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Aterrador balance: más de 41.000 personas murieron en el terremoto de Turquía y Siria
Funcionarios y médicos dicen que 38.044 personas han muerto en Turquía y 3.688 en Siria desde el terremoto del 6 de febrero.
El balance del terremoto del 6 de febrero en Turquía y Siria superó los 41.000 muertos este jueves 16 de febrero, según los recuentos oficiales actualizados, mientras Naciones Unidas solicitó 1.000 millones de dólares para afrontar la creciente crisis humanitaria.
Once días después del terremoto, uno de los más mortíferos de los últimos 100 años, rescatistas lograron extraer de los escombros a una adolescente de 17 años y a una mujer en sus veinte.
“Ella se veía con buena salud. Abrió y cerró sus ojos”, dijo Ali Akdogan, minero de carbón, tras participar en el rescate de Aleyna Olmez en Kahramanmaras, una ciudad cerca del epicentro del sismo. Sin embargo, la esperanza de encontrar sobrevivientes se ha desvanecido ampliamente.
Muchos en las zonas afectadas enfrentan una emergencia paralela conforme tratan de recoger sus pertenencias en medio del frío extremo, sin comida, agua o sanitarios, aumentando las posibilidades de que el desastre escale por cuenta de las enfermedades.
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“Las necesidades son enormes, la gente está sufriendo y no hay tiempo que perder”, dijo el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, en un comunicado, donde solicitó fondos para socorrer a las víctimas. Así mismo, anotó que las contribuciones darían alivio por tres meses a 5,2 millones de personas.
El dinero “permitiría a organizaciones de ayuda aumentar rápidamente el soporte vital” en áreas como la seguridad alimentaria, protección, educación, agua y refugio, añadió.
“Insto a la comunidad internacional a intensificar y financiar completamente este esfuerzo crucial en respuesta a uno de los peores desastres naturales de nuestros tiempos”.
“Las vidas de todas las familias son una tragedia”
Funcionarios y médicos dicen que 38.044 personas han muerto en Turquía y 3.688 en Siria desde el terremoto del 6 de febrero, para un total de 41.732 muertes confirmadas.
El terremoto, ocurrido en una de las mayores zonas de actividad sísmica en el mundo, azotó áreas altamente pobladas mientras la gente dormía y casas que no estaban construidas para soportar las poderosas vibraciones del suelo.
El presidente turco, Tayyip Erdogan, ha rechazado acusaciones según las cuales su Gobierno fracasó en dar respuesta al desastre natural más mortífero del país en los últimos tiempos.
Por cada historia milagrosa de supervivencia, hay otras de esperanza truncada en donde seres queridos agonizan y mueren en medio de los escombros.
Hasan Irmak vio a cinco familiares, incluida su hija de seis años Belinda, enterrados bajo los restos de su casa en Siria, en el poblado fronterizo de Samandag.
“Ella estuvo viva por dos días”, dijo el hombre de 51 años. “Le hablaba entre las ruinas. Y luego perdió toda su energía. En el tercer día murió. La ayuda llegó al cuarto día”, agregó.
Turquía suspendió las operaciones de rescate en algunas regiones y el Gobierno de Siria ha hecho lo mismo en áreas bajo su control.
La Cruz Roja triplicó el jueves su solicitud de fondo de emergencia a más de 700 millones de dólares.
La situación en el noroeste de Siria que está en poder de los rebeldes es particularmente difícil, pues la ayuda tarda en llegar en esa región devastada por años de conflicto.
“No hay electricidad, ni agua, ni saneamiento”, dijo a la AFP Abdelrahman Haji Ahmed en Jindayris, en la frontera turca, frente a su casa destruida. “Las vidas de todas las familias son una tragedia”, apostilló.
“Beber mi orina me salvó”: la increíble historia de un sobreviviente del terremoto en Turquía
En medio del desespero de las familias que aún guardan la fe de que sus seres queridos estén con vida, se conoció la historia de Huseyin Berber, quien fue rescatado más de una semana después de la tragedia. Su casa se fue abajo tras el sismo y su voz empezó a desvanecerse en medio del clamor para que alguien lo escuchara.
“Solo recuerdo estar enterrado bajo los escombros. Todo estaba completamente oscuro. Estaba tan oscuro que ni siquiera podía ver mi propio cuerpo. Grité, llamé, pero no había nadie allí. Nuestro edificio tenía 15 pisos. Yo estaba un poco aliviado cuando escuché los sonidos sobre los escombros”, contó a Reuters este hombre, quien permaneció bajo las ruinas por 187 horas.
Cuando el segundo terremoto se sintió, Berber vio que el techo colapsó, luego tomó una alfombra; posteriormente, cuando observó un sillón, buscó la manera de llegar a este y ahí empezó la espera. El turco confesó que era diabético y tuvo la fortuna de que medicamentos y una botella de agua cayeron en su dirección, luego de que una pared se desplomara sobre el refrigerador y el gabinete.
“Alguien extendió su mano”
“Finalmente, vi un agujero en los escombros. Cuando escuché los sonidos (de los socorristas), también grité. Grité tan fuerte que escucharon mi voz. Alguien extendió su mano y se encontró con la mía. Después de eso, me sacaron de allí”, añadió luego de asegurar que cuando se acabó el agua de la botella no tuvo más opción que beber su propia orina.
“Una hora después, tomé (la botella de agua) y me la bebí. Disculpa, me oriné en ella y la dejé reposar. Me la bebí cuando se enfrió. Me salvé con eso”, admitió, según Reuters.
Expertos consideran que, luego de 72 horas, las posibilidades de supervivencias en una catástrofe como esa son bajas; por ello, cada anuncio de un nuevo rescate es considerado casi como un milagro. Su desarrollo puede estar sujeto a las condiciones del terreno, el tipo de lesiones que se tenga y hasta el estado de salud previo a la emergencia.
Su testimonio lo compartió mientras se recupera en un hospital de Mersin, ciudad turca localizada aproximadamente a 250 kilómetros de la edificación que colapsó en Antakya, en la provincia de Hatay. Allí, por lo menos la mitad de las construcciones terminaron afectadas y otras, prácticamente destruidas.
*Con información de AFP y Reuters.