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EL CALVARIO DEL TEOREMA SAVARY

Un millón de manifestantes se oponen en París a que la educación sea un servicio público, unificado y laico

30 de julio de 1984

Este 24 de junio más de un millón de personas marcharon por las calles de París contra el proyecto conocido como "plan Savary", o sea el intento del gobierno socialista de crear un gran servicio público, unificado y laico de enseñanza. Tal puja entre partidarios y adversarios de ese servicio no es nueva. Laicos y católicos se han enfrentado en años anteriores con ocasión de ese tema desde 1833, cuando la Iglesia obtuvo por, primera vez el derecho de abrir escuelas primarias.
Incluyéndola entre las 110 proposiciones que presentó a los franceses, Francois Mitterrand cuando era candidato presidencial,respondió a una aspiración profunda de una parte de su electorado--en particular el profesorado reagrupado en la pujante Federación de la Educación Nacional (FEN)--escandalizado por la actitud del régimen giscardiano que otorgó en 1977 los mismos derechos del sector público a los establecimientos y a los profesores del sector privado sin reclamar ninguna contrapartida. Así, tras su victoria, Mitterrand ordenó al ministro de Educación Alain Savary estudiar un proyecto de reforma que debía inspirarse en un principio: "Convencer en vez de obligar".
Ocho meses después, sin embargo, Savary rechazaba la idea de "integrar" directamente la enseñanza privada dentro del sistema público defraudando así al electorado laico, y preconizaba una lenta "inserción".
Para ello, el ministro propuso imponer un mayor control sobre las subvenciones públicas otorgadas a los establecimientos privados e incluir progresivamente el profesorado del sector privado dentro de magisterio estatal.
En los medios católicos la reacción suscitada por el proyecto Savary fue desarticulada en parte por el propia Presidente al declarar el 2 de enera del año pasado que "Puede haber una enseñanza privada en Francia pluralista, descentralizada". Francois Mitterrand efectuaba así un re pliegue táctico que fue confirmado dos meses más tarde por el primer ministro Pierre Mauroy quien calificó ese "gran servicio público, unificado y laico" de enseñanza como una simple "perspectiva".
A pesar de este retroceso y de las garantías ofrecidas por Alain Savary en su nuevo proyecto, presentado e 18 de octubre, el episcopado francés la Asociación de Padres de los Alumnos de la Enseñanza Libre (UNAPEL), que cuenta con 850 miembros, decidieron mostrar su descontento organizando cinco manifestaciones en Burdeos, Lyon, Lille, Rennes y Versalles. En esta última localidad reunió, el 4 de marzo pasado, 50 mil personas.
Consciente de que cuando hay manifestaciones es necesario tenerlas en cuenta, el gobierno modificó, una vez más, su proyecto, antes de someterlo el 22 de mayo ante el Parlamento.
Según la ley Savary los municipios podrán negarse a financiar los establecimientos de enseñanza primaria, si al cabo de 8 años más del 50% de los profesores de cada uno de ellos no se ha adherido al magisterio público.
En ese caso, el Estado suministrará la suma correspondiente durante tres años. Por su lado, los liceos y los colegios seguirán siendo subvencionados, lo cual significa que el Estado cubrirá, de manera integral, todos los gastos de los establecimientos privados, católicos o no, por lo menos durante 11 años. La única restricción concierne a los jardines infantiles que, en Francia, no hacen parte de la enseñanza obligatoria. Un jardín infantil privado no puede aspirar a ser subvencionado, según la nueva ley, si en el municipio en donde desea instalarse no funciona por lo menos un jardín infantil público.
Los responsables de la enseñanza privada, como el canónigo Paul Guiberteau, secretario general de enseñanza católica, y el episcopado, han rechazado la ley Savary. Ellos alegan que la integración de los 120 mil profesores al magisterio público y las demás estructuras de gestión propuestas por el gobierno pondrán fin a la especificidad de su enseñanza y a la homogeneidad de sus equipos pedagógicos. Las razones son, en realidad más profundas. La jerarquía católica teme que el Estado y los sindicatos laicos cuestionen--gracias a esos mecanismos de integración--su autonomía educativa, administrativa y financiera.
Como quiera que seá, la manifestación del 24 de junio causó el efecto de un inmenso choque para el gobierno.
Primero porque reduce la esperanza de una parte del electorado de izquierda de instaurar un gran servicio público, unificado y laico de enseñanza en Francia y porque gracias a un debate hábilmente explotado por la oposición liberal y de extrema derecha, la izquierda apareció ante la opinión como un eventual peligro para las libertades. Resulta revelador comprobar, en efecto, que miles de personas desfilaron esta vez no para defender la escuela privada--que posee sólo el 16% de los alumnos- contra la escuela pública, sino porque creían que el proyecto Savary pone en peligro la libertad de escoger. "Y en Francia--dijo a SEMANA un manifestante cuyos hijos van a la escuela del Estado--la libertad no se negocia".
Afirmando que esa manifestación estaha dirigida contra el gobierno, los líderes de la izquierda permitieron a la oposición conservadora (que tambien desfiló el 24 de junio pero nunca hubiera podido reunir un millón de personas) convertir la manifestación en una muestra del descontento que reina en Francia contra el gobierno.
La izquierda ha salido, pues, debilitada políticamente una semana después de su revés en las elecciones europeas al tiempo que, frente a la iglesia, se ha visto obligada a reconocer el dualismo escolar.
Empero, el laicismo está arraigado en Francia desde hace siglos y forma parte de la historia y la cultura del país.
Desde la victoria de la república sobre la monarquía, con la revolución del 14 de julio de 1789 que a nivel filosófico le abrió paso a la razón y la ciencia, se proclamó la necesidad de crear una enseñanza gratuita, única e independiente de las religiones. Aun así, la escuela laica como concepto no pudo afincarse del todo en algunos sectores de la sociedad, como varias provincias del oeste francés, a pesar de la separación de la Iglesia y el Estado. De ahí que desde hace una decada Mitterrand y el Partido Socialista plantearan una reforma educativa para eliminar esos bolsones de educación anómala, que hacen que la escuela pública sólo esté hoy "liberando mediante el saber a los que están ya liberados", permitiendo un sistema social injusto, según los socialistas. "Es posible que hayamos vivido demasiado tiempo en viejas seguridades La escuela de ayer, con su dualidad de funciones, es a la vez reproductora de desigualdades y emancipadora, pero responde mal a una demanda socia creciente", dijo Mitterrand en 1977.
De ahí que los partidarios de la reforma originalmente planteada por el gobierno socialista sean muchos. El 25 de abril pasado, por ejemplo, más de dos millónes de personas se manifestaron en 92 ciudades francesas en favor de la escuela pública y contra la campaña de la derecha sobre la enseñanza privada. En tales actos toma ron parte las mayores centrales sindicales, así como casi todas las organizaciones políticas de izquierda, además de una importante logia masónica. La demostración fue organizada por una coalición de todas estas fuerzas denominada Comité Nacional de Acción Laica (CNAL), dirigido por Michel Bouchareissas. Paradójicamen te, tal manifestación fue al misma tiempo de protesta contra el gobierno, pues sus participantes sostienen que el plan Savary, está lejos de responder a las exigencias de la sociedad actual y ha sido reducido en su esencia, para satisfacer a la oposición. El debate, pues, está lejos de llegar a su fín. -