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POR QUE LEGALIZAR

EL Nobel de economía Milton Friedman explica las razones por las cuales deben legalizarse las drogas.

8 de noviembre de 1993

LA SEMANA PASADA, EL M.I.T. HARVARD Club de Colombia organizó un seminario sobre prohibición o legalización de las drogas. Durante una teleconferencia desde Estados Unidos, Milton Friedman expresó crudamente su posición en pro de la legalización. SEMANA reproduce algunos apartes.
Estamos aquí reunidos por la tecnología, para hablar de drogas, de la prohibición de drogas. Soy economista de profesión, pero las razones que me llevan a inclinarme en favor de la legalización no son, de ninguna manera económicas. La prohibición de las drogas es un proceso costoso en términos económicos, pero para un país rico ese es un problema secundario. La razón principal por la cual me opongo a la prohibición de las drogas es de orden moral. Pienso que prohibir su uso es una actitud altamente inmoral de parte de un Estado. Y con Colombia se ha producido una inmensa inmoralidad. Estados Unidos está imponiéndole un enorme costo a Colombia, Perú y otros países, asesinando literalmente a miles y miles de personas, y todo eso sólo porque no podemos fortalecer nuestras propias leyes. Por esa razón acabamos con miles de vidas, y ponemos a esos países en una situación en la cual no pueden mantener verdaderas democracias. ¿Cómo puede alguien justificarlo? Le he hecho esa pregunta a mucha gente, y hasta ahora no he encontrado la primera respuesta satisfactoria.
Pero la inmoralidad no esta únicamente en lo que hacemos en países extranjeros. También esta en casa. Para comenzar, ¿cómo puede un gobierno decirme a mí lo que puedo o no ingerir? Somos supuestamente una sociedad libre, donde cada uno es responsable de sí mismo. Aquí el gobierno no es dueño de mí. Yo soy dueño de mí. Si hago algo que me haga daño, el gobierno no tiene el derecho de detenerme, como no tiene derecho a decirme que no tengo derecho a comer carne, aunque todos sepamos que un elevado consumo de grasa puede causar enfermedades.
PEOR EL REMEDIO QUE EL MAL
Incluso personas que no están de acuerdo con mis puntos de vista éticos y que originalmente apoyaban la prohibición de drogas coinciden conmigo en el sentido de que la prohibición ocasiona más daño del que causa la droga. Y si vamos a hablar de los estragos que causa, no el consumo sino la propia prohibición, tomemos en cuenta que el Gobierno estadounidense gasta entre 20 mil y 30 mil millones de dólares anuales para impedir que las personas la consuman. La sola prohibición origina un sinnúmero de crímenes que causan miles de víctimas inocentes. Y, sin embargo, las únicas víctimas verdaderamente inocentes del consumo, y no de la prohibición, de drogas son, probablemente, los hijos de madres adictas al crack.
Es más: al criminalizar la droga y las actividades que con ella se relacionan, lo único que se está logrando es hacer costosa la distribución de droga. El resultado es un alza en el precio, y eso hace sumamente caro para la gente el mantener el consumo. Por ello los adictos terminan convirtiéndose en criminales, pues es la única manera de conseguir suficiente dinero para obtener sus dosis.
Y probablemente lo más triste del asunto sea que quienes se beneficien en mayor medida con la prohibición sean los propios carteles, que gracias a ese sistema son protegidos de la competencia. La prohibición hace del negocio algo altamente peligroso, y por cuenta de esos riesgos toda la actividad termina por quedarse en las manos de quienes tienen las organizaciones más grandes y preparadas: los carteles.
Y ahí no paran los perjuicios. En Estados Unidos, el grueso de la distribución está a cargo de menores de edad. La razón para que ello ocurra es muy sencilla: nuestras leyes son mucho menos severas con los jóvenes que las de los adultos, y quienes dirigen la industria de la droga encuentran mucho más ventajoso contratar adolescentes.
Como si fuera poco, la prohibición aumenta increíblemente las ganancias del negocio. Eso lleva a la violencia en las calles por el control de la distribución, desencadena la corrupción de la administración pública cuando los traficantes tratan de comprar a los funcionarios, e igualmente lleva a una corrupción cubierta de legalidad, que se produce cuando la DEA allana y decomisa las propiedades sin pasar por los tramites judiciales de rigor. En fin, no podemos sino concluir que los efectos de la prohibición de las drogas son muchísimo más graves que los del consumo en sí. Por eso sostengo que la mayoría de los daños que la gente asocia con las drogas no se derivan de estas, sino de la prohibición que sobre ellas pesa. Por tratar de evitar que se consuman ciertas sustancias, por la llamada guerra contra las drogas, hemos llegado a escenarios mucho peores que los que se producirían si las personas pudieran consumir libremente.
