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Héctor Londoño dice ser el hijo del diablo. | Foto: Cortesía

INSÓLITO

La batalla legal entre el ´hijo del diablo´ y un sacerdote gobernador

La increíble historia de cómo un hombre que dice ser el hijo del diablo, construyó, a punta de donaciones, el primer templo en Colombia para adorar a Lucifer, pero ahora desde el Ministerio del Interior nombraron una gobernadora 'ad hoc' para cancelar su personería jurídica. ¿Qué pasó?

18 de agosto de 2019

Esta historia tiene todos los matices para ser macondiana. En una esquina aparece un joven espiritista hijo de chamanes que asegura ser hijo de Lucifer; en la otra, un sacerdote que fue elegido gobernador de un departamento; y en el medio todo un Gobierno que debió mover su aparato y nombrar una gobernadora ad hoc para dirimir un conflicto que lleva varios años sin resolverse: cancelar o no la personería jurídica a una congregación religiosa que dice adorar al diablo y que para ello construyó un templo en una de las regiones más devotas del país: Quindío.

Eso es exactamente lo que viene ocurriendo en ese departamento desde 2016 cuando se conoció públicamente que en una remota vereda del municipio de Quimbaya, un joven cuyabro fundó la Asociación Templo Luciferano Semillas de Paz y que además construyó, en medio del paisaje cafetero, un sitio para adorar al diablo. Y todo eso justamente sucedió cuando los quindianos recién habían elegido como gobernador a Carlos Eduardo Osorio Buriticá, un reconocido sacerdote de la Iglesia católica que se lanzó con éxito a la política.

Desde entonces, el gobernador comenzó su batalla legal por impedir que el templo para adorar al diablo abriera sus puertas y activó la artillería jurídica oficial, no sin antes declararse impedido.

Precisamente ese impedimento fue lo que acabó de resolver el Gobierno Nacional a través de su ministra del Interior, Nancy Patricia Gutiérrez, al nombrar una gobernadora Ad Hoc para que defina si le cancela o no la personería jurídica a la polémica asociación.

Precisamente ese impedimento fue lo que acabó de resolver el Gobierno Nacional a través de su ministra del Interior, Nancy Patricia Gutiérrez, al nombrar por Decreto una gobernadora ad hoc para que defina si le cancela o no la personería jurídica a la polémica asociación. Para esa misión específica fue nombrada Beatriz Lorena Ríos Cuéllar, funcionaria del departamento de Asuntos Religiosos del ministerio. En carta blanca ella será la encargada de definir si el departamento del Quindío se convierte en la primera región del país donde existe un templo para adorar a Lucifer. Ver Decreto

La cuña que más aprieta

Los colombianos saben de la existencia del municipio de Quimbaya (Quindío) por la exuberancia de su paisaje cultural cafetero y porque cada diciembre todo el pueblo se ilumina con los tradicionales faroles en la noche de las velitas, una de las tradiciones religiosas católicas más incrustadas en esa región del país. De ahí la indignación que les produce que justamente allí se construya un templo para adorar a Lucifer, en medio de una comunidad apacible y recatada.

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Cuando estalló el escándalo en 2016, el alcalde de Quimbaya, Jaime Pérez, anunció que buscaría mecanismos legales para multarlo y demoler el templo, “porque no cumplió con los respectivos permisos de ley”; mientras que el gobernador del departamento, el sacerdote Carlos Osorio, expresó que “no se pueden amparar en la libertad de cultos, porque no lo son”.

Lo cierto es que en la actualidad esa edificación existe y está ubicada en una vereda que para lograr encontrarla, entre cultivos de café y plátano, es mejor preguntar por el templo del diablo. De inmediato los lugareños dan las indicaciones.

¿Quién es el hijo del diablo?

Detrás de semejante novelón está Héctor Londoño, un joven quindiano nacido en Armenia, hijo de una pareja de espiritistas o chamanes y que desde hace varios años decidió seguir el camino de sus padres, pero con una pequeña particularidad: se autodenominó hijo del diablo.

