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La fotografía de fue publicada por la cuenta oficial de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz. | Foto: @ComisionadoPaz

PROCESO

Misión cumplida en La Habana

En una maratón insólita, FARC y gobierno lograron cerrar el acuerdo final que le pondrá el fin a la guerra.

23 de agosto de 2016

Desde hace diez días el presidente Santos se jugó el todo por el todo. Con el tic tac del reloj político corriendo sin pausa, tenía que lograr desatrancar los puntos que tenían empantanado el fin de la negociación en La Habana. Decidió reforzar el equipo de negociación y que estos trabajaran en comisiones, además en un conclave fuera de La Habana, todo bajo coordinación de Humberto de la Calle y Sergio Jaramillo.

Los negociadores empezaron a evacuar temas y el viernes pasado ya habían superado el primer gran escollo: resolver el impase de la ley de amnistía. Las bases de esa ley ya habían sido acordadas por el abogado español Enrique Santiago, que asesora a las FARC, y Manuel José Cepeda, que hace lo propio con el Gobierno.

Lo principal que se logró es que la guerrilla aceptara que la ley se tramite luego del plebiscito, algo que los jefes de ese grupo insurgente no aceptaban al principio, pues consideraban que no podía empezar su concentración ni el cese del fuego sin tener garantías jurídicas. En contadas horas se sabrá en detalle cómo fue este acuerdo.

Luego se empezó a trabajar en el espinoso tema de las curules para las FARC. El Gobierno había puesto sobre la mesa una oferta de tres cupos en el Senado pero no de manera directa, sino que las FARC los disputen en elecciones y se les garanticen de todos modos si no alcanzan los votos suficientes. Los insurgentes pedían las curules de los congresistas asesinados de la UP, más cupos en concejos y asambleas. El acuerdo logrado, al parecer, está a mitad de camino para ambas partes. En este tema también fueron claves Enrique Santiago, el senador Roy Barreras y Juan Fernando Cristo.

Finalmente estaba el entuerto de la reintegración, un tema que andaba muy crudo y en cuyas posiciones había una enorme distancia. Las FARC estaban casadas con un esquema hipercolectivo y el Gobierno ofrecía una ruta individual para los combatientes.

La fórmula alcanzada, al parecer, también es una combinación de escenarios posibles y deja muchos aspectos para desarrollar en el futuro. El alto consejero para el posconflicto, Rafael Pardo, viajó a La Habana con la tarea expresa de apoyar este punto pues durante los años 1990 tuvo experiencia en la reintegración de otras guerrillas.

También fue clave Frank Pearl, quien estructuró el proceso de reintegración de los combatienes, un tema al que se ha dedicado desde hace varios años. Pearl diseñó un modelo que permitirá a los desmovilizados recibir atención psicosocial, educación y formación para el trabajo con el fin de que puedan desempeñarse productivamente en la sociedad. En el proceso lo consideran el cerebro de la Agencia Colombiana de Reintegración, organismo que hoy dirige Joshua Mitrotti.  También la canciller, que tiene un portafolio de ofertas de la comunidad internacional, ayudó en este punto.  De parte de las FARC fue clave Álvaro Leyva, el cerebro de los “Terrepaz”, que es el proyecto de comunidades solidarias que sueña crear esa guerrilla una vez deje las armas.

Luego de terminados estos puntos, y de redactarlos, que no es fácil, Leyva y Sergio Jaramillo redactaron el preámbulo de todo el acuerdo. Este miércoles en la mañana se dedicaron a revisar el texto y darle la última pulida, pues cuando se presente ante el país a las 6:00 p. m. desde La Habana se entenderá que ese es el texto final, el que permitirá convocar el plebiscito.

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En la noche de este martes Jesús Santrich, miembro de la delegación de las FARC, aseguró que el acuerdo final no estaba cerrado y que aún faltaba un tema importante sobre asuntos étnicos. Seguramente este tema es uno de los que terminarán por ajustarse a lo largo de la jornada.

La foto de todos los negociadores juntos lo dice todo: misión cumplida.