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El río Atrato es el eje principal del proyecto Arquímedes.

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El proyecto Arquímedes

En forma silenciosa avanza un millonario proyecto que permitirá la conexión del Atlántico con el Pacífico.

23 de septiembre de 2006

Cada tanto el país escucha el embeleco de la construcción de un canal interoceánico por el Chocó que pueda servir como alternativa al Canal de Panamá. Y como en el cuento de la lechera, muchos hacen cuentas de los recursos que esto traería al país y el progreso para una región históricamente abandonada. Pero el sueño se desinfla ante los recursos requeridos en una empresa de esta magnitud, las prioridades de desarrollo de infraestructura que necesita el país, las fuertes dudas técnicas que hay para siquiera pensar hacer algo por el estilo y la cantidad de reparos ambientales en una zona de protección tan diversa como ésta.

Pese a estas dificultades el gobierno, bajo el singular nombre de proyecto Arquímedes, está dando puntadas en una serie de obras que permitirán navegar desde el golfo de Urabá, atravesando la selva del Pacífico por el río Atrato hasta Quibdó. De ahí se podrá conectar con el río San Juan por vía terrestre, y a través de canales entre los esteros pasar por Buenaventura y llegar a Tumaco en el extremo sur del país (ver mapa). Parece que esta vez el asunto de un paso interoceánico va en serio.

El proyecto de escasa -casi nula- discusión nacional está generando conmoción en los departamentos de Risaralda, Caldas, Quindío y Chocó. Al punto que la semana pasada se constituyó una sociedad mixta llamada Sociedad Promotora Arquímedes, que tiene entre sus miembros cámaras de comercio, gobernaciones, alcaldías, sociedades portuarias, entre otros 34 inversionistas. Su propósito es buscar socios estratégicos para los proyectos, y aunque apenas tienen un capital semilla de 1.900 millones de pesos (una cifra ínfima para la magnitud del proyecto), no les ha ido nada mal. Ya tienen cartas de intención de inversionistas de Venezuela, Suecia y China. Además de los 500.000 millones de pesos que cuesta la etapa inicial de las obras que permitirán la navegabilidad de los ríos, la utilización de los canales a través de esteros y las carreteras de acceso, ya hay compromisos de inversiones públicas por cerca del 50 por ciento.

La leyenda de Arquímedes dice que cuando tomaba un baño descubrió que sus piernas en el agua parecían más livianas. Este hallazgo habría sido el inicio de lo que fueron sus famosos principios de física. Dice la historia que fue tanta la emoción del matemático y físico siciliano que, olvidando su desnudez, salió por las calles de su ciudad gritando ¡Eureka! ¿Qué es lo que ha hecho que de forma repentina tenga a esta región gritando eureka por un proyecto tan complejo y para algunos improbable?.

El punto de apoyo que está apalancando tal entusiasmo es la reciente decisión del gobierno de construir la carretera entre Nuquí, un paradisíaco lugar en el Pacífico chocoano, con el municipio de Las Ánimas, que a su vez conecta con la ciudad de Pereira. Ese era el espaldarazo necesario para que varios inversionistas privados retomaran la idea de construir un puerto en la bahía de Tribugá, cercano a Nuquí. Su intención es desarrollar una alternativa al puerto de Buenaventura, que mueve el 60 por ciento de la carga que entra al país. Sus promotores dicen que buscarán que se les dé en concesión el puerto, que costaría 600 millones de dólares, y en los próximos días tendrán una reunión con el presidente Álvaro Uribe para discutir sobre el tema. Incluso se le está ofreciendo este lugar al gobierno venezolano para que sea la salida que está buscando en el Pacífico para exportar su petróleo a China.

A esta iniciativa se suma la de inversionistas del Valle del Cauca, donde también se formó una sociedad promotora, para desarrollar otro puerto en Bahía Málaga. En su caso ya se están haciendo estudios sobre la viabilidad comercial y técnica.

Por su parte, en Tumaco también hay optimismo pues el Ministerio de Transporte viene adelantando inversiones que habilitarán el trayecto entre esta ciudad y Pasto, para a su vez conectar con Mocoa y Puerto Asís en el Putumayo. La importancia de esta vía es que con ella se abriría una ruta de conexión transnacional con Perú y Brasil a través de los ríos Putumayo y Amazonas. Este proyecto está contemplado desde hace varios años dentro de la que se llamó Iniciativa de Integración Regional Suramericana, Iirsa.

La euforia de tanto proyecto en estas regiones aumenta con los anuncios de nuevos Tratados de Libre Comercio con Chile, Centroamérica y Estados Unidos y la apertura al mercado asiático. Con tanta posibilidad de negocio, quién no quiere que existan más opciones de puertos en el Pacífico y vías de penetración que acorten la distancia con centros de producción y consumo como Medellín y el Eje Cafetero.

