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¡LOS MINISTROS TAMBIEN LLORAN!

24 de diciembre de 1984

Aparte de los ricos, los ministros también lloran. O si no lloran, por lo menos alcanzan a sufrir considerablemente o a sudar "la gota gorda". Prueba de ello es sin duda el caso del ministro de Gobierno Jaime Castro Castro, quien esta atravesando lo que muchos han definido como el "todo o nada" de su gestión al frente de la cartera política.
Todo o nada que no sólo es para el Ministro, si se tienen en cuenta tanto la dimensión como las implicaciones de lo que se está definiendo: la elección popular de alcaldes, un proyecto cuya historia se remonta al siglo pasado y que hoy puede llegar a desbaratar la columna vertebral del sistema centralista impuesto desde 1886 por la Constitución de Rafael Núñez.
Aunque las características de lo sucedido en los últimos 15 días en la Cámara de Representantes tienen que ver más con tejemanejes políticos que con preceptos filosóficos, no cabe duda de que el interés que ha despertado el debate sobre la elección de alcaldes es una clara muestra de que el proyecto en discusión, de ser aprobado, puede llegar a partir en dos la historia administrativa y política del país en este siglo.
Hasta hace pocos días, el proyecto parecía encontrarse en el mismo nivel de congelamiento en el cual se hallan otras iniciativas políticas y económicas de la actual legislatura. Pero a principios de la semana pasada, saltó con pasos de gigante a las primeras páginas de los periódicos, cuando una votación que debió ser anulada porque en la urna apareció un número mayor de votos al número de votantes, estuvo a punto de hundirlo definitivamente. Una nueva votación debió entonces convocarse para el miércoles, mientras el gobierno llevaba a cabo esfuerzos dignos de una "misión imposible" para obtener los votos suficientes que le dieran el sí al proyecto, por una mayoría de dos terceras partes, requerida según la Constitución para cualquier reforma al régimen electoral.
NOCHE DE INFARTO
Hacia las seis de la tarde del miércoles, 130 de los 199 representantes a la Cámara habían respondido al llamado a lista. Pero en pocos minutos, ese número creció hasta lograr con formar uno de los mayores quórum de los últimos tiempos: 184 representantes. Mientras tanto se habían hecho presentes en el recinto algunas "vacas sagradas" de uno y otro bando que deseaban ser testigos y hasta presionar la trascendental decisión.
Aparte de los ministros Jaime Castro, Gustavo Castro y Alvaro Leyva y de miembros del Directorio Conservador como Hernando Barjuss, se encontraban personajes del calibre del designado Rodrigo Lloreda, entre quienes respaldaban el proyecto. Por su parte, doña Bertha Hernández viuda de Ospina, encabezaba las baterías de los opositores, que comple mentaban senadores como José Manuel Arias Carrizosa, ministro de Turbay Ayala, el expresidente que horas antes había negado a Jaime Castro su respaldo al proyecto.
Fueron necesarias casi dos horas para que concluyeran las intervenciones y la votación. Cuando faltaban algunos votos por contar, quienes se hallaban cerca del grupo de escrutadores, detrás de la mesa directiva, hacían señales con sus dedos que indicaban que el proyecto se estaba hundiendo, pues los votos favorables eran aún insuficientes para completar las dos terceras partes necesarias. La representante boyacense María Izquierdo, quien había jugado su previsible papel de "Pasionaria", intensificado por tratarse de un proyecto definitivo para su archienemigo el ministro de Gobierno, saltaba de alegría a pocos metros de los escrutadores.
Pero al terminar el conteo sucedió lo que ya se consideraba imposible: el proyecto se salvó, por 123 votos a favor contra 61 en contra. Un voto menos en el primer grupo o uno más en el segundo hubiera enterrado definitivamente la iniciativa. Ocho días antes, la elección popular de los alcaldes tenía en la Cámara cerca de un centenar de opositores. Ese miércoles, unos 40 de ellos habían resuelto cambiar de voto y habían permitido que el proyecto pasara raspando. ¿Cómo había sucedido este milagro?
LA GUERRA DEL TELEFONO
En efecto, una semana antes de la votación del miércoles, las simpatías de los representantes le eran ajenas al proyecto. Después de una junta de representantes conservadores convocada por el DNC para imponer la doctrina de la "disciplina de partido", había terminado en regaño para los directivos azules. Jaime Arias, secretario del Partido Conservador recordó el miércoles en la Cámara que en esa junta "de los 83 asistentes, por lo menos 70 se oponían a la elección de alcaldes".
