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| Foto: Policía Nacional

REPORTAJE

Así funciona la mafia que saquea submarinos

La búsqueda de estas naves puede generar más de 3.500 millones de euros al año, según técnicos del Patrimonio cultural de la UNESCO.

17 de noviembre de 2018

Algunas llevan siglos en el fondo de los mares Adriático y Jónico. Con multitud de riquezas incrustadas entre conchas, los tesoros sumergidos de Albania están en el blanco de los saqueadores submarinos.

Desde 2006, una asociación estadounidense, RPM Nautical Foundation, identificó una cuarentena de restos submarinos a lo largo de 450 km de costa albanesa, un patrimonio desconocido por muchos.

Llegaron allí desde navíos de la Antigüedad, principalmente romanos, quizá algunos fenicios, griegos o ilirios, remontándose en algunos casos al siglo VII a.C, pero también desde buques de guerra contemporáneos.

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En la actualidad, "la mayoría de las riquezas que reposaban a entre 20 y 30 metros de profundad han desaparecido casi por completo, sin dejar rastro", lamenta el arqueólogo e historiador del arte Neritan Ceka.

Pues, si bien las aguas albanesas estuvieron vetadas a los submarinistas extranjeros durante la dictadura comunista (1944-1990), durante la cual el país estaba regido por una autarquía, en la actualidad todos pueden acceder, y más teniendo en cuenta que el país, empobrecido, no cuenta con medios suficientes para ejercer un control estricto de sus costas.

Una situación de la que sacan tajada los cazatesoros submarinos, que buscan tanto tesoros antiguos como metales de los buques modernos.

"Fui uno de los primeros testigos de esta riqueza extraordinaria al bucear a principios de los años 1980", subraya Neritan Ceka. "Vi ánforas, piezas de cerámica, objetos arqueológicos que ya no están allí... Se han saqueado [los fondos] de manera bárbara".

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Según él, "respecto a a los restos que están cerca de la costa [...], albaneses y extranjeros colaboraron para traficar con objetos arqueológicos".

Resulta difícil saber a cuánto asciende, en Albania, el total del tráfico de obras antiguas.

A escala mundial, genera un volumen de negocio de más de 3.500 millones de euros al año, según una estimación de Auron Tare, un albanés que preside el Consejo científico y técnico del Patrimonio cultural de la UNESCO.

- Acero precioso -
"Lo que es seguro, es que esta caza del tesoro submarina puede reportar mucho" dinero, asegura Moikom Zeqo, arqueólogo marítimo.

Él mismo participó del descubrimiento de un navío romano del siglo II a.C, con cientos de ánforas parecidas a las pueden verse en los restaurantes más lujosos de Albania o en colecciones privadas.

Este tipo de objeto pueden venderse por hasta 100 euros en Albania. Las cerámicas se subastarán por mucho más en Europa occidental.

La campana del navío austrohúngaro SS Linz, que naufragó con sus 1000 pasajeros tras haber tocado una mina en marzo de 1918, terminó en la colección privada del organizador de la colección submarina, en Austria, según Auron Tare.

"Esos objetos deben ser devueltos a Albania", sostiene.

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Pero los saqueadores también andan en busca del acero, de muy alta calidad, de los buques de guerra, utilizado para fabricar material médico u otros equipos científicos. Se vende al precio del metal precioso marcado en las bolsas internacionales.

"Para retirar los cascos y sacarlos de los fondos marinos, los saqueadores emplean dinamita", explica Ilir Capuni, investigador especializado en el medio submarino.

- Pocos medios -
En 1941, el barco-hospital italiano Po fue torpedeado por los británicos frente a las costas de Vlore (suroeste). A bordo iba, como enfermera, la hija del ‘duce‘ Benito Mussolini, Edda Ciano, que sobrevivió.

Todos los objetos que transportaba desaparecieron: la campana, la brújula, el telégrafo, los faros, la vajilla... Algunas piezas, compradas de primera mano a 5.000 euros, fueron revendidas por hasta veinte veces su precio original a coleccionistas, según Ilir Capuni.

Desde junio, una ley establece que los restos de navíos son bienes del patrimonio cultural y que los equipos de buzos deben contar con unos permisos especiales.

Además, la policía albanesa cuenta con el respaldo de Interpol para encontrar el rastro de los objetos sustraídos, según el director de la policía criminal Eduart Merkaj. Sin aparente éxito hasta la fecha.

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Para Luan Perzhita, director del Instituto de Arqueología de Albania, la solución podría pasar por crear un museo, si bien se trata de un proyecto demasiado caro para la delicada economía albanesa.

Según Neritan Ceka, el Estado solo dedica 30.000 euros al año a la arqueología.

"Albania nunca se dio el lujo [...] de entender la extraordinaria importancia de esta riqueza para la historia del país y para las civilizaciones mediterráneas", lamenta Auron Tare.