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REUNION DE PRESIDENTES: BUENAS INTENCIONES

La propuesta del presidente Betancur de una reunión de presidentes americanos tropieza con dificultades pero tiene justificación

20 de septiembre de 1982

Desde que el presidente Betancur hizo su propuesta de afiliación a los no alineados es mucha la tinta que se ha vertido alrededor del tema. Artículos, editoriales, declaraciones. En cambio la iniciativa de reunir a los presidentes de las naciones de América, el próximo diciembre en Cartagena, no ha merecido los mismos honores. (Son excepción del ex-presidente Carlos Lleras, quien la considera mucho más importante que la afiliación al grupo de los no alineados y uno que otro editorial, la iniciativa ha quedado relegada a un segundo plano.
No precisó el presidente Betancur el temario sobre el cual deberían discutir los jefes de Estado, aunque la motivación sí es clara... "los conflictos que agobian a Latinoamérica, tanto de origen interno como los proyectados por las potencias extracontinentales desde las Malvinas reclaman su extraordinaria presencia"
El éxito de este tipo de reuniones depende en buena parte tanto de la importancia del país que la convoque como de las circunstancias internacionales del momento. Colombia no está considerada en el "ranking" de liderazgo continental que le pudiera dar serias posibilidades de realizar estas iniciativas.
Es natural que Betancur, quien aspira a marcar un hito en la política interna de Colombia, intente hacerlo igualmente en la política internacional.
POCOS EXITOS
Los antecedentes sin embargo, no permiten ser excesivamente optimistas.
Desde la iluminada Carta de Jamaica y el fracaso del Congreso Anfictiónico (ver recuadro) han sido muchos los intentos de reunir a los jefes de estado de América y pocos los éxitos. Sin remontarse mucho en la historia, una de las principales causas del derrocamiento, por parte de la guardia nacional del presidente Aristides Royo en Panamá, fue el intento de convocar una reunión de presidentes americanos excluyendo a los Estados Unidos e incluyendo a Cuba. Los herederos del general Torrijos, resultaron menos antiamericanos de lo que se hubiera podido pensar.
Otro intento fallido fue el del presidente Carlos Andrés Pérez, cuando en 1976, con motivo del sesquicentenario de Congreso Anfictiónico, propuso una cumbre semejante. Aun respaldado por la bonanza petrolera de ese momento y el liderazgo que ella le daba a Venezuela, la iniciativa no prosperó.
Por esa época tuvo lugar una cumbre de presidentes latinoamericanos en los Estados Unidos, con motivo de la firma de los tratados entre ese país y Panamá. La reunión, sin embargo, se limitaba a ser un acto protocolario realizado para reafirmar la solidaridad con Panamá.
La única reunión de presidentes americanos que se ha llevado a cabo para la definición de políticas, ha sido la celebrada en Punta de Este en 1967 para intentar darle nueva vida a la agonizante Alianza para el Progreso. A ésta, cuyos objetivos no se realizaron, asistió como presidente por Colombia el doctor Carlos Lleras Restrepo.
HAY RAZONES
Dejando a un lado estos antecedentes, existe una coyuntura que justifica en los actuales momentos una convocatoria de esa naturaleza:
En primer lugar está la herencia dejada por la guerra de las Malvinas, en la cual los Estados Unidos violaron abiertamente los principios de su propia doctrina Monroe. Efectivamente, ésta que se había promulgado en 1823, como un supuesto acto de solidaridad norteamericana contra cualquier agresión por parte de las potencias europeas, se invirtió en el caso de las Malvinas al solidarizarse Washington con la Gran Bretaña.
El otro punto sería la enmienda Simms, aprobada por el senado americano, curiosamente después de la posesión de Betancur. El texto de dicha enmienda es el siguiente: "Estados Unidos está resuelto a impedir por cualquier medio que sea necesario, incluyendo el uso de las armas, que el régimen marxista-leninista de Cuba extienda por la fuerza o la amenaza de la fuerza sus actividades agresivas o subversivas a cualquier parte del hemisferio".
Paradójicamente, al mismo tiempo que los Estados Unidos abandonan la doctrina Monroe en el caso de las Malvinas, esta enmienda ha sido entendida como un intento de revivirla, cambiando la protección norteamericana contra la dominación europea por protección contra la dominación marxista.
La conclusión de todo esto podría ser que aun cuando Colombia no está propiamente entre los 3 o 4 países más importantes de América Latina, existen circunstancias internacionales que justifican una convocatoria como la que ha hecho Belisario Betancur. Llévese a cabo o no la reunión, el presidente ha hecho una propuesta oportuna que el país no ha valorado ni comentado adecuadamente.
CONGRESO ANFICTIONICO: PRIMER INTENTO
En su famosa Carta de Jamaica, Bolívar, demorado y refugiado en esa isla, hace un análisis de la situación política de las distintas regiones de la América Hispana y pinta el cuadro de su visión futura de una América unida en una gran confederación de naciones, guiadas por ideales internacionales comunes.
Diez años más tarde, Bolívar triuntador, decide convocar un Congreso en Panamá con las recientemente independizadas repúblicas del centro del hemisferio para plasmar su protecto esbozado en la Carta de Jamaica y formar una confederación latinoamericana para dialogar mano a mano con los Estados Unidos. En este sentido da orden a Santander de convocar dicho Congreso y le indica expresamente que los Estados Unidos no deben ser invitados. Santander, quien prefiere mantener vivos los regionalismos para aumentar su poder en la Nueva Granada, invita a los Estados Unidos, a las Provincias del Rio de la Plata y al imperio del sur de Brasil, con el objeto de evitar que el proyectado congreso resulte en la formación de una confederación en el centro del hemisferio que debilite las autoridades regionales.
Nace así, según el historiador Liévano Aguirre, el Panamericanismo. La reunión de todas las naciones hispanoamericanas no como un interlocutor de los Estados Unidos. En términos generales el Congreso de Panamá fue un fracaso. A la postre, los países que habían sido invitados contra la voluntad de Bolívar no enviaron delegados. El Imperio del Brasil no quiso hacerlo para no solidarizarse con la América Hispana contra España, que aun pretendía reconquistarla. Las Provincias Unidas del Rio de la Plata tampoco aceptaron la invitación. Los Estados Unidos nombraron plenipotenciarios pero no se les asignaron viáticos y nó pudieron viajar.
En junio de 1826 se reunieron los plenipotenciarios de México, Colombia, Perú y Centroamérica, siendo Colombia representada por el señor Gual.
No bien se iniciaron las conversaciones preliminares surgieron dos dificultades que debían limitar considerablemente los alcances de la política americana de Bolívar. La resistencia de algunas delegaciones a establecer la libertad de comercio entre los países americanos y la oposición del Perú a consagrar en el tratado de Alianza los principios democráticos y republicanos. A pesar de que el tratado final contemplaba la formación de una fuerza militar y marítima para la Confederación, esto nunca llegó a implementarse por la falta de cooperación de los congresos de los distintos países. Bolívar, decepcionado, comentaba más tarde: El Congreso de Panamá, institución que debiera ser admirable si tuviera más eficacia, no es otra cosa que aquel loco griego que pretendía dirigir desde una roca los buques que navegaban. Su poder será una sombra y sus derechos consejos, nada más".