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INFORME ESPECIAL

Belmira, la fábrica de agua y energía

Antioquia, un departamento rico en agua, responde por el 30 por ciento de la energía del país. Allí queda este majestuoso páramo, donde nace el 70 por ciento del líquido que consumen los paisas.

17 de septiembre de 2016

Luis Fernando Chavarría lo sabe: aquel oficio al que le ha dedicado la mitad de su vida le está quitando el agua a la tierra que le dio todo. “Mi trabajo es la ganadería y hago lo que hace un ganadero: madrugar, ordeñar y laborar en la finca. Uno sabe que esta actividad tiene gran impacto negativo, porque se utilizan muchos agroquímicos que están acabando con el medioambiente. Pero es la forma que tenemos de sobrevivir”, dice.

A 129 kilómetros de Medellín queda el municipio de San José de la Montaña, al norte de Antioquia, con 127 kilómetros cuadrados y 3.800 habitantes. Parte de sus montañas se conocen como el Sistema de Páramos y Bosques Altoandinos del Noroccidente Medio Antioqueño: 42.600 hectáreas de un territorio rico en agua.
En lo más alto, a 3.350 metros, queda el páramo de Belmira (Santa Inés), la fábrica de agua del Valle de Aburrá. Allí nace el 70 por ciento del líquido que consumen los 3,5 millones de habitantes de esa región y las más de 35.000 personas que viven en los municipios aledaños. Allí, Chavarría tiene su finca y sus vacas.

El páramo se llama Santa Inés por la quebrada que nace en su territorio. En marzo el gobierno delimitó este ecosistema. Y se supone que desde entonces quedaron prohibidas todas las actividades económicas que podrían hacerle daño.

En San José de la Montaña la gran mayoría de campesinos vive de la leche. Durante muchos años las reses han venido ganándole espacio al páramo. Al llegar se ven grandes potreros que devoran buena parte del bosque. Diego González Marín, ganadero de Belmira, cree que más del 70 por ciento de esa tierra se dedica a dicha actividad.

Adolfo Correa, biólogo de Corantioquia, dice que una de las principales amenazas de estos ecosistemas es el crecimiento agropecuario desmedido y la ganadería extensiva. “Nuestros campesinos creyeron que ganarían más tumbando la cobertura vegetal para darle paso al ganado. Pero la verdad es que por cuenta de esto cada vez ganarán menos”, comenta.

Sin embargo, los paisas han hecho enormes esfuerzos para proteger su agua. La Corporación Cuenca Verde, una alianza público-privada, lidera una de las estrategias. Su directora, María Claudia de la Ossa, dice que si bien los problemas actuales siguen, “buscamos que la gente entienda que el agua no se renueva y que por eso hay que cuidarla. Aquí los capacitamos, vamos a los municipios y les enseñamos todo lo que deben saber en términos de conservación”.

Cuenca Verde también puso en marcha el modelo de fondo de agua en la región, que busca, a través de la reforestación y la protección de bosques de ribera y nacimientos, cuidar el agua que viene de la parte alta de la cuenca. Y a este propósito se unieron el municipio de Medellín, Postobón, EPM, Cornare, el Grupo Nutresa, Área Metropolitana del Valle de Aburrá, Coca-Cola y la Alianza Latinoamericana de Fondos. Ya han firmado 108 convenios, protegido 109 nacimientos, impactado 3.209,4 hectáreas y beneficiado más de 157 familias.

Fortuna verde 

Colombia tiene el 50 por ciento de los páramos del mundo, que ocupan el 2,5 por ciento de la superficie total del país a lo largo de 36 complejos.

En el caso de Antioquia, el 70 por ciento del agua del departamento depende del páramo Belmira (Santa Inés). Este se extiende en 11.100 hectáreas sobre el territorio de Belmira, San José de la Montaña, Entrerríos, San Pedro de los Milagros, San Andrés de Cuerquia, Sabanalarga, Liborina, Olaya, San Jerónimo y Sopetrán. El páramo surte al embalse Riogrande II, el espejo de agua más grande de Antioquia y el único de uso compartido que posee Empresas Públicas de Medellín (EPM) en la región, es decir, que sirve para generar energía y suministrar agua potable. Sus aguas van a dar a la central La Tasajera, que aporta 306 megavatios al Sistema Interconectado Nacional y que se suma a los 405 megavatios de Porce y Guatapé (596 megavatios).

Riogrande II, La Fe y Piedras Blancas son los tres embalses más importantes para el Valle de Aburrá. Estos tres complejos atienden el 91 por ciento de las necesidades de abastecimiento humano. De presentarse un racionamiento, lo sufrirían las 80.000 personas que se nutren de las quebradas Santa Elena e Iguaná, según señala EPM. La empresa confirma que 2015 fue el año más crítico de los últimos diez.

Es tanta la importancia de Antioquia en la generación de energía, que durante el pasado fenómeno de El Niño el país estuvo ad portas de un racionamiento del servicio por los problemas sufridos en la hidroeléctrica de Guatapé. El departamento responde por el 30 por ciento de la energía del país y por cerca del 80 por ciento de su distribución.