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¿ESTAMOS QUEBRADOS?

Discurso de Belisario Betancur revela aterrador panorama fiscal

27 de agosto de 1984

Puntualmente, como lo exige la costumbre impuesta desde el comienzo de su mandato por el Presidente Belisario Betancur, comenzaron ese martes al medio día a llegar los dirigentes gremiales al Palacio de Nariño. Habían sido invitados a un almuerzo privado con el primer mandatario, pero ninguno de ellos esperaba que la reunión tuviera más trascendencia que la que habían tenido otras citas similares en el pasado. Esta idea empezó a borrarse de sus mentes cuando encontraron en Palacio a los líderes de las distintas centrales sindicales y al equipo económico del gobierno en pleno, todos sentados alrededor de la misma mesa. Pero la sorpresa fue mayor al escuchar un discurso que Betancur había preparado para la ocasión. Después de algunos párrafos más bien característicos del estilo del Presidente, con menciones a la participación de los ciclistas colombianos en el Tour de Francia, Betancur inició lo que más tarde fue calificado como "un análisis descarnado" de la situación económica del país, en particular en lo referente al déficit fiscal. "La verdad es que el Estado colombiano no tiene hoy cómo cumplir las obligaciones contraídas legalmente con sus empleados y con los contratistas nacionales..."
A la salida, los asistentes murmuraban atónitos los primeros comentarios sobre lo sucedido. No podían explicarse cómo, apenas cuatro días después de un discurso más bien positivo y alentador leído por el Presidente en la instalación del Congreso, se hacían estas revelaciones. Todos le reconocieron a Betancur la sinceridad de que había hecho gala, pero no por ello dejaron de preguntarse por qué había cambiado de opinión en tan pocas horas. Luego, muchos de ellos obtuvieron una explicación de lo que había pasado. Los rumores que corrían a mediados de la semana en las altas cumbres del poder económico señalaban que al nuevo ministro de Hacienda, Roberto Junguito, no le había gustado el tono optimista del discurso de Betancur ante las dos cámaras. Para él, que acababa de recibir las riendas de la política económica de manos de Edgar Gutiérrez Castro, la situación no podía seguir pintándose "color de rosa". Como lo habían señalado entre otros el Contralor Rodolfo González, el ex presidente de la Cámara César Gaviria, los ex ministros de Hacienda Alfonso Palacio Rudas y Abdón Espinosa y dirigentes gremiales como Juan Martín Caicedo Ferrer, el déficit fiscal había llegado a proporciones prácticamente inmanejables y por primera vez, el gobierno estaba dispuesto a reconocerlo.
Las críticas apuntaban en su inmensa mayoría hacia el ex ministro Gutiérrez Castro, a quien se acusaba de "haberle mentido al país" y de "haber creado falsas expectativas" en cuanto a la recuperación económica. El jueves en la mañana, en declaraciones a RCN, Gutiérrez se defendió diciendo que creía que "la política económica fue de disciplina, de estabilización". Pero lo cierto es que, unos más, otros menos, los analistas le achacaban al ex ministro una determinada responsabilidad. Más que culparlo de la crisis, lo que sus críticos estaban haciendo era culparlo por no haberla previsto e incluso por haberla ocultado. Aparte de esto, casi todos estaban dispuestos a reconocer que el problema venía de tiempo atrás.
El déficit estructural
Hace ya varios años, el ex presidente Carlos Lleras Restrepo había señalado que en el país se estaba generando lo que él bautizó como "déficit estructural". O sea, que el ritmo de crecimiento de los gastos del Estado era mayor que el del aumento de los ingresos. Con la reforma tributaria del gobierno de López Michelsen se trató de detener ese proceso que, como se preveía desde entonces, terminaría por generar un gran déficit. "Pero --explica el ex ministro Hernando Agudelo Villa-- luego vinieron toda una serie de contrarreformas que redujeron los impuestos, crearon exenciones y rebajas y promovieron la evasión. Una de ellas, quizá la peor, fue la del entonces ministro Jaime García Parra que debilitó profundamente el sistema tributario. Lo que pasaba en ese momento es que las consecuencias no podían apreciarse a primera vista, porque el gobierno de Turbay tenía dos armas muy buenas para tapar el déficit: el endeudamiento externo y el crédito comercial que podían financiar el presupuesto y la Cuenta Especial de Cambios, compuesta entre otros recursos por el impuesto de café, los intereses de la colocación de las reservas en las cuentas en el exterior y la diferencia obtenida de la compra y venta de las divisas. Estos dos recursos ya no pudo utilizarlos el gobierno de Betancur. Primero, porque el crédito externo se ha restringido considerablemente por la crisis de endeudamiento de Latinoamérica. Y segundo, porque con la caída de las reservas, se debilitó muchísimo la Cuenta Especial de Cambios". En efecto, la Cuenta Especial que debía producir más de 59 mil millones a julio de este año, apenas dispone hoy de 18 mil millones de pesos.
Con las medidas adoptadas por medio de la emergencia económica, el gobierno de Betancur trató de afrontar el problema. Aunque para muchos, esas medidas no tenían una motivación específica en cuanto a superar el déficit, otros opinan que de cualquier modo, tanto las amnistías decretadas como otras medidas tributarias, presentadas como un proceso para reducir la evasión, buscaban aumentar los recaudos. "El gran error --señala Agudelo Villa-- fue creer que todas esas medidas se iban a aplicar sobre una economía reactivada". Parece ser que en este punto radica la mayor equivocación de la política económica del gobierno. El equipo de Gutiérrez Castro creyó, sin duda con un exceso de optimismo, que la reactivación económica se iba a producir pronto y que, por ende, los recaudos iban a ser altos. Esto, como se sabe, no sucedió. Para citar sólo un ejemplo, el recaudo por impuesto de rentas presupuestado para 1984 era de más de 145 mil millones de pesos. Y en mayo, ya vencido el plazo para declarar el gravamen causado, el rendimiento era apenas de un 54.2% del valor aforado, o sea sólo unos 78 mil millones de pesos. Además, no sólo no hubo reactivación económica a corto plazo sino que el sector externo entró en crisis, las reservas bajaron y no hubo más remedio que cerrar importaciones, con lo cual se redujeron considerablemente los ingresos por impuestos de Aduana, presupuestados en 61 mil millones de pesos para este año y de los cuales apenas se recaudaron 41 mil millones.
