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Ciencia y tecnología, el lío de la otra mermelada

Por primera vez el país tendrá casi 1 billón de pesos para financiar la ciencia y la tecnología, pero hay dudas de cómo se repartirá esta plata y cómo blindarla de la corrupción y la politiquería regional.

28 de abril de 2012

Mientras que el gobierno sigue enfrascado en una pelea con los alcaldes y gobernadores para que la deseada mermelada de las regalías llegue a todos los rincones del país, hay otro jugoso frasco, el de los recursos de ciencia y tecnología, que repartirá cerca de 1 billón de pesos al año. Pero ya hay grandes dudas por la forma como serán distribuidos en proyectos de ciencia, innovación y tecnología.

Desde la campaña, el presidente Juan Manuel Santos propuso que el 10 por ciento de las regalías, unos 800.000 millones de pesos, fueran invertidos en programas de ciencia, lo que permitiría crear una de las cinco locomotoras de progreso que propuso en su plan de gobierno. Pero mientras que las grandes universidades, centros de investigación, reconocidos científicos y el mismo Colciencias esperaba que los recursos fueran destinados a grandes programas nacionales de ciencia, innovación y tecnología, a financiar la formación de doctores y mejorar los centros avanzados de innovación, los senadores terminaron saliéndose con la suya.

Los parlamentarios, especialmente donde está el petróleo, el gas y las minas presionaron al gobierno para que la plata se quedara en las regiones y no terminara en las mismas grandes ciudades. Por eso, decidieron repartir los recursos entre los 32 departamentos del país al tomar como divisor el Índice de Necesidades Básicas Insatisfechas. Esto hizo que Córdoba, que no tiene una universidad de gran peso, reciba por ley más plata que Bogotá, Antioquia, Valle o Santander, que es donde se concentra más del 70 por ciento de las mejores universidades, centros de investigación, innovación y grupos destacados de investigación (ver infografía). Incluso Colciencias, que desempeñará un papel fundamental, no recibirá recursos de regalías, ni siquiera para ampliar el programa de formación de doctores.

La filosofía de esta distribución, dice el representante del Huila Luis Enrique Dussán, quien ha desempeñado un papel en este modelo, es avanzar en la regionalización de la ciencia con el fin de cerrar las gigantes brechas que hay entre las grandes ciudades y sus departamentos frente a las regiones más apartadas y más pobres. "Se crea una relación más pareja porque las regiones apartadas necesariamente tendrán que recurrir a las grandes universidades para sacar adelante los programas de ciencia y tecnología, y a su vez, estas entidades que necesitan recursos para fortalecer sus centros de investigación tendrán que trabajar más estrechamente con las regiones, que son las que tienen la chequera".

Si bien el mismo director de Colciencias, Jaime Restrepo Cuartas, no está conforme con la repartición, dice que allí hay una gran oportunidad. Poner a 'maletiar' a los grandes no es malo. "Muestra solidaridad y acompañamiento y les recuerda a los grandes científicos que el conocimiento es la base para resolver los problemas y diferencias de todo el país y no solo las que hay en Bogotá, Medellín o Cali", dice el director de Colciencias.

"Es ridículo que algunos digan que vamos a hacer laboratorios de nanotecnología en Quibdó cuando ni siquiera tienen luz ni fibra óptica, pero lo que sí deberían tener son grupos de investigación y modernos laboratorios en la Universidad Tecnológica para que investigue sobre todas las especies, bacterias, hongos y extracción de moléculas que tienen y que puedan ser usados por la industria química o farmacéutica de las grandes ciudades".

Eduardo Posada, presidente de la Asociación Colombiana para el Avance de la Ciencia, dice que "lo lógico, y es lo que esperamos de Colciencias, que es el órgano rector, es que los recursos sirvan para fortalecer la capacidad de ciencia que ya hay en el país y que no es nada despreciable. Hay 80 centros y 6.000 grupos de investigación de alto nivel y 18.000 investigadores que permitirán dar el salto que el país necesita. Y por ahora, pensar en inventos, en crear aparatos, es una falacia. Eso viene después", dice.

Una de las prioridades que se busca es que haya productos de impacto regional, advierte Colciencias. Por ejemplo, los departamentos de la costa, en asocio con las universidades y Fedegan están trabajando en un ambicioso proyecto para darle desarrollo sostenible y con valor agregado a la ganadería con el fin de hacerla competitiva internacionalmente.

También se busca, dentro de la política del gobierno de reforestar 1 millón de hectáreas, desarrollar programas para tecnificar esta industria, desarrollar proyectos de biotecnología en el Amazonas y programas de investigación en zonas de gran minería como La Guajira y Cesar. Además, se pretende fortalecer, en asocio con el sector privado y los gobiernos locales, programas que llevan a cabo los 80 centros de investigación del país

El enredo de la distribución

Las dudas de gran parte de la comunidad científica se centran en que el esquema que dejó la reforma "va a distribuir dinero por todas partes, en vez de haberlo concentrado, y creen que la plata de Córdoba, Sucre, Vaupés, Guainía o Vichada, por ejemplo, se va a perder o se la van a robar. El país perdió la posibilidad de concentrar esa batería en las universidades y centros especializados", dijo la periodista Salud Hernández a SEMANA.

Para evitar que los políticos regionales se repartan esta mermelada o la conviertan en elefantes blancos, el gobierno y la propia ley están creando un complejo andamiaje que también podría ser una traba a la hora de ejecutar los recursos. Toda la plata será manejada por el Ministerio de Hacienda en una cuenta especial, y para que un proyecto sea viable, deberá pasar por un largo proceso.

Los proyectos deben hacerse primero en las regiones y ser presentados con un formato especial ante las direcciones de planeación de las gobernaciones, las que deben certificar que cumplen todos los requisitos y se ajustan a los planes de ciencia y tecnología y a las 74 áreas estratégicas que ya fueron definidas por el gobierno y las regiones. Después, el proyecto es enviado a Colciencias, que los revisa de nuevo y los envía a pares académicos nacionales o internacionales para que los evalúen. Si pasan este filtro, finalmente son enviados al Órgano Colegiado de Administración y Decisión, que es la que finalmente decide si un proyecto se hace o no, fija el monto de los recursos y determina quién lo debe ejecutar.

Ese órgano está conformado por tres ministros nombrados por el presidente de la república, un delegado de la Dirección Nacional de Planeación, un delegado de Colciencias, cinco gobernadores, cada uno en representación de una región, y seis rectores de universidades, cuatro de ellos, públicas. Esa es una crítica que se le hace al modelo, pues por un lado es un comité de políticos y no científico, y por el otro, podría haber dificultades para ejecutar los millonarios recursos, ya que juntar un comité de estos regularmente no será nada fácil.

Lo cierto es que por primera vez el país tiene los recursos para promover el tan anhelado desarrollo de la ciencia y la tecnología. De la forma como Colciencias lo lidere y evite terminar siendo un fortín político y no científico, está el secreto para que la agroindustria, la minería, la ganadería o la biodiversidad se conviertan en una locomotora que saque al país del subdesarrollo científico y económico. Este proceso apenas comienza.