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El caos del primer debate presidencial entre Donald Trump y Joe Biden evidencia lo que está en juego en las siguientes elecciones presidenciales en Estados Unidos. | Foto: AP

ESTADOS UNIDOS

¿Trump o Biden?

Después de un criticado primer debate, se inicia la recta final de la campaña presidencial en Estados Unidos. Los últimos días de competencia prometen ser para alquilar balcón. Por: Rodrigo Pardo García-Peña.

30 de septiembre de 2020

No hubo un claro ganador en el debate electoral de Estados Unidos entre el presidente Donald Trump y el exvicepresidente Joe Biden. Las primeras encuestas, en la misma noche del martes, favorecieron a Biden, pero otras, al día siguiente, le dieron el triunfo a Trump. Es poco probable que en ese encuentro se hayan modificado las tendencias de la campaña que, hasta el momento, benefician al exvicepresidente demócrata. Pero habrá que esperar a la incierta recta final en la cual, según lo que se ha visto, las campañas y los aspirantes presidenciales estarán dispuestos a lo que sea.

En especial, en la orilla republicana. ¿Cuándo se había visto que un presidente en ejercicio se convirtiera en vocero de quienes alertan sobre un posible fraude? ¿O sobre fallas en el funcionamiento de las instituciones, en este caso a causa de la epidemia? Ese tipo de alegatos han sido poco frecuentes –o inexistentes– en un país que es ejemplo envidiado por su fortaleza institucional. Pero Trump, ahora, lo ha traído a colación con el argumento de que el coronavirus está afectando la realización de las elecciones. Grave argumento, cuando la enorme mayoría de encuestas que se han hecho y que se siguen haciendo en ese país pronostican una victoria de Biden. ¿Qué busca Trump repitiendo que la pandemia podría obligar a postergar el conteo de los votos y a contemplar –cosa de repúblicas bananeras– que se podría llegar al escenario de una elección no definida?

En la angustia que le genera ir atrás en casi todos los sondeos, Trump parece dispuesto a todo. Y su rival, Joe Biden, no propiamente el más carismático ni el más ágil, no encuentra la manera de zafarse de su incómodo adversario ni de reaccionar de una manera efectiva. Lo único claro es que con seguridad las cinco semanas que faltan para la elección –el 3 de noviembre– la competencia se pondrá dura y que de la mano de un presidente Trump –dispuesto a lo que sea para seguir en el cargo– la primera democracia del mundo podría caer en escenarios cuasi tercermundistas.

En el primer debate, en la noche del martes, quedó claro que Trump y Biden son como el agua y el aceite. Dispuestos, de hecho, a pasar por encima de las reglas de juego en materia de tiempos en el uso de la palabra y de la agenda acordada, o al menos anunciada por un moderador –Chris Wallace– elogiado por un papel similar hace cuatro años, y criticado ahora por su incapacidad para canalizar el debate. “Se sacaron chispas”, dijo El Tiempo, y fue “Una guerra con comida”, según Anthony Zurcher, analista de la BBC. Fueron solo dos ejemplos de los comentarios que suscitó el debate, que reflejan la estupefacción que generó en la prensa mundial. Fue un enfrentamiento curioso entre un presidente en ejercicio, Trump, que en muchos momentos actuó como el retador y no como el mandatario en funciones. Lo cual es entendible por el rezago que lleva en las encuestas, aunque parece haberse reducido en las últimas semanas.

Y en materia de sustancia, poco o nada causó impacto. La mayoría de análisis y comentarios se han centrado en las formas y en los estilos de los dos candidatos. Pueda ser que en los dos encuentros que faltan –y un tercero entre los aspirantes a la Vicepresidencia– se corrija el rumbo. Aunque, en verdad, no es fácil ser optimistas. El estilo de esta campaña está profundamente marcado por la personalidad de Donald Trump y por el auge de las redes sociales y de los medios electrónicos. ¿Será, acaso, que estas son las nuevas realidades de la política? “El debate es sobre Trump”, dijo el editorial de The New York Times.

El escenario no es alentador. El próximo ocupante de la Casa Blanca, no importa que sea Trump o Biden, será el mayor en edad –o casi– en la historia del país, en un momento de auge de nuevas tecnologías, prácticas y creciente participación de los jóvenes. Hasta ahora, ni Trump ni Biden han mostrado capacidad de conexión con estas nuevas generaciones. Las propuestas novedosas sobre cómo enfrentar los problemas internos brillan por su ausencia. Y no se ve por ninguna parte la capacidad de ejercer un liderazgo internacional en un momento crítico.

Biden, es cierto, le importa a la gente, y es un tipo inteligente. A Trump lo empuja la pasión. Pero, hasta ahora, la campaña ha dejado claro que el momento es crítico. Y todavía no ha mostrado que los candidatos tienen clara la fórmula de enfrentarlo.

*Director editorial de SEMANA