Ante la grave perspectiva, un miembro del Directorio Conservador sugirió al Presidente que agarrara un teléfono y llamara al orden a todos los representantes conservadores, recordándoles su cuota burocrática.
"Presidente--le dijo--usted no debe olvidar que Turbay logró la aprobación de la reforma de 1979 con muchas presiones y exigiendo que al proyecto de su gobierno no le cambiaran ni una coma". Pero Betancur se negó a jugar personalmente ese papel, y decidió hacerlo a través del Directorio y de los ministros conservadores. Algunos aseguran que otro tanto debió hacer con los liberales el ministro de Gobierno. El Presidente, por su parte, optó por una declaración pública el lunes en una reunión del Centro de Estudios Colombianos, donde dejó en claro que si el proyecto se hundía no sería una derrota del gobierno sino del Partido Conservador, que no habría sido capaz de cumplir con una promesa contenida en el programa de gobierno trazado durante la Convención que lo había designado candidato presidencial en 1981.
La guerra del teléfono surtió finalmente su efecto, no sin que antes, muchos representantes se disgustaran sensiblemente y denunciaran "el chantaje burocrático". Incluso entre quienes votaron a favor, un buen número seguía sintiéndose opuesto al proyecto. Parte del disgusto se basaba en la obligación impuesta a los conservadores que habían prometido respaldarlo, de firmar su papeleta de votación favorable. En total, 83 votos llevaron al final la firma de quienes los habían depositado.
EL GOL LIBERAL
Pero a pesar de que la votación del miércoles había finalmente favorecido la elección popular de los alcaldes, no todo estaba ganado. Pasadas las ocho de la noche ya se habían votado a favor los 6 artículos del proyecto que se referían a ese punto. Pero era necesario votar otros diez artículos.
El ponente del proyecto, el iberal Orlando Vásquez Velásquez, sagaz parlamentario que se había lucido en los debates de comisión y plenaria, tomó la palabra para sugerir la forma como debía votarse lo que faltaba. En medio del desorden que reinaba en el recinto, propuso que se votaran en forma conjunta los articulos 6° y 7° sobre referéndum municipal y referéndum nacional. Nadie reparó en el hecho de que, en virtud de los acuerdos políticos entre los dos partidos y el galanismo, el artículo 6° debía votarse a favor y el 7° en contra, pues los conservadores se oponían al referéndum nacional, introducido por el ponente en el proyecto. La razón de la oposición conservadora, explicada por un representante de esa colectividad, era que "si Alvaro Gómez es elegido Presidente, de seguro tendrá que gobernar con un Congreso de mayoría liberal y no podemos permitir que ese Congreso decida convocar un referéndum cada vez que quiera paralizar la labor del gobierno".
No podían entonces votarse en forma conjunta. Pero el presidente de la Cámara, Daniel Mazuera, autorizó que así se hiciera. Para algunos, esta era una prueba más de que a Mazuera le faltaba experiencia y que el debate, desde que se habían iniciado las sesiones plenarias, se le habia salido de las manos. Pero otros opinan que el manejo torpe de la Presidencia puede obedecer a consideraciones más bien maquiavélicas. Una fuente liberal comentó a SEMANA que "Mazuera ha hecho todo por enterrar la iniciativa, ya que durante varios días no incluyó el punto de la elección de alcaldes en el orden del día de la plenaria, pese a que el informe del ponente ya había sido entregado. Luego, cuando lo incluyó, colocó por delante otros proyectos menores como uno destinado a celebrar el centenario de un municipio. Finalmente, permitió que la elección de alcaldes se votara secretamente y no en forma nominal lo que permitió que en la primera votación, rectificada luego, los opositores se sientieran protegidos por el anonimato y estuvieran a punto de hundir el proyecto".
