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| Foto: El Universal

Elecciones

Así fue como la abstención eligió alcalde en Cartagena

El electo alcalde, Quinto Guerra, tendrá que enfrentar por un lado la mínima aceptación de los cartageneros reflejada en la abstención del 77 por ciento, y, por otra parte, que la Procuraduría hará todo lo para evitar que tome las riendas de la ciudad.

7 de mayo de 2018

Cartagena eligió alcalde en una de las elecciones menos concurridas de su historia. Con 72.000 votos, en medio de una abstención del 77 por ciento, el exconcejal conservador Antonio Quinto Guerra ganó unos comicios marcados por la apatía de los ciudadanos y el bajo despliegue de la maquinaria electoral en comparación con otras jornadas.

Cuando aún la Registraduría no había concluido el conteo de los pocos votos con que Guerra se hizo con la alcaldía, la Procuraduria salió a insistir en que el candidato electo estaba inhabilitado por lo que, anunció, formulará una demanda de nulidad electoral ante el Consejo de Estado.

El ambiente en Cartagena fue de soledad durante toda la jornada electoral. Aquellos puestos de votación que suelen ser neurálgicos, esta vez abrieron sus puertas con filas de menos de 20 personas. A las afueras, las conversaciones ni siquiera giraban en torno a los candidatos, sino al debate nacional Uribe-Petro o al eterno eslogan ciudadano del desencanto político: “siempre son los mismos con las mismas”.

Aunque sí hubo transporte de votantes en vehículos con símbolos de campañas -según reportó la Misión de Observación Electoral (MOE)- los lugares históricamente claves para controlar la compra de votos no vivieron grandes emociones. Las mesas con computadores y listas de cédulas a pocas cuadras de los puestos de votación esta vez no hicieron parte del paisaje. Las únicas aglomeraciones y alborotos se vieron en las tiendas de esquina durante el súper clásico Barcelona versus Real Madrid.

Menos plata para comprar votos

¿Qué hay detrás de esto? Por un lado, como explica Pablo Abitbol, profesor de ciencia política de la Universidad Tecnológica de Bolívar, el fenómeno suele ser común en este tipo de elecciones pues, al no estar atadas a la escogencia de otros cargos como concejales o diputados, las maquinarias no se activan en las mismas proporciones.

Jesús, un bicitaxista que trabaja en los alrededores del puesto de votación del barrio Manga, está de acuerdo: “Llevo 30 años votando y siempre es lo mismo: ni en las atípicas, ni en las de Presidencia se ve casi plata”.

El factor dinero también se vio particularmente afectado por el momento electoral: “Las casas políticas acaban de gastar grandes cantidades en las elecciones legislativas y lo que les queda lo están guardando para las presidenciales”, explica Abitbol.

Tal vez por eso, durante las primeras horas, algunos puestos congregaban más personas alrededor de sus instalaciones que dentro de ellas. “La gente no llega temprano porque quiera votar, sino buscando quién le da”, decía un mototaxista afuera de la Institución José de la Vega (que recibe votantes de las faldas de La Popa), a lo que una mujer le respondió: “Yo estoy esperando así sea los 10, los 20”.

Jesús, el bicitaxista, tiene otra teoría y es que los votos se amarraron desde antes. Revela que a él y sus colegas, por ejemplo, el candidato ganador les pagó $30.000 semanales durante dos meses por llevar en su bicicleta una pancarta de su campaña; además, asegura que les dio almuerzo gratis durante el mismo periodo en su sede de campaña.

Desencanto ciudadano

Por el lado del llamado “voto de opinión” la situación no fue menos compleja. Las cifras evidencian la frustración de la ciudadanía a causa de la inestabilidad administrativa: el 67 por ciento de los cartageneros cree que los cambios constantes de alcalde (este que acaba de ser elegido es el noveno en seis años) afecta su calidad de vida, según la última encuesta de Cartagena Cómo Vamos.

En estos casos, la decisión al parecer fue mirar hacia otro lado: “Es contradictorio porque uno ve que la ciudadanía es cada vez más consciente de la relación entre pobreza y corrupción, pero no se vuelca a las urnas a decidir por su destino”, asegura Carolina Calderón, directora de Funcicar, una organización civil que trabaja en pro de la democracia.

Pero para los habitantes de Santa Cruz del Islote, una pequeña isla más cerca de Sucre que de Cartagena, la abstención fue un acto de resistencia como respuesta al abandono por parte del Estado. Según Ana María González, vocera regional de la MOE, las votaciones solo iniciaron luego de una negociación entre la comunidad y los miembros de la Registraduría; sin embargo, la protesta se mantuvo y solo votaron 34 de los 411 habilitados.