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El Presidente Trump comienza la parte final de su mandato con el Gobierno cerrado | Foto: JORGE RESTREPO

ESTADOS UNIDOS

El segundo round de Trump

El presidente estadounidense comienza la parte final de su mandato con el gobierno cerrado, los mercados estancados, resistencia en su partido y un muro por hacer. ¿Logrará sobreponerse o caerá noqueado en las elecciones de 2020?

12 de enero de 2019

Si los primeros días de enero sirven para pronosticar cómo será el resto del año, 2019 puede convertirse en una pesadilla para Donald Trump. Su fijación por construir un muro en la frontera con México provocó un cierre parcial de la Administración, que la semana pasada completaba tres semanas. Afecta a unos 800.000 empleados federales que no están recibiendo su sueldo.

Además, los demócratas retomaron el control de la Cámara Baja del Congreso, en donde, aparte de bloquear iniciativas presidenciales como la del muro, están removiendo el incómodo tema de la posible confabulación de Trump con Rusia en las elecciones de 2016. En relación con ese tema, que investiga el fiscal especial Robert Mueller, el jueves llamaron a testificar públicamente a Michael Cohen, antiguo abogado de Trump. De comprobarse que el mandatario estuvo implicado en la llamada ‘trama rusa’, las consecuencias serían devastadoras para él: si bien la posibilidad de un impeachment es remota, su reelección estaría en serio peligro.

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Para rematar, Mitt Romney, senador de su partido y excandidato presidencial, publicó una carta en el diario The Washington Post en la que sentenció que el presidente “no ha estado a la altura del cargo”. Estos hechos se acumulan en un momento decisivo para Trump, quien comienza la segunda mitad de su periodo con la mirada puesta en las presidenciales de 2020.

Logros y fracasos

Nadie esperaba que el multimillonario que llegó a la Casa Blanca resultara un estadista brillante, pero sus dos primeros años han sido más caóticos de lo anticipado. A pesar de que su partido tuvo el control total del Congreso y no enfrentó graves crisis externas, por el momento solo puede mostrarles a sus electores resultados más bien modestos. Algo que lo deja mal parado de cara a la campaña de 2020. Al respecto, Gayle Alberda, profesora de Ciencias Políticas de la Universidad de Fairfield (Connecticut), le dijo a SEMANA que “la mayor parte de lo que hacen los presidentes durante la segunda mitad del primer mandato está orientado a hacer campaña. Para Trump, cumplir las promesas que hizo será la prioridad. Necesita alcanzar los objetivos pendientes para mostrarles resultados a sus electores” .

Sus logros principales pueden resumirse en un párrafo. Les dio beneficios tributarios a las empresas, con lo que supuestamente creó miles de empleos. Se retiró del Acuerdo de París sobre cambio climático, una de sus promesas de campaña, con devastadores resultados potenciales en el mundo. Inclinó la Corte Suprema a la derecha con la elección de dos jueces conservadores (Brett Kavanaugh y Neil Gorsuch). Obtuvo una ley bipartidista para reformar la justicia. Y renegoció el tratado de libre comercio con México y Canadá (TLCAN), con resultados aún por verse.

Aunque nadie esperaba que el millonario FUERA un estadista brillante, sus dos primeros años han resultado más caóticos de lo anticipado y sus LOGROS son más bien modestos

Pero sus deudas con ese mismo electorado se acumulan. La más visible es la construcción del muro en la frontera sur de Estados Unidos, iniciativa que se ha convertido en la piedra angular de su gobierno.

Un artículo reciente de The New York Times explica que el tema del muro comenzó como un truco mnemotécnico de los asesores del entonces candidato republicano, para recordarle que debía hablar sobre el endurecimiento de las medidas migratorias durante la campaña. Pero Trump, un mal alumno, empezó a mencionar en sus discursos la construcción literal de un muro físico, y la idea le encantó a sus seguidores, que convirtieron en coro la frase “Build the wall!” (“¡Construye el muro!”).

En ese escenario, no se trata de una simple cuestión de honor, como se ha insinuado, sino en un símbolo que podría sacarlo de la presidencia de no materializarse. Tanto es así que el mandatario ha sugerido la idea de decretar el estado de emergencia nacional, que mediante el uso de poderes especiales le permitiría saltarse al Congreso para buscar la financiación del muro.

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“Si tengo que hacerlo, lo haré”, dijo en su visita del jueves pasado a la frontera. Pero esta jugada encierra riesgos, pues tiene altas probabilidades de terminar declarada inconstitucional en una corte. Y aunque de Trump cualquier cosa puede esperarse, al cierre de esta edición aún no se había decidido.

Pero quizá más importante que el muro es que el éxito económico del que tanto se ufana podría sufrir un golpe en los próximos meses. La guerra comercial que declaró a China para subir los aranceles de los productos importados de ese país le está estallando en la cara. El enfrentamiento de las dos máximas potencias económicas ha estancado la economía global y golpea duramente la industria estadounidense. El anuncio de que las ventas de Apple habían disminuido el año pasado dio un campanazo de alerta en ese sentido. Por el momento, los dos gobiernos buscan un acuerdo que les permita salir del problema, pero sin mostrarse débiles.

Otros asuntos, como el postergado desmonte del Obamacare, las hasta ahora fallidas negociaciones con Corea del Norte, la retirada de las tropas de Siria y Afganistán, y la salida de los miembros más experimentados del gabinete también podrían pasarle factura y mover la balanza en 2020 a favor de los demócratas.

Con el enemigo adentro

Además de su personalidad arrogante y pugnaz, Donald Trump desconoce o le tiene sin cuidado cómo funciona una democracia. “Su falta de respeto por los expertos y su creencia de que sabe más que todos puede convertirse en un desastre. Hasta el momento ha despedido o causado la renuncia de muchas de estas personas, y se está rodeando de gente que le dice sí a todos sus caprichos. A futuro, esa será una decisión muy poco inteligente”, dijo a SEMANA Steffen Schmidt, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Estatal de Iowa.

Esa decisión ya lo está aislando de su propio partido, que tendrá que decidir apoyarlo o buscar nuevos rumbos. Como señaló la revista The Economist en una portada reciente titulada “The Trump Show, Second Season” (“El show de Trump, segunda temporada”): “Muchos republicanos en el Senado están en medio de un dilema que ahora les es familiar. Hablar [en contra de Trump] y arriesgarse a perder sus puestos en las primarias; o quedarse callados y arriesgarse a perder el partido y sus conciencias”.

Como presidente, Trump tiene la primera opción para representar al partido en las elecciones de 2020. Pero figuras como el propio Romney o Jeff Flake, críticos del magnate, podrían buscar la postulación del partido o como independientes. La última vez que algo así sucedió George H. W. Bush y Ross Perot dividieron el voto republicano y beneficiaron a Bill Clinton, quien se convirtió en presidente en 1992.