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¿RESURGE EL PODER NEGRO?

La minoría negra dará su gran batalla en las elecciones presidenciales

24 de octubre de 1983

La estrella de la campaña electoral ya en marcha en los Estados Unidos no será el famoso "bloque de los indecisos" que en comicios anteriores le ha dado la victoria a determinado candidato. Desde ya los estrategas de los partidos tradicionales han definido quién va a jugar un papel decisivo en la lucha por la presidencia de la nación: la minoría negra.
Si bien ésta no es lo suficientemente poderosa como para imponer por sí sola el nombre de determinado candidato, se anticipa que el potencial electoral de la gente negra puede dirigir hacia un lado específico el fiel de la balanza.
Apartados tradicionalmente de la política, en los últimos meses los negros han sido objeto de una presión sin par, nacida en las mismas filas de la minoría, cuyo fin es el de demostrar a toda la nación que deben ser mirados con más cuidado desde Washington.
Al cumplirse veinte años desde que la ley de igualdad de derechos civiles fuera firmada por el presidente Kennedy, la verdad es que pocos negros pueden decir que han alcanzado "el sueño americano". Las cifras son elocuentes: de los Casi 23 millones de norteamericanos de ancestro africano, unos diez millones están por debajo del nivel de pobreza y recurren a la seguridad social como único medio para sobrevivir. igualmente, más o menos la mitad del medio millón de reclusos en Estados Unidos es gente de color y se calcula que uno de cada cuatro jóvenes negros se ve envuelto en un hecho delictivo antes de cumplir los 22 años.
Los datos sobre el desempleo son, también, expresivos: la desocupación llega al 21% mientras para todo el país la cifra es igual al 9.5% entre los jóvenes negros la tasa de desempleo alcanza la increíble proporción del 53%.
Tan desolador panorama es en buena parte resultado de las políticas de la administración Reagan. Desde que el actual Presidente llegó a la Casa Blanca, el gobierno federal ha venido recortando continuamente los programas de seguridad social originalmente destinados a mejorar la calidad de vida de los grupos más pobres. Inesperadamente, ello ha sido causa de un renacer del movimiento negro, que viviera su mejor época en la década de los sesentas, y que ha tomado fuerza repentina tanto en las zonas rurales, como en las áreas urbapas o industriales del este, donde se agrupa el 91% de los afroamericanos.
No obstante, en esta oportunidad la inconformidad se manifiesta básicamente a través de los canales políticos.
En lo que va corrido del año dos hechos locales--las elecciones para alcalde en Chicago y Filadelfia--han demostrado a los líderes negros que con el debido estímulo se pueden lograr niveles de votación cercanos al 100% por parte de los electores de color. Lo que tal proporción plantea a la hora de una elección presidencial, teniendo en cuenta el creciente abstencionismo entre los blancos, genera implicaciones políticas de fondo.
Entre los inspiradores del cambio se destaca el nombre del reverendo Jesse Jackson, quien a los 41 años aparece como la figura predominante dentro de su gente. Hijo ilegítimo de un estudiante de colegio, Jackson dejó en 1965 la universidad para unirse al movimiento de Martin Luther King Jr asumiendo, a la muerte de éste, el rol del discípulo preferido. Sin embargo, algunas disputas con su colega lo llevaron en 1970 a crear su propio movimiento: Push (sigla de Gente Unida para Servir a la Humanidad) el cual ha logrado constituirse en una especie de plenipotenciario de los derechos de la gente de color, debido a una serie de publicitados contratos con compañías como Seven Up, BurgerKing o CocaCola, en los que ha conseguido mejoras de consideración a los empleados negros de dichas firmas.
Tales conquistas, así como una inagotable actividad proselitista, lo han hecho extremadamente popular a todos los niveles, excepto ante algunos líderes negros quienes no ven con buenos ojos el temperamento beligerante de Jackson para con la mayoría blanca. El activismo de Jackson tiene como propósito central inducir a la gente a votar, ya sea en elecciones estatales o locales. Con frecuencia el reverendo cita la fase de Luther King que dice que "el paso más importante que una persona puede dar es aquel que conduce a la urna de votos ".
El nuevo fervor que se ha despertado en torno al líder ha estimulado la idea de un candidato negro a la Presidencia. En repetidas ocasiones Jackson ha hecho la insinuación de que eventualmente podría lanzarse a la carrera por la nominación del Partido Demócrata. Sin embargo, tal posibilidad ha tratado de ser eliminada a toda costa por los dirigentes de esa colectividad, afirmando que un aspirante negro abriría "profundas heridas" en el seno de ese partido, con lo que los únicos beneficiarios serían los republicanos.
El fenómeno de polarización de fuerzas entre blancos y negros, recientemente vivido en Chicago, da testimonio de dicha posibilidad. Con todo, la última decisión no ha sido tomada por parte de Jackson. El pasado 27 de agosto en la marcha llevada a cabo en Washington, en conmemoración al famoso discurso "Tengo un sueño" que Martin Luther King pronunciara en 1963, el dirigente tocó el tema tangencialmente sin dar respuesta al interrogante sobre su candidatura y sin hacer caso a las voces de la multitud que lo urgian a dar un sí.
Según se rumora, la actitud aconsejada a Jackson por sus asesores es la de olvidar sus aspiraciones y utilizar, en cambio, sus posibles votos para lograr concesiones de fondo con los actuales candidatos demócratas. El anti-reaganismo que se palpa en los negros es tal que los demócratas saben que con el apoyo de líderes como Jackson se puede asegurar la derrota republicana en noviembre de 1984. -
Ricardo Avila, Corresponsal de SEMANA en USA -