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¡CIPOTE TABANAZO!

Doña Bertha le madruga a sus rivales y se queda con el Partido Conservador

11 de noviembre de 1985

"Esto no puede ser. Al Partido Conservador no se lo pueden robar como si fuera la custodia de Badillo" comentaba a fines de la semana pasada un autorizado vocero del sector pastranista. Recordaba el vallenato de Rafael Escalona para referirse, obviamente, al "madrugón" que le pegó al oficialismo conservador un grupo de viejos ospinistas encabezados por el legendario Carlos Augusto Noriega, el Tigrillo, en unión del movimiento nacional que lidera en Bogotá el representante Gustavo Rodríguez.
Este grupo, que se había opuesto en la Cámara al debatido proyecto de Estatuto Básico de los Partidos, hoy convertido en ley 58, decidió utilizar esa ley para inscribir al conservatismo y registrar unos estatutos y un directorio, diferente claro está del que fue elegido por la última Convención Conservadora de mediados del año pasado, e integrado provisionalmente por el propio Tigrillo, por los concejales de Bogotá, Jaime Casablanca y Melquiades Carrizosa,y presidido, ni más ni menos, que por doña Bertha Hernández de Ospina.
Doña Bertha y sus compañeros en el golpe de mano aseguraron a la prensa que no pretendían robarse al conservatismo, sino precisamente evitar que el grupo que ellos llaman "caudillista" (léase pastranista) se quedara con él y los expulsara a ellos de su seno. El episodio, que en un principio fue visto más bien como rocambolesco, fue adquiriendo mayores proporciones a medida que comenzaron a analizar sus implicaciones. En efecto, teniendo en cuenta los 5 primeros artículos de la ley 58, el grupo de madrugadores cumplió con los requisitos necesarios e inscribió ante la Corte Electoral al Partido Conservador y tiene, según los analistas, buenas probabilidades de que su registro sea aceptado.
Y es que el Tigrillo y otros abogados como Luis Felipe Vergara habían venido estudiando desde hace varios meses el famoso Estatuto de los Partidos para saber cómo afectaba a sus respectivos grupos. Según Vergara "fue fácil concluir que los partidos, al redactar la ley, habían tratado de meter en la contundencia de lo legal, la sutileza de lo político ". Mejor dicho, de lo que acusan los "golpistas" al oficialismo conservador es de haber intentado utilizar una ley de la República para acabar con las disidencias, otorgándole la exclusividad de los símbolos de un partido a su sector mayoritario.
Con ese análisis, abogados y dirigentes se fueron a visitar a doña Bertha, quien al recibirlos y respaldarlos, demostró que a los 77 años sigue siendo consecuente con su imagen de enfant terrible del conservatismo, forjada a lo largo de más de 40 años.
Al escuchar las explicaciones que sus visitantes le hicieron, doña Bertha, quien nunca ha tenido pelos en la lengua, exclamó: "Yo no le voy a pedir permiso a Barjuss para ser conservadora". La ex primera dama aceptó entonces la propuesta de inscribir el partido e incluso de presidir el Directorio provisional.
Pero más allá de las anécdotas que rodean el episodio, lo cierto es que revela serios problemas entre los conservadores y, en particular, pone en evidencia que la imagen de monolítico que los oficialistas conservadores pretenden reflejar de su partido no es del todo exacta. O por lo menos, deja en claro que el llamado "jefe natural", el ex presidente Misael Pastrana, no es reconocido como tal por todos los conservadores.
Sin embargo, esta falta de unanimismo no sorprende a muchos. Para nadie es un secreto que la tregua entre alvaristas y pastranistas no es más que eso, una tregua de la cual los primeros pretenden sacar un presidente y los segundos un jefe para largo rato. Independientemente de la razón que asista a los protagonistas del zarpazo de la semana pasada, la verdad es que han logrado uno de sus principales objetivos: convencer a gran número de colombianos de los defectos de la ley 58. Defectos que radican no en que se pretenda reglamentar el funcionamiento de los partidos, sino más bien en el hecho de que esa reglamentación no parece tener en cuenta las particulares condiciones de la democracia colombiana.
Este tipo de leyes se han aprobado en otros paises latinoamericanos cuando éstos han regresado a la democracia después de largos periodos de dictadura. Es el caso de Brasil, Uruguay, Perú, El Salvador o, incluso, Nicaragua. Tras varios años de prohibición de los partidos políticos, se ha hecho necesario establecer unas reglas del juego para el retorno a la democracia, partiendo en cierto modo de cero. Pero en el caso colombiano, donde dos partidos existen hace más de 130 años, un tercero, el comunista, hace cerca de 60, y además la última dictadura terminó 28 años atrás, resulta por lo menos extraño redactar una ley que comienza diciendo: "Las autoridades reconocerán y garantizarán a los ciudadanos el derecho a organizarse en partidos políticos...". Es posible que al redactar la ley, los legisladores hayan olvidado que los partidos en Colombia no estaban precisamente prohibidos.
La pregunta que surge ahora es ¿qué van a hacer los miembros del Directorio oficialista ¿(o habrá que decir ahora disidente)? Tienen varios caminos: uno, que la ley se caiga en la Corte en virtud de una de las 4 demandas que en su contra se han entablado; otro, que el Congreso la derogue, lo cual es poco probable si se tiene en cuenta que para ello hace falta la colaboración del liberalismo que no parece dispuesto a hacerle ahora un favor a Pastrana; y un tercero aceptar que el Partido Conservador ya está inscrito y negociar el Directorio provisional. Este último camino implicaría un pacto con los "golpistas" y, de cualquier modo, la aceptación de que los estatutos por ellos registrados son los que van a regir la próxima Convención.
Aparentemente, esos estatutos no se diferencian demasiado de los que desde 1973 rigen a los conservadores. Pero lo cierto es que una de las grandes contribuciones del Tigrillo Noriega al "madrugón" fue, precisamente, una modificación que se considera esencial en los estatutos. Los autores del golpe aseguran que buena parte del poder de Pastrana en las convenciones conservadoras se basa en la gran importancia que tienen en ellas los ex ministros y ex gobernadores.
Esa importancia se reduce con los nuevos estatutos y adquieren gran influencia y participacion otras fuerzas del partido, como las organizaciones llamadas "populares" y las bases. Esos nuevos estatutos, inscritos ante la Corte Electoral, pueden claro está ser modificados en la próxima Convención, pero de todos modos ésta deberá ser convocada con base en ellos, lo cual, según el Tigrillo Noriega es un gran golpe al "caudillismo". El ex ministro, al conocer las declaraciones del vocero pastranista que recordó "La custodia de Badillo", dijo a SEMANA que, si de canciones se trata, sería mejor hablar de aquella canción mexicana que dice: "Ya se cayó el arbolito, donde dormía el pavorreal. Ahora dormirá en el suelo, como cualquier animal".
Falta ver, con el transcurso de los próximos meses, quien se impone en este duelo de coplas. --