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"SOLIDARIDAD CONOCE UNA CRISIS DE ESTRATEGIA"

SEMANA entrevista a Solidaridad en París acerca de sus perspectivas tras la ilegalización decretada por el gobierno.

22 de noviembre de 1982

La calma parece haber vuelto a Polonia después de la ola de manifestaciones y huelgas provocadas por la ilegalización del sindicato Solidaridad, el ocho de octubre.
La tensión es, sin embargo, viva en los principales centros industriales y mineros del país y, en particular, en las regiones o ciudades que fueron teatros de graves enfrentamientos: la región de Silesia, Poznam, Gdansk, Wroclaw, Cracovia. La militarización de los astilleros Lenin de Gdansk, bautizados "Astilleros Solidaridad" acabó el miércoles trece con la huelga iniciada tres días antes.
Durante ese lapso, los trabajadores habían recordado sus reivindicaciones: liberación de Lech Walesa y de todas las personas internadas o detenidas, levantamiento del estado de sitio y restablecimiento de Solidaridad y de las demás organizaciones sindicales.
Cracovia y Nowa Huta, al sur del país, poseían, hasta la semana pasada, todas las características de ciudades en estado de sitio. El entierro de Bogdad Vlosik, obrero de las Acerías Lenin, de 20 años, asesinado por un miliciano, se llevó a cabo el veinte de octubre ante quince mil personas. Ningún disturbio fue señalado. Las autoridades de Varsovia no ocultan, por otro lado, la preocupación que les causa el llamamiento a una huelga general de cuatro horas lanzado para el 10 de noviembre, por la Comisión Provisional Nacional Clandestina de Solidaridad.
Las autoridades tendrán que afrontar, además, el poco entusiasmo suscitado por los sindicatos oficiales entre los obreros. El periódico "Zycie Warzaway", citado por "Le Monde", protestó contra la propaganda oficial y las "informaciones falsas" al respecto Las cifras citadas por la agencia Pap son reveladoras: escasas noventa adhesiones en la fábrica Ursus de Gorzow, treinta y tres en la fábrica de camiones FSC de Lublin, doscientos veintitrés en una fábrica de vestidos, y trece en las Acerías de Nowa Huta.
La Iglesia, por su parte, cuya actitud vuelve a suscitar el debate entre los sindicalistas no ha respondido a la invitación de Jaruzelski, formulada el nueve de octubre para discutir las modalidades del viaje que el Papa debe efectuar en Polonia.
"Nosotros interpretamos las medidas del ocho de octubre como un segundo golpe desde la instauración del estado de guerra el 13 de diciembre" nos dijo el responsable de Solidaridad en París, Zbigniew Kowalewski.
"Las nuevas leyes confirman que el golpe del general Jaruzelski tenfa como objetivo fundamental la destrucción del sindicato Solidaridad y demuestran que el gobierno militar, a pesar de sus declaraciones en favor de la reconciliación nacional, ha hecho todo lo posible para cerrar la puerta a una salida negociada en la crisis", agregó.
SEMANA: Las huelgas y manifestaciones de estos últimos días han desbordado las consignas dadas por la dirección del sindicato. ¿No teme que haya, de aquí al 10 de noviembre, otras acciones totalmente incontroladas o abiertamente terroristas?
ZBIGNIEW KOWALEWSKI: Las huelgas que se produjeron en los astilleros de Gdansk y otras ciudades prueban que la dirección de Solidaridad no estaba suficientemente preparada para responder a una acción como la llevada a cabo por el gobierno el ocho de octubre. En ese sentido, la convocatoria a una huelga nacional para el 10 de noviembre es sumamente importante, pues, en nuestra tradición, una huelga de cuatro horas es siempre un signo de advertencia que anuncia una acción de mayor envergadura.
Lo que parece preocupante, por ahora, es que los trabajadores de los grandes centros industriales inicien sus luchas sin esperar esa fecha y las desarrollen aisladamente. Esto no sólo facilitaría la represión sino que crearía las posibilidades de que Solidaridad sufriera algunas derrotas puntuales que podrían afectar la capacidad combativa del movimiento sindical.
La única manera de conjurar este peligro es que la dirección clandestina fije unos ritmos de movilización que permitan canalizar ese potencial explosivo que se manifiesta en importantes sectores de los trabajadores.
Solidaridad es suficientemente fuerte para impedir las actividades de tipo terrorista que podrían seguir en las condiciones actuales en Polonia.
S.: El 31 de agosto hubo manifestaciones francamente hostiles a la Unión Soviética. ¿Cree usted que hay una evolución de los militantes de Solidaridad en este sentido?
Z.K.: El 31 de agosto hubo, en efecto, manifestaciones contra la URSS como potencia opresora y principal apoyo de la dictadura militar en Polonia. Pero el sindicato mantiene su posición. Nosotros respetamos los intereses estrategicos de la Unión Soviética en la zona en la que se encuentra nuestro pais y no reivindicamos la salida de Polonia del Pacto de Varsovia o de los demás organismos de los países del Este de los cuales ella hace parte. Nosotros reclamamos, en cambio, el pleno respeto por parte de los soviéticos de los derechos del pueblo polaco a organizar su sociedad, su cultura, su vida, su economía y su política, de acuerdo con sus aspiraciones profundas.
S.: Después de 108 golpes que ustedes denuncian, ¿cuáles son las perspectivas del sindicato?
Z.K.: En este plano creo que es necesario confesar que Solidaridad conoce una crisis de estrategia.
Después de las manifestaciones del 31 de agosto, la dirección clandestina se planteó, en efecto, dos alternativas: crear las estructuras de una sociedad clandestina o preparar la organización de una huelga general nacional. La dirección optó por la primera pero hoy tenemos que comprobar que esa estrategia no ha ayudado al sindicato a responder a los últimos ataques y que, por otra parte, no corresponde al potencial explosivo que se manifiesta en el país.
En realidad, la dirección clandestina de Solidaridad ha hecho enormes esfuerzos para evitar un enfrentamiento total con el aparato represivo.
S.: ¿Qué piensa usted de la declaración de monseñor Glemp según la cual "la solidaridad entre los hombres existe en el trabajo y en el sentimiento nacional (y) eso no debe ser, necesariamente, una organización"?
Z.K.: Monseñor Glemp condenó en términos muy duros las nuevas leyes y señaló que el paso dado por el poder afectaba en manera muy grave las posibilidades de un entendimiento con las fuerzas sociales. Ahora bien, la declaración a la que usted hace referencia se puede interpretar de dos maneras: si monseñor Glemp quería afirmar que, aunque disuelto, Solidaridad vive y mientras viva y reciba la adhesión de los trabajadores la organización misma no queda eliminada, estamos totalmente de acuerdo con sus propósitos. Si su declaración debe ser interpretada en el sentido de que es suficiente que Solidaridad sea una idea y que no se necesita una organización, nosotros no la podemos aceptar. Nosotros creemos, en efecto, que la vida social de los pueblos no se limita al enunciado o no, a la difusión o no de ciertas ideas. Para ser eficaz en la defensa de los derechos civiles y humanos hay que poseer, además de ideas, organizaciones que las defiendan.
Nosotros lucharemos, pues, para mantener nuestro sindicato en la clandestinidad, para reconquistar su derecho a la existencia y para instaurar, como lo confirmó la dirección del sindicato, una república autogestora en una sociedad autogestora.
José Hernández
(Corresponsal de SEMANA en Europa).