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URBINA LARA: ¿DINAMITA DESACTIVADA?

El joven antisandinista salió, voló y habló. Pero aún los enigmas del caso no se disipan

8 de abril de 1985

No era mucho lo que se sabía de José Manuel Urbina Lara hasta poco antes de su salida de Managua. Los más informados (los gobiernos de Costa Rica y Nicaragua) hablaron siempre de un joven que se asiló en la embajada del primer país "para escapar al servicio militar" del régimen sandinista (era quizás lo único en que estaban de acuerdo). La discrepancia radicaba en si Urbina Lara había salido de su refugio por sus propios pies, bajo amorosos apremios de una novia, o si lo había hecho a empujones con una ametralladora tras la espalda. Es decir, si las autoridades de Nicaragua habían o no violado el derecho de asilo el pasado 24 de diciembre cuando Urbina Lara terminó en poder de Tomás Borge. Pero una vez el muchacho llegó a Bogotá, la oveja descarriada --cuyo único delito era huirle al brete de cargar los fierros sandinistas contra los enemigos de la revolución-- se transformó en lobo. Un "contra" cuajado, que pese a sus escasos 23 años ya había empuñado armas contra el gobierno de su país, se instaló entre los periodistas que lo esperaban en el aeropuerto y que lo siguieron hasta un hotel de tres estrellas, desde donde lo primero que hizo fue montarse a la bicicleta de la demagogia antisandinista.
Dijo que durante su detención, fue torturado por el ministro del Interior de Nicaragua, el Comandante Tomás Borge, que le hicieron beber agua salada, que lo alimentaban con arroz, que intentaron sobornarlo, etc. Sus acusaciones alcanzaron hasta al Premio Nóbel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, de quien dijo que se había convertido en un "cómplice de los sandinistas", expresión que utilizó ante SEMANA. El crimen de Pérez Esquivel fue haber acompañado a Borge cuando éste fue a "ofrecerme 100 mil córdobas (3.571 dólares) y la aprobación de mi cuarto año de derecho, si renunciaba por escrito al derecho de asilo". Según Urbina, en esa misma reunión, o sea, delante del Premio Nóbel de la Paz argentino, Tomás Borge amenazó de muerte al estudiante, por no haber éste aceptado la propuesta (según nota de El Tiempo del 7 de marzo). "Se puso muy bravo y me dijo que yo era un "guevoncito" que se iba a morir porque los intereses de la revolución estaban por encima de cualquier vida humana". La cosa, según Urbina, no paró ahí. Una semana después, el ministro del Interior volvió a la celda "y me golpeó con las dos manos en la cara".
Tales "revelaciones" del militante "contra" electrizaron a los medios y la noticia se difundió tan velozmente que al día siguiente de formuladas, Pérez Esquivel, desde Buenos Aires, rechazó las acusaciones y negó que el estudiante hubiera sido torturado durante su permanencia en Managua. A través de un vocero oficial del Servicio Paz y Justicia, el Premio Nóbel indicó que cuando él visitó al joven "le preguntó por la herida de bala que había sufrido en un confuso hecho y (Urbina) respondió que recibía un trato correcto". En realidad, Borge se había hecho acompañar no sólo de Pérez Esquivel sino de un diputado alemán, Hans Matthofer, amigo personal del Presidente de Costa Rica, Luis Alberto Monge. ¿Pudo el veterano comandante sandinista amenazar de muerte al joven sin que los dos serios testigos no hubieran reaccionado de inmediato? "Ese joven miente deliberadamente", declaró más tarde ante un noticiero colombiano el Premio Nóbel.
La enérgica desmentida del argentino no fue el único elemento que le restó credibilidad a las afirmaciones del antisandinista. En dos días, el joven dio al menos tres versiones distintas de su captura el 24 de diciembre pasado. Siempre ratificando que él fue sacado de la embajada. En una versión, Urbina aparece conduciendo un auto y estrellándolo contra la embajada, luego de lo cual sobrevienen los disparos contra él por parte de sus captores. En otra, los disparos inician la captura (no la concluyen): "Yo estaba sólo e indefenso (en la embajada). Ellos aprovecharon esa situación y comenzaron a disparar ráfagas de ametralladora. Un tiro me dio en la pantorrilla". Sin embargo, Urbina no incurre en contradicciones al declarar su militancia política: "Yo formé parte del frente interno de Arde (que comanda Edén Pastora) y (he sido) acusado de atentar con explosivos por lo cual he tenido que pasar dos navidades en la cárcel". Sus preferencias por Arde fueron ratificadas por el ex comandante Cero, cuando habló con Urbina, mediante puente telefónico que le hiciera Caracol en Bogotá. Pastora declaró "héroe" a Urbina y este hizo algo idéntico con Pastora, quien exhortó al joven a reincorporarse a las filas. Pastora quien sabía que el diálogo estaba en el aire, no vaciló en dictarle un número de teléfono en San José (el 32256) para que a su ingreso a Costa Rica contactara a su movimiento para poder pasar a Nicaragua a combatir.
