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La maldición del número 39 en Afganistán

El número 39, asociado con el mundo de la prostitución en Afganistán, se ha convertido en un gran objeto de controversia en la conservadora sociedad del país asiático, donde muchos no lo quieren ver ni en pintura.

Fawad Peikar, agencia EFE
18 de febrero de 2012

Cuenta la leyenda que el mito en torno a estos dos dígitos surgió en la ciudad occidental afgana de Herat, a raíz de que un conocido proxeneta local usara números de teléfono y taxi vinculados al 39.

Con el paso del tiempo, la superstición lo ha convertido en una cifra maldita que cuenta con un amplio ejército de detractores en los ámbitos del comercio, la educación e incluso al máximo nivel político.

Algunos se lo toman muy en serio y han protagonizado campañas en contra del número, instando a la población a abstenerse de comprar vehículos con una matrícula que contenga esos dos dígitos y de colgar referencias al mismo en oficinas o escaparates.

La preocupación alcanza tal nivel que un coche con matrícula que empiece o acabe en 39 cuesta habitualmente en Afganistán la mitad del precio original.

"Compré un coche por 7.000 dólares hace años y ahora me dispongo a venderlo por apenas 4.000 porque la matrícula acaba en 39", relató a Efe el comerciante kabulí Mohamed Saber, que se lamentó por la devaluación pese a haber conservado el auto "en buen estado".

Tanto en las aulas de educación primaria como en las de la universidad, son pocos los que desean sentarse en un pupitre que lleve los dos dígitos de la discordia o tener el mencionado número en la lista del curso.

"Un alumno vino a verme después de clase y me pidió que le cambiase el número de registro", dijo a Efe Shabnam Rasikh, una maestra de una escuela de la capital afgana.

Rasikh explicó que sus compañeros "se reían" de él y le llamaban 39 a modo de broma en lugar de por su nombre.

La superstición se convirtió en cuestión de Estado cuando el pasado noviembre la "Loya Jirga" afgana tuvo que saltarse, entre gran polémica, el 39 al numerar la cuarentena de comités encargados de estudiar y debatir un pacto estratégico con EEUU.

La razón esgrimida fue que daba "mala suerte".

"Si los delegados que representan al pueblo afgano ante el presidente nos hacen quedar de esta manera delante de la comunidad internacional, ¿qué se puede esperar de un taxista o comerciante iletrado?", criticó el mulá Ataulá Fauzi, de Kabul.

"Es un simple número que carece de significado en la religión islámica. Solo la mentalidad incorrecta de algunos conduce a pensar otra cosa", subrayó Fauzi en declaraciones a Efe.

El mulá agregó, no obstante, que cuando el profeta Mahoma se convirtió en el mensajero de Alá tenía justamente 39 años, y que una mujer pasa 39 semanas de embarazo antes de dar a luz a su hijo.

"Necesitamos el número 39 para todo en la vida", bromeó.

La estigmatización de la cifra ha llevado a algunos jóvenes universitarios afganos a lanzar un movimiento a través de la red social Facebook en defensa del 39 ante sus "enemigos", que ha pasado por cambiar los perfiles y números de contacto de los participantes.

"Queremos cambiar la mentalidad de la gente que cree que el número 39 está asociado a la prostitución y los proxenetas", mantuvo a Efe Wais Barakzai, una de las impulsoras de la iniciativa.

La página tiene ya 65.000 seguidores en la red, algunos de los cuales han colgado carteles en las ventanillas de sus vehículos o han comenzado a pregonar entre familiares y amigos que el dichoso 39 no es tan malo como lo pintan.

"Hay muchos que se oponen a este concepto erróneo y que quieren luchar por modificar la mentalidad dominante", aseguró la joven Barakzai.
 
EFE