
Opinión
Matronas del alma: el legado silencioso de las mujeres que nos enseñaron a ser fuertes
En esta columna, un homenaje a una generación de mujeres que, sin ocupar cargos visibles ni alzar la voz en los espacios públicos, sostuvieron el mundo desde sus hogares.
Hay una generación de mujeres que no aparece en los libros de historia, pero sin ellas no estaríamos aquí. No fueron activistas, ni líderes visibles, ni rompieron techos de cristal. Sin embargo, sostuvieron el mundo desde adentro. Fueron nuestras abuelas. Las matronas.
Cuando digo “matrona”, no me refiero a la profesional de la salud que atiende partos. Hablo en su sentido cotidiano: esas mujeres fuertes, sabias y formadoras que guiaron a sus familias con carácter y amor; las que lideraban desde el silencio, con ejemplo y firmeza.
Crecieron en una época en la que ser mujer significaba obedecer, servir y callar. En un mundo donde el machismo no era una elección, sino la única forma de vida conocida. Y sí, muchas veces lo replicaron, lo enseñaron e incluso lo defendieron. No porque estuvieran equivocadas, sino porque amaban desde lo que sabían. Porque creían que así nos protegían. Porque no conocían otra manera.
A esas matronas que implementaron el machismo con M de mamá les debemos la fuerza, el amor y la feminidad que nunca perdimos. Hoy, cuando una mujer se atreve a romper un patrón, no lo hace sola: lo hace con la energía de todas las que vinieron antes, con la voz de esas abuelas que, sin saberlo, sembraron en nosotras la semilla del cambio. Ellas nunca hablaron de feminismo, pero criaron a las mujeres que hoy lo defienden.
No hablaban de empoderamiento, pero fueron poderosas. No conocían la palabra liderazgo, pero lideraban familias enteras. No sabían que estaban sembrando libertad, pero lo hicieron con cada acto de amor, con cada comida servida, con cada consejo transmitido desde la experiencia. Detrás de cada imposición había intuición, carácter y una forma de cuidar que no necesitaba validación.
Hoy transformamos sus enseñanzas. Donde ellas decían “aguanta”, nosotras decimos “elige”. Donde ellas callaban, nosotras hablamos. Donde ellas se sacrificaban, nosotras nos priorizamos. Pero no lo hacemos en contra de ellas. Lo hacemos gracias a ellas.
Porque si hoy somos mujeres que se atreven, que lideran y sueñan en voz alta, es porque hubo una matrona -una abuela, una madre, una tía- que nos enseñó a ser fuertes incluso cuando no se podía.
Este texto no es solo un homenaje. Es un acto de gratitud. Porque sin ellas no estaríamos aquí. Porque incluso desde el machismo nos enseñaron a ser invencibles. Nos mostraron que ser mujer es una bendición, incluso cuando el mundo no lo reconocía.
A ti, abuelita, gracias: por tu templanza, por tu carácter, por tu forma de amar. Gracias por ser matrona, con M de mamá, de mujer y de maravillosa. Porque aunque te fuiste, tu legado sigue escribiéndose en mí.
Nathalia López Bernal, vicepresidenta de VML Holding