Pero tanta maravilla tiene más de un bemol. El primero es si es el momento oportuno para tener iniciativas de tal magnitud e impacto. En el Ministerio de Transporte dicen que estos proyectos nacieron como alternativas de conexión regional que permitirán integrar municipios y departamentos enteros al resto del país como el Chocó, que en gran parte debe su miseria al aislamiento en el que se encuentra. Las inquietudes surgen cuando a un proyecto de alcance local se le 'cuelgan' proyectos de gran envergadura, como serían los puertos en el Pacífico y otro más planeado en Tarare, en el golfo de Urabá. Es cuestionable dedicar esfuerzos y dinero a estas iniciativas cuando el país aún no logra resolver sus problemas en Buenaventura, un puerto real y sólo un proyecto, además aún con mucho potencial.

Actualmente por este puerto pasan nueve millones de toneladas por año y se calcula que con mejoras, mantenimiento y construcción de nuevos puertos en el sector su capacidad podría llegar hasta 45 millones, ¿Cómo comparar entonces un puerto que pronto tendrá un acceso en doble calzada y con un calado suficiente para que arriben buques de gran dimensión, con puertos que sólo en un par de años van a tener una vía menor de acceso y que apenas, en el mejor de los casos, están en el papel? Además, los expertos coinciden en que los puertos sólo son posibles si son lugares con demanda de carga y están en las rutas de las navieras mundiales. Eso está por verse en los nuevos desarrollos. Según Jairo Torres, representante de la Sociedad Promotora Arquímedes y secretario de Hacienda de Risaralda, es mejor arrancar ahora, si no se corre el riesgo de que en 50 años no se haya hecho nada.

En lo comercial es válido preguntarse qué tan rentable es bajar la mercancía en el golfo de Urabá, transbordarla a una embarcación menor y llevarla por el Atrato hasta Quibdó, para volverla a transbordar a un camión que por carretera la lleve a Medellín o Pereira. Darío Prado, asesor del Ministerio de Transporte para el Pacífico, dice que esta ruta tiene un gran potencial pues hoy el 60 por ciento de la mercancía que pasa por Buenaventura pasa a su vez por el Canal de Panamá. Dice que parte del dinero que se deje de pagar por el uso del canal (2,5 millones de dólares por año) servirá para financiar los proyectos que se requieren en este trayecto del proyecto Arquímedes.

El otro gran reparo es el ambiental. Aquí uno de los proyectos que más levanta ampolla es el del puerto en Málaga, pues este es el lugar donde cada año llegan las ballenas jorobadas para aparearse y tener sus crías. A esto se suma la biodiversidad y riqueza cultural de una región reconocida como única en el mundo por sus ecosistemas. Según estudios de reconocidas organizaciones ambientales como la World Wildlife Fund (WWF), si se desarrollan todos esos proyectos, en sólo 20 años la región sería apenas el 35 por ciento de lo que es hoy a nivel biológico. De ahí que obtener permisos ambientales para estas obras no ha sido fácil. Para hacer la vía hasta Nuquí se tardó ocho años, por los reparos en la materia y la necesaria concertación con las comunidades negras e indígenas de la zona.

Además, antes de acometerse empresas de este tipo sería importante resolver obras que están a medio hacer y que son clave para el desarrollo de la región como la vía Quibdó-Medellín. Hoy es una trocha de 238 kilómetros que, según un reciente informe del diario El Colombiano, se recorre en 14 horas: en el trayecto contaron 1.565 huecos profundos "en los que hay que frenar y soltar poco a poco".

A Juan Martín Caicedo, presidente de la Cámara Colombiana de la Infraestructura, le preocupa que iniciativas como Arquímedes desvíen la atención de las obras urgentes y prioritarias que necesita el país para mejorar su competitividad. Algo que el ministro de Transporte Andrés Uriel Gallego dice compartir: "Por más romántico que sea, en este tema tengo que ser muy pragmático".Además asegura que el mayor énfasis de su cartera está en resolver lo relacionado con Buenaventura. Para él, el proyecto Arquímedes es una visión de desarrollo del Pacífico que hay que aterrizar y que dependerá principalmente de iniciativas privadas.

Iniciativas que ya están empezando a rodar, en gran medida gracias a la palanca que le ha dado el gobierno con los recursos que ya se están invirtiendo en la región. Un proyecto que tiene la difícil situación de tener en la balanza tres grandes temas con un peso específico incierto: los inmensos costos ambientales, la mejora en la competitividad del país y la innegable opción de desarrollo de regiones marginadas.