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La gran conclusión del mapa de riesgo de la Misión de Observación Electoral (MOE) es que la corrupción se convirtió en el principal problema para las elecciones de octubre. | Foto: Carlos Julio Martínez

POLÍTICA

Amenaza inminente de corrupción en las próximas elecciones

El mayor peligro para las elecciones de octubre no son las Farc, ni el ELN, ni las bandas criminales. Se llama corrupción.

12 de septiembre de 2015

Si hace diez años el mayor fantasma de las elecciones era la parapolítica, hoy es la corrupción. Esa fue la conclusión del mapa de riesgo electoral que elaboró la Misión de Observación Electoral (MOE) para medirle el pulso al país antes de las urnas. Las cosas cambiaron, pero no para bien. En total, 487 municipios, casi la mitad de Colombia, tienen riesgo de fraude, 438 riesgo de violencia y en 204 hay peligro de ambos.

En 2007, cuando la MOE mapeó por primera vez los territorios, la principal amenaza era el matrimonio entre paras y política. Hoy quedan herederos de esa unión, pero ya no es el mayor problema. Lo que más preocupa es el grado de vulnerabilidad de los partidos ante la corrupción y eso se refleja en la entrega de avales y en los malos manejos administrativos de las corporaciones públicas. “Aquí reemplazamos la política armada por la política corrupta. Eso es lo que se está comiendo estas elecciones”, le dijo Alejandra Barrios, directora de la MOE, a SEMANA.

El riesgo de fraude pasó de 328 municipios en 2007 a 487 en 2015. Las irregularidades, asociadas a la participación atípica, votos nulos, tarjetones no marcados y dominio electoral, tienen las alarmas encendidas en casi todos los departamentos. Eso sin contar la trashumancia, que se da cuando una persona inscribe su cédula en un lugar distinto al que vive, un fenómeno tan grave que mereció capítulo aparte. En Cota, por ejemplo, solo entre junio y julio, de 295 personas pasaron a inscribirse 4.158.

La violencia también sigue siendo un riesgo. En municipios como La Montañita en Caquetá o Ituango en Antioquia, lo normal es votar en medio una gran tensión. La conclusión del informe es que el conflicto disminuyó, pero la violencia sigue. Aunque el proceso de paz con las Farc, las eventuales negociaciones con el ELN y las acciones militares contra las bandas criminales han desescalado el conflicto, la MOE comprueba que eso todavía no se ve en las urnas. Los niveles de violencia son inferiores a las elecciones de 2011, pero más altos que los de 2014, cuando se eligió Congreso y Presidencia. Eso demuestra que la violencia aumenta cuando se trata de comicios locales.

Al cruzar las variables de fraude y violencia, cuatro regiones son las más afectadas (ver mapa). Tres de ellas tienen los corredores estratégicos más grandes para el contrabando de drogas y armas y concentran la mayor presencia de grupos armados. La cuarta, el suroriente del país, es donde realmente se le medirá el pulso al proceso de paz en las elecciones. Ahí se agrupan Caquetá, Guaviare, Meta, Vichada y Vaupés, departamentos que históricamente han sido el corazón del conflicto con las Farc.

La principal conclusión del mapa de riesgo es que si bien la parapolítica dejó de ser la mayor enfermedad y el conflicto armado se ha desescalado, el enemigo en estas elecciones es la corrupción y las autoridades deben concentrarse en perseguirla. El 25 de octubre se elegirán los alcaldes y gobernadores que posiblemente aterrizarán la paz en los territorios y el país no se puede dar el lujo de que semejante desafío quede en manos equivocadas. La foto, por ahora, indica que hay riesgos.