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El último plazo

La multitudinaria marcha no tumbó al presidente de Venezuela, Hugo Chávez. Pero el cerco se cierra a su alrededor.

13 de octubre de 2002

Segun sus organizadores, 1.200.000 manifestantes recorrieron este jueves 10 más de ocho kilómetros en la denominada 'Toma de Caracas'. Tal vez nunca se sepa la verdadera dimensión de la protesta pero lo cierto es que las imágenes son abrumadoras. Un verdadero mar de manifestantes que rugía para pedir elecciones anticipadas y referendo revocatorio del mandato de Hugo Chávez.

Fue la "más grande concentración de protesta que ha tenido Venezuela", en palabras del organizador principal, el socialcristiano Enrique Naime. En ella el presidente de la Confederación de Trabajadores de Venezuela, Carlos Ortega, le dio un ultimátum al mandatario para que renuncie.

El plazo es de una semana, o sea "hasta el miércoles 16 y si se niega entonces convocaremos un paro cívico nacional el lunes 21", dijo Ortega. Su propuesta, hecha ante la concentración de la avenida Bolívar, fue respaldada por el presidente de la patronal Fedecámaras, Carlos Fernández, para quien la renuncia de Chávez "no necesariamente debe ser de inmediato. Es suficiente que convoque elecciones anticipadas".

Sea cual fuere el mecanismo el resultado es el mismo. Lo que desea la oposición es una salida constitucional y pacífica del presidente, quien se niega a dejar el poder con argumentos sólidos: no sólo ascendió al Palacio de Miraflores por el voto popular en diciembre de 1998, sino que por el cambio constitucional su mandato sólo podría ser sujeto a un referendo revocatorio en agosto de 2003, es decir, luego de cumplida la primera mitad de su período. El presidente, entre tanto, sigue sosteniendo que se quedará hasta 2021.

El primero en reaccionar ante los anuncios opositores fue el vicepresidente, José Vicente Rangel. "No creo en plazos y menos en paros. El paro va a fracasar porque no están dadas las condiciones", dijo. Por su lado el presidente Chávez está firmemente atrincherado. Hizo lo imposible por hacer fracasar la marcha del 10 y se espera que haga lo mismo con el paro anunciado. La semana pasada ordenó el allanamiento a las residencias de altos oficiales disidentes y políticos, entre otros la del ex ministro de Relaciones Exteriores Enrique Tejera París (ver recuadro), militarizó la capital con un decreto para la creación de ocho zonas de seguridad y organizó frentes sindicales, empresariales y militares paralelos a los de sus opositores.

Por su parte la oposición también ha tratado de dejar atrás el escollo que significa carecer de una cabeza visible al crear la Coordinadora Democrática, integrada por 36 ONG y 14 partidos políticos. Pero su gran debilidad siguen siendo las diferencias internas que las afectan. Para algunos observadores, a largo plazo puede resultar contraproducente para ellos, que lo único que los mantiene unidos es el objetivo común, que es la salida institucional del mandatario. Eso plantearía una situación anárquica en caso de que se salgan con la suya y saquen al mandatario del poder.

Uno de los partidos que está recuperándose y proclama regresar a Miraflores es Acción Democrática. Su presidente y jefe de la fracción parlamentaria, Henry Ramos Allup, dijo a SEMANA en plena marcha del 10: "No queremos un golpe ni que los militares sigan dirigiendo el país. Chávez ha perdido la calle y está solo y aislado. Sólo nos ha traído odio, división, conflictos y miseria. Internacionalmente debe seguir la recomendación de César Gaviria de llamar a elecciones".

El sector castrense también se encuentra profundamente dividido. Además de la cacería de brujas que Chávez ordenó contra 300 oficiales que se le opusieron en la intentona golpista del 11 de abril, hay un gran número de altos cargos actuales que rechazan ser utilizados para servir en "la revolución chavista". Uno de los que se pronunció en contra del gobierno durante la marcha del 10 fue el jefe del Estado Mayor Conjunto, vicealmirante Alvaro Martín Fossa, quien puso su cargo a la orden del Ministerio de Defensa después de denunciar las irregularidades en el manejo de la institución castrense. Pero de ahí a pensar que el Ejército estaría dispuesto a subvertir el orden constitucional con una salida tipo golpe militar parece haber mucho trecho.

"Venezuela es una caldera a punto de estallar", sentenció Ramos Allup, mientras dice con toda seguridad que el gobierno de Hugo Chávez no pasará de la próxima Navidad. Chávez, entre tanto, sabe que tiene la institucionalidad y una buena parte de la opinión pública de su lado. De la forma como juegue esas fichas dependerá que lo dicho por Ramos resulte ser un vaticinio acertado.