Finalmente, para nadie es nuevo que, por cuenta de la prohibición, nuestras prisiones están sobrepobladas. Cada vez hay más cárceles, y cada vez más quienes allí se encuentran están condenados por algún delito relacionado con drogas: su uso o distribución.
LA PROHIBICION
Parte de esta misma experiencia se vivió en Estados Unidos con la prohibición del alcohol, abolida en 1934. La situación era muy parecida: era ilegal la producción, distribución o venta de bebidas alcohólicas, y, como resultado de ello, se creó una gran estructura criminal. Aunque de hecho la medida obtuvo como resultado un cierto descenso en el consumo de alcohol, el número de muertes relacionadas con alcohol aumentaron. A ello contribuyeron la intoxicación por consumo de bebidas de fabricación casera y se produjeron más muertes por enfermedades del hígado y por la baja calidad del alcohol. A estas muertes por ingestión, se sumó la pérdida de miles de vidas por cuenta de la violencia criminal. El número de personas asesinadas se elevó, como sucedió también con el número de prisioneros. Fue entonces cuando nació el crimen organizado.
Exactamente lo mismo ha sucedido con la prohibición de droga. El crimen y la violencia aumentaron. Un estudio realizado hace algunos años, demostró que anualmente hay 10 mil muertes en Estados Unidos como resultado de la prohibición.
USOS MEDICOS
Por otro lado, algunas drogas han probado ser el único medio eficaz para combatir ciertas enfermedades. La marihuana, por ejemplo, es efectiva contra el glaucoma, una enfermedad del ojo. En algunos casos, es la única sustancia existente para combatirlo. Del mismo modo, es una de las poquísimas sustancias que logran suprimir la nausea que producen los tratamientos químicos contra el cáncer. Existen también drogas prohibidas que resultan útiles para aliviar el sufrimiento de quienes se encuentran en estado terminal.
No hay excusa de ninguna clase para prohibir cualquier sustancia que pueda hacer el final de la vida menos doloroso. Es inmoral. Prohibir el uso de marihuana para uso médico es inmoral. Pero una reclasificación de esta sustancia en una categoría que la haga accesible para uso médico fue rechazada porla DEA, apesar de que quien hizo las recomendaciones fue un empleado de la propia institución. ¿Por qué, me pregunto, sucede esto cuando la marihuana existe desde hace dos mil años y hasta ahora no se ha presentado el primer caso de muerte por sobredosis?
LEGALIZAR
Podría seguir eternamente enumerando los errores de tratar de prohibir el uso de drogas. La única respuesta sensata que encuentro para solucionar el problema es la legalización. Y no la legalización de algunas, sino de todas las drogas. Es darle el mismo tratamiento que al alcohol: limitar su venta, tal vez gravarla con algun impuesto, sin elevar excesivamente su precio para no tener los mismos problemas de criminalidad, castigar aquellas acciones cometidas por quienes la consuman que puedan afectar a terceros, no por el alcohol o la droga en sí, sino porque sus efectos hacen que las personas no sean responsables de su conducta. En ese sentido, sería necesario castigar a quienes la manejen bajo la influencia de la droga, pues, al igual que los borrachos, se convierten en una amenaza para la comunidad.
LA OPCION INTERMEDIA
Un término medio en la legalización de la droga puede ser aún peor que el problema actual. No podemos seguir tratando el tema como si el problema fuera la droga misma. Además, quien obtenga el derecho exclusivo de distribución de las sustancias narcóticas el Estado o alguna otra institución, se corrompería enseguida. El problema no es quién administre la distribución sino, justamente, que esta sea controlada.
Una segunda opción, la de conseguir droga con prescripción médica, es igualmente absurda. ¿Cómo podríamos decirle a un fumador que consiga una prescripción médica para obtener un cigarrillo? Algunos argumentan que sería útil para que el gobierno tuviera un registro de los consumidores. Yo no quiero que el gobierno tenga los sobres y direcciones de quienes están consumiendo demasiada grasa, o de los fumadores o bebedores. ¿Qué hay de los derechos individuales ?
Sí, la respuesta es legalizar totalmente. Es absurdo tratar de prohibirlo. No puede haber éxito al hacerlo. Hemos gastado tantos medios y esfuerzos en intentarlo y, como resultado de ello, hoy Estados Unidos es un lugar mucho menos seguro que lo que era antes de que comenzara la guerra contra la droga. ¿Quién puede librar esa guerra? No tiene sentido que quienes terminen perdiendo en esta batalla sean siempre los ciudadanos inocentes de Colombia, entre otros. Debemos parar esta guerra sin esperanza contra las drogas.