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CUANDO SENDERO MATA

Un miembro de la temible guerrilla peruana relata sus experiencias a la revista francesa Nouvel Observateur

1 de julio de 1985

"Yo maté para Sendero Luminoso.. . " es el título que el nada sensacionalista Nouvel Observateur, el más intelectual de los semanarios franceses, le pone a una entrevista que publica con un miembro de esa guerrilla peruana.
El material, que es anunciado en una esquina de la nueva carátula (el semanario ha cambiado todo su formato desde ese número), en verdad constituye un texto de enorme interés. Que se sepa, nunca antes la misteriosa y terrible organización había aceptado hablar con periodista alguno. Los seguidores de Abimael Guzmán, el ex profesor de filosofía de Ayacucho que fundo~ a Sendero, en sus cinco años de actividad mostraron siempre ejemplar desprecio por la prensa en general. Daban a conocer sus posiciones políticas sólo mediante espesos folletos oficiales que no han logrado mayor difusión. De éstos, a lo sumo se conocen dos, que resumen las deliberaciones de los dos únicos congresos del grupo y que circulan sólo en algunos cenáculos periodísticos y gubernamentales de Lima. Un tercer texto, que el grupo insurgente puso a rodar en España bajo el título de "La verdad sobre la guerra popular en el Perú", es un recuento abstracto de los pasos que, según Guzmán ahora "presidente Gonzalo" se deben dar para la toma del poder en aquel país.
Con la autorización de sus jefes, el "camarada Abraham" habló, pues, con Jean-Pierre Boris y Jan Thielen.
"Nosotros comenzamos como alumnos, después fundamos pelotones", dice al comenzar Abraham refiriéndose a las primeras "escuelas populares" que Sendero abrió en 1980 en barriadas miserables, para reclutar gente. Abraham, quien no dejó que lo fotografiaran para el reportaje, participó ese año y el siguiente en "pequeñas acciones urbanas" que consistían en asaltar supermercados o almacenes de zapatos y lanzar las mercancías a la calle, para que los transeúntes se las llevaran. En enero de 1984, "comencé a trabajar con otros pelotones", dice, ya que a su "preparación ideológica" debía agregar "preparación militar". Las artes que así aprendió las puso en práctica meses después, cuando él mismo mató a cinco soldados de la Infantería de Marina en cercanías del pueblo San Francisco. "Con mi buena vista, mi carabina, dos bombas y dos compañeros" fue resuelta la acción, "disparamos con las Fal y las ametralladoras, no mucho con las bombas, sobre todo con cocteles molotov. El auto (de los uniformados) se incendió, los soldados salieron heridos y gritando como nosotros cuando ellos nos torturan.
Invocaron a Dios y pidieron: "No nos maten, padrecitos, que tenemos familia". Suplicaron en todos los tonos pero no los perdonamos, porque ellos hacen igual cuando nos torturan".
La inclemencia no sólo toca esas esferas. Sendero Luminoso tiene como política fusilar a los que considera traidores, categoría en la que es fácil caer. Los desertores de la organización y los campesinos que no ayudan a Sendero en las llamadas "bases de apoyo" son asesinados. Abraham lo explica: "Cuando aparece un desertor, él y sus aliados son considerados traidores. Hacemos saber esto a los contactos en los diferentes departamentos. Lo que les espera es la muerte". Los alcaldes que colaboran con el Ejército corren idéntica suerte. Pero hay algunos rituales que se cumplen. "Después (de una tanda de amenazas) el partido se reúne con los pelotones y se apodera del pueblo. Es cuando las amenazas anónimas se convierten en realidad. Pero antes de la ejecución nosotros explicamos a la gente por qué hacemos eso. Es el pueblo quien decide si se le da muerte o no (al alcalde). Si el pueblo conscientemente dice que no hizo nada, no se le hace nada. Sólo se le cortan los cabellos, a título de amenaza, a quien no dice nada".
Quien ha establecido esos métodos es el "presidente Gonzalo" quien no se ha dejado ver en años y permanece en la clandestinidad sin que ni siquiera sus compañeros no lo puedan ver. Es el autor de una frase que Abraham repite para justificar los fusilamientos: "A los traidores el pueblo debe hacerlos pedazos". Abimael Guzmán también es el que traza la línea política, que es impartida al grupo mediante cassettes. Las bases responden con enorme disciplina.
"Nosotros obedecemos, porque él sintetiza el pensamiento marxistaleninista-maoista. El ha dicho con claridad que nosotros seremos la "cuarta espada de la revolución mundial": señala Abraham.
Pero no todo es rigor. La entrevista con el Nouvel Observateur revela que los militantes de Sendero tienen una especie de decálogo. Las tres reglas que Abraham cita primero son: obedecer en todas las acciones, devolver los objetos prestados y no maltratar a los prisioneros. Las otras son: no estropear las culturas indígenas, respetar a las masas, no tomar ni una aguja ni un hilo de las masas y hablar con cortesía. ¿Se cumplen esas prescripciones? Difícilmente.
Abraham mismo reconoce que en algunos sectores Sendero está mal organizado y hay una "mala conducción de los pelotones" lo que está causando una seria disminución de los apoyos populares, "en este momento hay campesinos que se han sublevado contra nosotros": admite el entrevistado sin mencionar--lo que es extraño-la existencia de las llamadas "rondas campesinas" que son organizaciones paramilitares que el Ejército peruano está fomentando en Ayacucho, supuestamente para oponerlas a Sendero, pero que vienen siendo objeto de denuncias por haber cometido atrocidades.
Esta lógica de "terror contra terror" hasta la fecha no ha producido sino un resultado: seis mil peruanos muertos y desaparecidos. Como "divertimiento militar" puede ser muy útil, pero como solución política es un fiasco. -