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Según tres encuestas recientes, Hollande tiene las tasas de aprobación más bajas que cualquier otro presidente francés en tiempos modernos. | Foto: AP

POLÉMICA

Los problemas públicos y privados de Hollande

La economía está rezagada; su nuevo gobierno ya está bajo fuego y la vida privada del presidente de Francia acaba de ser expuesta en un devastador libro.

6 de septiembre de 2014

Las cosas no pueden empeorar más para el presidente francés Francois Hollande: La economía está rezagada, su nuevo gobierno ya está bajo fuego y su vida privada acaba de ser expuesta en un libro devastador de la exprimera dama.

Sumándose a sus preocupaciones está la posibilidad de que su principal adversario, el conservador Nicolas Sarkozy, lance una campaña política de regreso este fin de semana.

Los acontecimientos han ayudado a arrastrar la popularidad de Hollande a niveles récord a la baja. Tres encuestas publicadas en días recientes muestran que tiene las tasas de aprobación más bajas que cualquier otro presidente francés en tiempos modernos.

Para acabar de ajustar, esta semana, su expareja Valerie Trierweiler describió a Hollande como un mentiroso mezquino en un libro publicado siete meses después de su rompimiento, entre reportes de que estaba teniendo una aventura amorosa con la actriz francesa Julie Gayet.

Trierweiler no sólo difundió detalles íntimos de las infidelidades de Hollande, sino que, además, retrató al líder socialista como alguien que desprecia a los pobres, un grave pecado político para un líder de izquierda que ganó las elecciones el 2012 prometiendo justicia social.

Según la exprimera dama, Hollande en una ocasión se refirió despectivamente a los pobres como "desdentados", una referencia a que no pueden pagar cuidado dental.

La expresión escandalizó a muchos y se convirtió inmediatamente en una de las principales etiquetas en Twitter en Francia. Algunos activistas de derecha que se hacen llamar el movimiento de los 'desdentados' realizaron una pequeña protesta cerca del Palacio del Elíseo la tarde del viernes.

Un visiblemente indignado Hollande se defendió en una conferencia de prensa, insistiendo en que servir a los pobres es su "razón de ser".

Esta nueva tormenta política ocurre apenas días después de que Hollande designó un nuevo gabinete para silenciar a ministros que han criticado abiertamente su política económica y para enviar una señal a favor de los negocios a la Unión Europea.

Pero con una tasa de desempleo mayor al 10 % y sin crecimiento económico, el nuevo gobierno no tenía período de gracia.

Una declaración del nuevo ministro de Economía, Emmanuel Macron, de que estaría abierto a reconsiderar la semana laboral de 35 horas de Francia ocasionó enorme alboroto entre la izquierda francesa.

Unos días después, el ministro del Trabajo, Francois Rebsamen, dijo que quería que los servicios de atención a desempleados del país vigilaran mejor a las personas sin empleo, lo que causó estrépito entre los sindicatos.

Y luego, el jueves, un ministro del nuevo gabinete, Thomas Thevenoud, se vio obligado a renunciar debido a problemas con las autoridades fiscales, de acuerdo con la oficina del primer ministro.

Incluso el primer ministro, el otrora popular Manuel Valls, ha visto su tasa de aprobación desplomarse a cerca del 30 % en las últimas semanas. Él enfrenta un voto de confianza el 16 de septiembre en el que decenas de parlamentarios socialistas que rechazan los recortes de gastos de Hollande podrían tratar de propagar la rebelión entre las filas de la izquierda.

La líder de la extrema derecha Marine Le Pen pidió la disolución del Parlamento para organizar nuevas elecciones.

Otra amenaza puede provenir de la corriente principal entre los conservadores, que se reúnen este fin de semana en Niza después de un par de años de división y alboroto. Muchos esperan que Sarkozy anuncie su candidatura al máximo cargo del partido, un primer paso hacia una eventual candidatura para recuperar la presidencia en el 2017, después de perder frente a Hollande en el 2012.

El mandatario francés insistió el viernes en que no permitiría que la avalancha de malas noticias lo desanimara.

"He sido elegido por cinco años por el pueblo francés. No hay ninguna encuesta... que puede interrumpir mi mandato", aseguró.