Pero lo sucedido el miércoles en la noche a la hora de la votación de los articulos 6° y 7° puede en realidad haber sido fruto de un descuido. Se votaron en forma conjunta y los liberales, que respaldaban tanto el referéndum municipal como el nacional, "metieron su gol", utilizando su mayoría para votar favorablemente. En la bancada conservadora bastaron unos pocos segundos para que los representantes de ese partido se dieran cuenta de lo que acababa de pasar; había sido aprobado el referéndum nacional que según los acuerdos debía hundirse. Se inició entonces una discusión intermináble sobre si habían sido aprobados los dos artículos, ya que pese a tener mayoría, no contaban con las dos terceras partes que según algunos requería. Los liberales optaron por retirarse del recinto, cuando Mazuera dijo que eran necesarias las dos terceras partes y por lo tanto los artículos habían sido negados. Lo grave del retiro de los liberales es que el quórum se rompió y no se terminó de votar el proyecto, con lo cual, ni siquiera los artículos que ya han sido aprobados pueden pasar al Senado para que éste los vote y la elección de alcaldes pase con vida la primeva vuelta y quede lista para entrar a formar parte de la Constitución en 1985, después de salvar una nueva legislatura.
De nuevo, y pese a la victoria en la primera votación, el proyecto estaba a punto de naufragar. Para salir avante, deberá terminarse su votación en la Cámara este martes y pasar de inmediato al Senado, antes de que terminen las sesiones del Congreso.
Al final de la semana, un acuerdo politico ya se había logrado para votar de nuevo los articulos 6° y 7°, en forma separada, y aprobar el primero y negar el segundo. Pero este pacto podía resultar tan endeble como los que en las últimas semanas se han venido incumpliendo.
Sobre todo si se tiene en cuenta que el ex presidente Turbay ha pasado de una oposición soterrada a una oposición pública al proyecto. En sus declaraciones, Turbay no sólo ha desautorizado a la Comisión Política Central del Liberalismo, sino que ha puesto en la cuerda floja el proyecto, teniendo en cuenta el gran respaldo parlamentario con que cuenta el ex presidente, quien sostiene, interpretando las reservas y temores de algunos sectores de la clase dirigente, que el proyecto debe aplicarse en forma gradual y por ahora limitarse a un centenar de municipios, los más grandes, y no a los 900 que cobija. Se sabe desde ya que la batalla en nombre del turbayismo, si la iniciativa pasa al Senado, será librada por el ex ministro de la administración Turbay, José Manuel Arias Carrizosa.
La suerte que corre el proyecto tendrá implicaciones de mucho más alcance que las escaramuzas parlamentarias vividas la semana pasada.
Lo cierto es que el proceso de paz, que en un principio dependía de un gran número de reformas políticas y sociales, se centra hoy en la elección de alcaldes, punto en el cual los guerrilleros le están midiendo al gobierno su capacidad de volver realidad el ofrecimiento de una apertura democrática.-
HABLA MINGOBIERNO
El ministro de Gobierno, Jaime Castro, quien para muchos se está jugando su futuro en el proyecto de la elección de alcaldes, dialogó con SEMANA. Estos son apartes de la entrevista.
SEMANA: Si el proyecto pasa en la Cámara esta semana, ¿qué perspectivas le ve usted en el Senado?
JAIME CASTRO: En cierto modo, deben repetirse las mayorías de la Cámara en el Senado, que ya en 1980 aprobó el proyecto de elección de alcaldes que había presentado Alvaro Gómez en aquel entonces. Hay que recordar que Gómez recogió una bandera liberal de Rafael Uribe Uribe, Gaitán y la Convención liberal de 197¿ que eligió candidato a López.
S.: Los observadores políticos lo identifican a usted con el proyecto. Si este se hunde, ¿es acaso posible que usted renuncie a su cargo?
J.C.: Siempre he creído que la iniciativa va a ser aprobada. En el improbable de que naufrague, no creo que deba necesariamente renunciar a mi cargo.
A.: ¿Cree usted que este proyecto si es aprobado, se le puede presentar a los grupos guerrilleros como prueba de la capacidad del gobierno de efectuar una apertura democrática?
J.C.: La reforma política está contenida en varios proyectos presentados por este Ministerio: dos constitucionales y 5 leyes. Debe sumarse el de reforma a la televisión, que indudablemente también se puede constituir en una nueva garantía democrática. Confío en que los dos constitucionales obtengan su aprobación de primera vuelta y que la mayoría de los proyectos de ley hagan tránsito. Hay que recordar que el de elección de alcaldes está en el tratado de La Uribe.
Sin duda es pieza importante de la política de paz y puede servir como puente de plata para la reincorporación a la vida política legal de quienes están en la guerrilla.