámparas fluorescentes –o ahorradoras de energía- contienen mercurio en vapor, zinc, níquel, cadmio, plomo y manganeso y cuando se tiran a la basura, sin una correcta disposición, el hecho de que se quiebren logra causar daño a la atmósfera y la tierra.

Por otra parte, los medicamentos de uso humano y veterinario, son residuos peligrosos porque si son ingeridos después de su vencimiento –ya sea por humanos o animales- pueden ocasionar graves problemas de salud. Al mismo tiempo, si se mezclan con los ordinarios al llegar a los rellenos sanitarios, contaminan los suelos y las fuentes de agua, lo que también afecta el bienestar de las plantas y la fauna, cuando busca alimentarse o hidratarse. Entretanto, al hacer una correcta disposición de sus empaques se evita su falsificación.

Es posible que muchas de las sustancias anteriormente mencionadas nos expongan a un peligro constante, a pesar de que nosotros mismos lo podemos evitar, pues para cada una existen protocolos para su disposición final y posterior destrucción controlada, hecha por personas idóneas que realizan su aprovechamiento, desactivaciones químicas, almacenamiento en celdas de seguridad, incineraciones, entre otras.

Según el último informe nacional, en Colombia se generaron 640.035 toneladas de residuos peligrosos en 2019, un 0,7 por ciento más que en 2018. En el país hay varios puntos en los que se pueden depositar los desechos posconsumo, donde se encuentran contenedores con un rótulo de marcación, que generalmente están ubicados en centros comerciales y almacenes de grandes superficies. Su entrega es gratuita.

Hoy en día todos los generamos, pero no estamos imposibilitados –ni las personas ni las empresas- para evitar que lleguen a los rellenos sanitarios y degraden el agua, la tierra y la atmósfera, poniendo en riesgo a todos los seres vivos del planeta.

Solo para entender la magnitud de la cuestión volvamos al ejemplo de los bombillos: tener contacto directo con sus componentes puede causar deformaciones, cambios de personalidad, pérdida de visión y memoria, sordera y problemas en los riñones y los pulmones. Luego, si pensamos que la fauna que hace parte de nuestra cadena alimenticia ingiere esos contaminantes de alguna manera, posiblemente también los vamos a consumir.

Actualmente hay acuerdos transfronterizos para el manejo de estos desechos, como el Convenio de Basilea, del cual hace parte Colombia desde 1996, y que tiene como propósito su disminución, eliminación y promoción de la gestión ambientalmente racional. Ahora, si bien es necesario contar con una normatividad para regular este asunto, lo principal es tener consciencia ambiental, pues desde casa se logran grandes cambios.

Llevar estos residuos a los lugares adecuados, evitar mezclarlos con los ordinarios y almacenar las pilas y el aceite vegetal en botellas plásticas bien cerradas, son algunas acciones básicas que aportan al cuidado de la vida del mundo entero. Solo basta voluntad, entender que el planeta es uno solo, que está en cuenta regresiva y que tenemos en nuestras manos la oportunidad de buscar soluciones fáciles, posibles y acertadas.

*Director del Área Metropolitana del Valle de Aburrá.

Twitter: @JDPalacioC