Las consecuencias de ese insólito diálogo no se hicieron esperar. El gobierno de Costa Rica, quien tras el anuncio de Daniel Ortega de estar dispuesto a entregar a Urbina, se había mostrado entusiasmado, llegando a anunciar, por intermedio del Presidente Monge, que estaba dispuesto a conceder asilo político a Urbina Lara si éste lo solicitaba de nuevo con la condición, eso si, de que éste "no participe en actividades militares en contra del gobierno de Nicaragua", tuvo que anunciar el viernes 8, un día después de la proclamación presidencial, que negaría el asilo al estudiante. El canciller costarricense, al parecer, se enteró de la conferencia telefónico Pastora-Urbina e invocó tal razón a dar a conocer la nueva determinación, lo que no fue del agrado del joven quien había manifestado su interés en trasladarse a dicho país para estar cerca de su familia y de sus correligionarios.
A esas alturas, las personalidades internacionales indispuestas con las peripecias del señor Urbina no sóla eran Tomás Borge, Adolfo Pérez Esquivel y los gobernantes de San José, amén de la cancillería colombiana quien le prohibió al antisandinista, al final de la semana, hablar de nuevo con la prensa. Otro Premio Nóbel, el de la literatura, Gabriel García Márquez, también terció en la polémica con acidez. En declaraciones a SEMANA desde México, el escritor colombiano declaró que le parecía "ridículo" el "tratamiento de héroe que se le ha dado en Colombia a un tipo que lo único que ha hecho es eludir su obligación de prestar el servicio militar en un país amenazado por una invasión extranjera". "¿Desde cuándo --se preguntó-- eludir el servicio militar ha sido motivo de asilo?". Calificó además de "indigno" el hecho de que Urbina Lara hubiera sido objeto de un recibimiento en el aeropuerto por parte del canciller colombiano y de los embajadores de los países de Contadora acreditados en Bogotá. En realidad, la presencia de los diplomáticos a la llegada del joven obedeció a razones de peso. Contadora, por intermedio del presidente Belisario Betancur, se comprometió en Asunción a convertirse en depositaria del estudiante, mientras éste decidía a qué país pedir asilo. Con tal oferta culminaba, ciertamente, la gestión del Grupo destinada a superar el incidente que había frustrado la reunión del 14 y 15 de febrero pasado.
Al finalizar la semana, SEMANA habló con Urbina, en el estrecho cuarto del hotel que le ha sido asignado por el gobierno colombiano. Custodiado por dos celosos escoltas de extranjería del DAS, el robusto estudiante señaló que él no había participado en la lucha para derribar a Somoza. "En 1979 yo era un chaval de 14 años y no pasé de distribuir algún volante", dijo. Su enojo afloró cuando se le preguntó su opinión sobre el desmentido de Pérez Esquivel: "Ese hombre se aprovecha de ser un Nóbel para ayudar a los sandinistas a mentir sobre mi país". Al decir esas frases levanta las manos y congela la mirada, que segundos antes parecía cordial. Tumbado sobre una cama en desorden, cuesta trabajo creer que ese ex estudiante de Derecho es el mismo que ha protagonizado el incidente que estuvo a punto de fulminar a Contadora. Es cuando la pregunta, una y otra vez formulada por los analistas, cobra renovado vigor. ¿Lo del 24 de diciembre fue sólo un desatino de Urbina (salir a la calle a sabiendas de que podría ser capturado) o, en la otra versión, un desatino de la policía sandinista (aprehenderlo a sabiendas de su status de asilado? Hay quienes insisten en que un suceso de implicaciones tan vastas no pudo ser producto del azar. En primer lugar se preguntan, ¿por qué la embajada de Costa Rica, --quien no ignoraba el delicado momento político de Contadora y comprendía lo grave que era tener un asilado nicaraguense en sus manos-- dejó al antisandinista totalmente solo ese 24 de diciembre en la sede diplomática? Una fuente de SEMANA en Washington sostiene que dos miembros de la Comisión de Relaciones entre Estados Unidos y Centroamérica al frente de la cual está Robert White, ex embajador norteamericano en El Salvador --que prefieren no ser identificados, creen que el incidente no fue algo casual, sino producto de "esfuerzos deliberados" de organismos interesados en "torpedear" a Contadora. Lo declarado por Urbina abonaría la tesis contraria, de que fueron las autoridades de Managua las creadoras del hecho, es decir, las interesadas en obstruir en ese momento a Contadora. Si eso es así, ¿cómo explicar entonces la liberación del estudiante, determinación de Managua que indiscutiblemente relanzó a la arena política las gestiones del grupo? Por otra parte, la hostilidad de Arde y en general de todos los grupos "contras" hacia las labores de Contadora, es un hecho plenamente documentado. Ellos creen que dichas tratativas sólo benefician al poder sandinista pues son un obstáculo --en últimas-- a la militarización de Costa Rica.
El "misterio Urbina" continuará pues. Lo interesante es que el incidente por él protagonizado ha perdido por ahora, su carácter explosivo. Es un taco de dinamita al que le han retirado el fulminante.--