Para el presidente de Fenalco, Juan Martín Caicedo, caracterizado crítico de la política económica del gobierno, "buena parte del problema es que Gutiérrez Castro no reconoció la magnitud de la crisis del sector externo. En el congreso de Fenalco en Cali en octubre de 1982, el Ministro leyó un discurso en el cual, al hablar de las prioridades de la política económica, no incluyó el problema del sector externo". En fin, por lo que muchos consideran "graves errores de cálculo", el gobierno no sólo no logró reducir ni controlar el crecimiento del déficit, sino que creó una serie de condiciones que permitieron que éste aumentara y que hoy se hable de cifras como 180 mil millones como déficit calculado para 1985.
En cifras, la situación de Tesorería, según la presentó en un memorando confidencial al Presidente el ministro saliente Gutiérrez Castro, es la siguiente: los ingresos efectivos para este año serán de 309 mil 900 millones de pesos. Los egresos se calculan en 516 mil 400 millones que sumados al déficit de Tesorería a diciembre 31 de 1983, de 3 mil 300 millones de pesos, totalizan 519 mil 700 millones. Si a esos egresos se le restan los ingresos para este año, se obtiene un déficit de 209 mil 800 millones de pesos. ¿Cómo financiar ese déficit? Gutiérrez Castro hace los siguientes cálculos: por crédito externo se obtendrán 64 mil 100 millones de pesos y por crédito intemo (TAN, FIP, Cupo de Reactivación y otros) se obtendrán 99 mil 300 millones, que sumados a otros ingresos (CEC y depósitos provisionales) por 15 mil 300 millones, totalizan 178 mil 700 millones de pesos disponibles para financiar el déficit de 209 mil 800 millones. Esto daría, según Gutiérrez, un faltante por financiar de 31 mil 100 millones de pesos, al cual hay que sumarle los 45 mil millones de pesos que debe cancelársele al Banco de la República por el cupo especial de Tesorería del año pasado y los 54 mil millones de los TAN que se vencen y que también deberá pagar el Banco de la República, como garante. El total de esa suma es 130 mil 100 millones de pesos, como faltante real por financiar para este año.
La anarquía en el gasto
Reconocido el problema por el Presidente Betancur, lo que queda ahora es el recurso de la emisión, que en un principio será de 40 mil millones de pesos, principalmente para que haya con qué pagar las obligaciones de que el primer mandatario habló en su discurso. En este punto, la sorpresa de muchos parece un poco injustificada. Desde hace varios meses se sabía que el presupuesto de gasto para este año era insuficiente y que, de cualquier modo, habría que emitir. Para Hernando Ruiz, vicepresidente económico de Fenalco, en sus dos primeros años el gobierno cometió en lo referente a la emisión, una falla conceptual. "Con el llamado crédito de reactivación con el Banco de la República y con otros recursos de emisión se intentaba equilibrar la contracción que se produjo por la crisis del sector externo. Esto era presentado como una emisión casi que sana para la economía. Pero el error fue que buena parte de esa emisión se destinó a inversiones que exigían importaciones, particularmente en el sector energético, y que por ello mismo, agravaban la crisis del sector externo y contribuían a la caída de las reservas. No se pensó en dedicar esas emisiones prioritariamente a inversiones que generaran exportaciones, o sea a una industria o una agricultura exportadora que se financiara con esas emisiones. Esto sin mencionar que parte de esa emisión llegó a manos de especuladores quienes, ante la expectativa de una devaluación, se dedicaron a comprar dólares y sacaron la plata del país".
Pero aparte del problema de la emisión que seguramente será objeto de mayores debates próximamente, lo cierto es que buena parte de los observadores coinciden en señalar que la anarquía con que se ha venido manejando el presupuesto desde hace varios años debe terminar. De ahí que muchos hablen de la necesidad de un rígido estatuto del gasto público. "No puede seguir permitiéndose --explica Agudelo Villa-- que cada año se adicione el presupuesto en un 30 o 40 por ciento".
Sin embargo, hay algo más grave quizá que todo lo anterior y que hasta ahora, nadie parece haber advertido. El debate político que se va a desatar en el parlamento será de unas proporciones que aún no han sido bien establecidas. De seguro, unos propondrán la acción conjunta de los partidos, pero otros, reconocidos opositores del gobierno, van a aprovechar para cobrarle unas cuantas. Detrás de todo es muy posible que, al igual que ocurrió el año pasado, los proyectos de apertura democrática y reforma política, base del éxito del proceso de paz, pasen a un segundo plano durante las sesiones del parlamento y puedan tal vez verse sacrificados ante la urgencia de salvar al Estado de una virtual bancarrota. No en vano muchos comentan ya que si hasta la semana pasada, todo parecía indicar que el Ministro estrella de la actual legislatura sería el de Gobierno, Jaime Castro, ahora, después del discurso de Betancur en Palacio, no cabe duda que ese papel protagónico deberá ser interpretado o al menos compartido por el nuevo ministro de Hacienda, Roberto Junguito.