Increíblemente con ese argumento y prometiendo una vida llena de riqueza y lujuria, fundó lo que él denomina la primera iglesia luciferina en Colombia y en octubre de 2015 la registró en la Cámara de Comercio de Armenia como la Asociación Templo Luciferino Semillas de Luz.

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A ese chamán le sonó tanto la flauta, que asegura tener miles de seguidores de todas partes del mundo, aunque principalmente de América Latina; pero más sorprendente es que los supuestos adeptos son los patrocinadores del templo que hoy escandaliza a los quindianos.

En su momento esta revista visitó la vereda El Aguacatal donde efectivamente está localizada una hermosa finca con dos piscinas, sauna, casona, zonas verdes y una enorme bodega con paredes de cemento. En la fachada predominan los colores negro y rojo, resalta la escultura de dos leones que custodian una gran puerta y a manera de ventanales hay dos cruces al revés. Por dentro, la edificación se asemeja a un templo, pero en el altar se impone una figura animal con enormes cuernos.

La finca tiene una cerca y dos grandes avisos que advierten de la presencia de perros bravos y cámaras de vigilancia; “en varias ocasiones intentaron meterse”, explicó el agregado que para entonces apenas llevaba un mes en esa labor y pidió omitir su nombre.

Fachada del templo para adorar a Lucifer, construido en la vereda El Aguacatal de Quimbaya (Quindío). Foto: Luis Ángel Murcia / SEMANA

Para la época Londoño aseguró durante una entrevista a este medio que esa propiedad la compró gracias a donaciones de sus seguidores, “cuando expuse la idea de construir el templo luciferino donde nos pudiéramos reunir e inmediatamente me empezaron a contactar y me decían ´vamos yo apoyo la obra´”, dijo tras aclarar que las ayudas eran de cinco y hasta 600 dólares y que en total invirtió casi 400 millones de pesos.

Lo que muchos no entienden es por qué le creen con tanta devoción a Londoño, si existen serias señales y cuestionamientos que rayan con las de un charlatán. Por ejemplo, el diario ‘La Crónica del Quindío‘ publicó en 2015 varios artículos donde deja en evidencia, entre otras artimañas, que Londoño le prometió a un habitante de la calle para que diera un testimonio en video, de su devoción hacia él y el diablo, 130.000 pesos que jamás le pagó.

Además, en los dos perfiles de Facebook que Londoño tiene bajo el nombre de Víctor Damián Rozo, (el cambio de nombre era otro de sus secretos mejor guardados, hasta que esta revista lo confrontó) aparecen una serie de fotografías queriendo mostrar una vida de lujos y riqueza, donde se le observa en yates, La Muralla China, Las Vegas, carros lujosos y rodeado de escoltas mujeres fuertemente armadas.

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Pero al ser confrontado, aceptó que muchas de esas imágenes son montajes y otras hacían parte de la producción para un medio de comunicación peruano que le hizo un reportaje. En efecto, sus excentricidades fueron un imán que atrajo a varios programas televisivos.

Cuando esta revista le cuestionó que si en realidad era la persona adinerada que aparenta, por qué razón su compañera sentimental, Marlin Yeimi Florez, aparecía como beneficiaria de ayudas del Estado a través del régimen subsidiado en salud y el programa Familias en Acción. El hijo del diablo se limitó a explicar que cuando se enferman pagan médicos particulares.

Por ahora las diabluras de Héctor Londoño seguirán dando de qué hablar y su templo se mantendrá de pie, hasta que la gobernadora Ad Hoc diga lo contrario. Aunque el hijo de Lucifer manifestó que ya tiene listo el dinero para pagar la multa que le impondrán por construir la sede sin los respectivos permisos legales, porque su meta es convertir a Colombia en la primer sede de la congregación de los adoradores de Lucifer.

Así es la finca donde se construyó el templo para adorar al diablo en Quimbaya. Foto: Luis Ángel Murcia / SEMANA