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El EI recomienda Telegram en sus publicaciones de propaganda para esquivar los radares de los servicios antiterroristas. | Foto: Semana.com

TERRORISMO

La APP que usan los yihadistas para comunicarse

Un grupo en la red social de acceso restringido es aprovechado por líderes del Estado Islámico para incitar a otros a realizar atentados terroristas alrededor del mundo.

13 de septiembre de 2016

La mensajería cifrada Telegram, utilizada por un yihadista francés para organizar atentados, está considerada uno de los sistemas de comunicación preferidos del grupo Estado Islámico y constituye un enorme desafío para los investigadores y las autoridades. 

Disponible desde 2013, esta aplicación gratuita para teléfonos móviles, que promete "rapidez y seguridad", permite intercambiar mensajes, fotos y videos con sus contactos, pudiendo llegar a un grupo de hasta 5.000 personas al mismo tiempo. También se pueden crear canales, como en Youtube, para difundir mensajes. 

Desde hace seis meses, el yihadista francés del EI Rachid Kassim utiliza este sistema para instar a sus 330 abonados a cometer atentados en Francia, publicando una lista de objetivos. 

Entre sus abonados está el autor del asesinato de un policía y de su mujer en junio cerca de París, los asesinos del cura de una iglesia del noroeste de Francia en julio y también los miembros de un comando de mujeres, sospechosas de haber preparado un proyecto de atentado con bombonas de gas. 

El público de Telegram parece limitado, porque la mensajería restringe el acceso a su cuenta, que se hace únicamente por invitación, para evitar la vigilancia de las autoridades. Sin embargo, decenas de grupos partidarios del EI se encargan de difundir sus mensajes, multiplicando su audiencia. 

"La infiltración (en la mensajería, con pseudónimo) es posible pero para ello hace falta ser un buen actor y tener grandes conocimientos culturales y religiosos", explica un investigador. 

El EI recomienda Telegram en sus publicaciones de propaganda para esquivar los radares de los servicios antiterroristas, que no pueden acceder a los datos que se difunden, cifrados por una clave aleatoria. 

- Un desafío de 300.000 dólares -Telegram, cuya sociedad matriz está en Berlín, ofrece 300.000 dólares a cualquier persona que sea capaz de descifrar sus mensajes. 

Con más de 100 millones de usuarios, este sistema es "la principal red utilizada por los terroristas", confirmó en mayo el jefe de la Dirección General de Seguridad Interior (DGSI), los servicios de inteligencia franceses, Patrick Calvar. 

"Nos enfrentamos a diario al problema del cifrado, a la multiplicación de los medios de comunicación y a las masas de datos que tenemos que recoger". Según Calvar, el cifrado es "una cuestión importante que sólo las convenciones internacionales podrán regular". 

"Sabemos interceptar los datos cuando A habla con B pero no sabemos descodificar el mensaje porque la clave de cifrado es aleatoria y desconocida por los propios sistemas de mensajería, que hacen de ello una baza comercial", explicó un policía.

Telegram tiene además una función que permite a sus usuarios programar la destrucción de mensajes difundidos, haciendo imposible su recopilación.

Otra dificultad es que los investigadores no saben a quién dirigir sus demandas judiciales. "En Telegram, no sabemos a quien dirigir nuestras solicitudes, no existe ninguna identidad jurídica o un ‘departamento de obligaciones legales‘, como en Apple o Microsoft", lamentó un investigador, lo que hace imposible la identificación de un pseudónimo o de una cuenta.  

A finales de agosto, los ministros de Interior francés y alemán solicitaron a la Comisión Europea que actúe para establecer un marco jurídico para las redes de telecomunicación cifrada, incluyendo los sistemas de mensajerías no europeos, apuntando directamente a Telegram. 

Los fundadores de la aplicación, los hermanos Durov, que abandonaron Rusia por las tensiones con las autoridades, hacen oídos sordos y reivindican la lógica libertaria de su sistema de mensajería.  

Si bien hay cuentas de Telegram que han sido suprimidas tras los atentados del 13 de noviembre en París (130 muertos), "es prácticamente imposible vigilar los millones de mensajes que se intercambian cada hora", advierte un investigador.