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Mural del Guernica de Picasso | Foto: Papamanila

ARTE

El camino del Guernica

El cuadro de Picasso fue materializado en París. Hasta 1981 estuvo bajo custodia del Museo de Arte Moderno de Nueva York, que lo cedió a Madrid. Estuvo en el Museo del Prado y desde 1991 el Museo Reina Sofía ha sido su hogar. Pero los vascos han solicitado formalmente su traslado a Guernica.

26 de abril de 2012

La mayor visibilidad de Guernica corre por cuenta de la pintura. La República encargó a Pablo Picasso en 1937 una obra que mostrara el horror de la Guerra Civil y ganara simpatías para su causa. El pintor se mostró renuente al principio, pero después supo de lo ocurrido en Guernica a través de los diarios franceses y accedió.
 
El Guernica, concebido y finalizado entre mayo y junio de 1937 en París, fue exhibido entonces en la Exposición Universal que albergaba la capital francesa. El pintor malagueño ordenó que el cuadro no regresara a España hasta que se instauraran las libertades.
 
En 1981, Estados Unidos, que había conservado la obra para su exhibición en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, cedió el lienzo a España, una vez extinguida la dictadura de Franco. Los museos madrileños de El Prado y, desde 1992, el Reina Sofía han sido su hogar.
 
El traslado de la obra ha sido una reivindicación constante del nacionalismo vasco desde la llegada de la democracia. El grupo del partido nacionalista vasco en el Congreso ha solicitado formalmente el traslado, pero los distintos gobiernos españoles se han negado a hacerlo aduciendo que la fragilidad del lienzo no permite moverlo; una razón que no convence a la población de Guernica.
 
El lema 'Guernica, Gernikara' (El Guernica, a Gernika) está presente en la mayoría de espacios públicos de la Villa y resume el sentir popular. "Creo que el cuadro debería estar aquí, no en Madrid, pero al Gobierno español no le interesa. No tengo muchas esperanzas en que haya un traslado", dice Idurre Baraiazarra, una comerciante de Guernica de 29 años.
 
"Sin ninguna duda, el cuadro debería venir aquí", dice Alberto Iturriarte, un profesor de 52 años. "Este es su sitio natural y nosotros no perdemos la esperanza", sentencia.
 
Con información de AP