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En Colombia el debate por el "enfoque de género" ha estado en primera plana. | Foto: AFP

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El debate sobre género que aún hay que dar

En Colombia cada día 18 niñas menores de 14 años dan a luz. Las alarmantes cifras de violencia sexual del informe de Naciones Unidas evidencian la importancia de no seguir ocultando este problema.

Sara Malagón
30 de octubre de 2016

Unas cartillas falsas de educación sexual que circularon en agosto se convirtieron en el punto de partida de un debate encarnizado sobre género y educación sexual en Colombia. Los sectores conservadores focalizaron la atención sobre la exministra de Educación Gina Parody por el trabajo que realizaba el ministerio junto a la ONG Colombia Diversa y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) en una encuesta y un manual con enfoque de género con miras a prevenir la discriminación.

Estas iniciativas surgieron, a su vez, después de que la madre de Sergio Urrego consiguió que la Corte Constitucional fallara a favor de revisar los manuales de convivencia que se imparten en los colegios para determinar si incurrían o promoviendo la discriminación por raza, género y orientación o identidad sexual.

La Corte Constitucional había decidido en febrero que la educación sexual sólo se debe impartir durante la secundaria (a partir de los 11 años) y en las universidades, al rechazar la petición del colectivo Sin Embarazos en Adolescentes para cambiar el artículo 14 de la Ley 1146 de 2007 y darle la razón a Alejandro Ordóñez. El exprocurador ha sido una de las figuras que más han incidido en la confusión generalizada entre el enfoque de género y la “ideología de género” con declaraciones en distintos contextos y momentos.

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La polémica de las cartillas no sólo hizo que el Ministerio de Educación retirara los documentos originales y pusiera en pausa los programas de educación con enfoque de género que adelantaba. También terminó impactando en los resultados del plebiscito por la paz, razón por la cual –palabras más, palabras menos– la ministra terminó renunciando a su cargo.

Ahora, en la renegociación de los acuerdos con las FARC tras la victoria del No, algunos sectores conservadores exigen que se elimine de los acuerdos el enfoque de género, que no pretendía otra cosa que reconocer el impacto particular de la violencia generada por el conflicto sobre las mujeres y otras minorías. Varios promotores del No lo vincularon, de nuevo, con la supuesta “ideología de género”, de la que no hay mención textual en los acuerdos. Lo que hay es conceptos como identidad de género, enfoque de género y orientación sexual diversa, comunes en estas discusiones.

A este debate preplebiscito se sumó en septiembre, además, la polémica por el lenguaje utilizado en la Encuesta de comportamientos y actitudes sobre sexualidad en niñas, niños y adolescentes escolarizados del DANE. La encuesta –hecha en conjunto con la Policía, el Bienestar Familiar, el Ministerio de Salud, la Fundación Renacer y la Fiscalía– buscaba llegar a más de 54.000 niños y adolescentes de entre 11 y 18 años, a través de colegios públicos y privados de Bogotá, Cali y Cartagena. Su objetivo, según Mauricio Perfetti, director del DANE, era reunir información para diseñar políticas públicas que protejan a la infancia: “El lenguaje que se usa es lo más exacto posible y pretende no dar lugar a equivocaciones y que todo sea claro y evidente para el estudiante que responde (…). El 7,5 % de los niños menores de 13 años han tenido relaciones sexuales y el 8,9 % han sido forzados a tener relaciones”.

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Organizaciones de padres, de colegios y religiosas pusieron el grito en el cielo y la encuesta, que el DANE realiza desde el año 2006, fue finalmente retirada de los colegios.

En este contexto, tras esta cadena de hechos políticos y debates encendidos, se hacen públicos nuevos datos alarmantes en un informe sobre violencia de género y otros temas álgidos que se deberían tener en cuenta para la generación de políticas públicas. Los datos están enfocados a una población específica: niñas de entre 10 y 14 años.

El informe Estado de la Población Mundial 2016, del Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa), se publicó y anunció el martes 25 de octubre en Londres. ¿Y el espíritu detrás de este análisis, con el cual se ha venido difundiendo en Twitter? “El estado del mundo en 15 años depende de cómo tratemos a las niñas de 10 años de hoy”.

Con respecto a Colombia, el informe afirma que en el país hay 2.086.363 niñas en edades de 10 a 14 años, que son el 9 % de la población; que la mayoría de ellas vive en los departamentos con mayores índices de pobreza, en el área rural; que el 3 % de esas niñas es analfabeto y que el 12 % no va al colegio.

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Con respecto a sexualidad, el informe afirma que cada día 18 niñas y adolescentes que están en ese rango de edad dan a luz. El 66 % están en la zona rural y el 34 % en la zona urbana. El 53 % ya vive en unión con la que sería su pareja.

A esto se suma, según cifras de Medicina Legal, que cada día en Colombia 21 niñas de entre 10 y 14 años son víctimas de una violación, y que la tasa de violencia sexual –que ha aumentado entre el 2012 y el 2015– contra niñas de esas edades es cinco veces mayor a la de cualquier mujer. Mensualmente, según el registro existente, 11 niñas mueren por causas violentas. Esto, teniendo presente que en las zonas de conflicto empeora la situación con otro dato preocupante: “La incidencia de VIH en niñas de 10 a 14 se duplicó en cinco años respecto al año 2010. Cada mes hay un nuevo caso detectado, y posiblemente muchos no detectados”, dijo el representante de UNFPA en Colombia, Jorge Parra.

La primera recomendación del informe es buscar la igualdad jurídica. Le siguen otras –directamente relacionadas con el contexto ilustrado líneas arriba– como revisar aspectos importantes como el tema del acceso a la educación en general, y la educación sexual integral. Al respecto, la representante adjunta de la Unfpa, Lucy Waterberg, insiste en que “hay unos estándares de contenidos de educación de acuerdo a la edad. En los niños de edades menores hay que hacer una conciencia sobre el cuerpo y generar habilidades para cuidarse y evitar que haya abuso sexual”.

Waterberg afirma también que en Colombia se tiende a interpretar la educación sexual solo a la luz de la prevención del embarazo con anticonceptivos, visión errónea en tanto que los mayores esfuerzos deberían estar dirigidos al empoderamiento de los más pequeños y la educación en temas como el respeto por el otro. “No estamos hablando de ‘ideología de género’, que es un término acuñado sobre algo que no existe –dice Parra–. Estamos hablando de un enfoque de género que propicie la equidad para con estas niñas”.

Como lo confirman una vez más estos últimos datos, los debates sobre educación sexual y enfoque de género son discusiones que aún se deben dar seriamente en el país, por fuera de las pasiones políticas que intentan apropiárselos y, con ello, hacerlos invisibles e infructíferos. Estos son debates pendientes, y no sólo en el contexto de una Colombia violenta y convulsionada políticamente: también en el de una Latinoamérica donde, en vez de menguar, se disparan las cifras de feminicidio, y en el de un mundo en el que más de la mitad de los 65 millones de niñas sufre discriminación de género. Esto, por nombrar lo más.