armas

Se alquilan para matar

El hallazgo de un arsenal en una casa en el norte de Bogotá dejó al descubierto que la delincuencia alquila armas de guerra a su antojo.

3 de noviembre de 2002

Desde hacia varios meses los vecinos del barrio San Martín, en el norte de Bogotá, notaron que algo raro pasaba en una de las casas del sector. Muy tarde en la noche, durante cualquier día de la semana, llegaban personajes extraños a una vivienda y pocos minutos después de ingresar volvían a salir con maletines o paquetes debajo de brazo. En un barrio tranquilo, en donde todos se conocen, el asunto no pasó inadvertido y alguien decidió avisar a la Policía.

El caso fue asignado a los hombres de la Sijin (seccional de investigación y policía judicial) de la Policía Metropolitana de Bogotá. Después de varios días de seguimiento para establecer qué tipo de movimientos y actividades realizaban en esa casa el pasado lunes 21 de octubre un grupo de oficiales, acompañados por miembros de la Fiscalía, allanó el lugar.

En el techo de uno de los corredores de la vivienda los investigadores ubicaron una caleta muy bien diseñada. En su interior encontraron subametradoras, pistolas, revólveres, escopetas, granadas de fragmentación, varios fusiles de asalto AK-47 y abundante munición. El hallazgo pasó desapercibido ya que el allanamiento ocurrió el mismo día que explotó el carro bomba contra la sede de la Policía Metropolitana en el centro de la capital. Sin embargo el operativo dejó al descubierto un macabro negocio: el alquiler de armas de guerra.

No es raro en Colombia que las autoridades encuentren arsenales ocultos en casas particulares destinados a aprovisionar a grupos ilegales o milicias que actúan en las ciudades. Lo extraño, y lo que tiene sorprendidas a las autoridades, es el hecho de que los delincuentes comunes cuenten ahora con un acceso a armas de gran poder de fuego y destrucción. Ese era el negocio al que se dedicaba la mujer que la Policía y la Fiscalía detuvieron en la casa del barrio bogotano. Lo grave es que no se trata de un caso aislado.

El negocio

La venta ilegal de armas ha dado origen a un negocio paralelo: el alquiler de armas de fuego. Los precios son establecidos dependiendo básicamente de dos factores: el tipo de arma y el 'trabajo' para el cual va a ser usada. El alquiler de un revólver está alrededor de los 50.000 pesos por trabajo corto, 100.000 menos que una pistola, bastante lejos de los 300.000 pesos a los que puede llegar a una subametralladora mini Uzi y muy por encima de los 500.000 pesos que cuesta rentar un fusil AK-47. El alquiler incluye, por lo general, una carga de munición.

Obviamente, las armas se alquilan sólo a personas de confianza o conocidas del 'arrendatario'. El costo también varía dependiendo de que la labor por realizar sea considerada de bajo riesgo, como atracos a negocios, personas o residencias y robos de vehículos. La tarifa, sin embargo, aumenta significativamente cuando se trata de acciones que implican mucho peligro, como el asalto a entidades bancarias o carros de valores y atentados a personajes con escoltas. En estos casos quienes alquilan el arma exigen como 'finca' el valor de la misma, como una forma de asegurarla en caso de que el delincuente muera el arma se pierda o sea decomisada por las autoridades. En esas ocasiones el alquiler de, por ejemplo, una pistola Pietro Beretta calibre 9 milímetros pasa de 100.000 pesos a alrededor de un millón de pesos. Si se trata de un fusil AK-47 el precio sube de 500.000 a un millón y medio de pesos.

El negocio es tan rentable y tiene una dinámica tan alta que se ha detectado que se alquilan armas hasta por tres turnos. Como si fuera un instrumento normal de trabajo se puede hacer una especie de contrato de leasing, se alquilan las armas por cuotas con opción de comprarlas. En Ciudad Bolívar, en Bogotá, la Policía tiene identificadas 70 pandillas que acuden al alquiler y al leasing de armas.

Para todos lo gustos

Según explicaron a SEMANA varios investigadores de la Fiscalía los principales clientes de este tipo de transacciones que se realizan en las grandes ciudades son bandas de delincuentes, asaltantes y sicarios. Las personas que se dedican a alquilar armas, por lo general, no pertenecen a ninguna gran de red de traficantes. Es común que sea gente que ha adquirido una o varias de ellas en el mercado negro y tienen como ingreso adicional el alquiler, como era el caso de la mujer detenida hace dos semanas en el barrio San Martín.

En Bogotá, Medellín y Cali, principalmente, existen decenas de lugares especializados en ofrecer este tipo de 'servicios'. Así como el negocio puede operar en una casa de cualquier barrio en la capital, funciona en la trastienda de negocios legales como casas de empeño, locales de sanandresitos, tiendas de barrio e incluso droguerías.

Hasta hace pocos años las armas que se alquilaban, principalmente, eran pistolas, revólveres y ametralladoras de todos los calibres, modalidad de comercialización que tuvo su punto más álgido durante el auge del sicariato promovido por los carteles de la droga en los años 80. No obstante, ahora las autoridades están preocupadas que dentro del macabro 'portafolio de servicios' de alquiler hayan entrado a formar parte los fusiles de asalto. Y evidentemente es muy diferente que un policía armado con un revólver enfrente a una banda de ladrones con pistolas a una que esté equipada con estos fusiles.

Según la Dirección de Investigaciones Judiciales de la Policía -Dijin- la razón para que armas de gran poder hayan entrado a formar parte del negocio del alquiler consiste esencialmente en el proceso de renovación. "Las armas se renuevan tan rápido como el mercado de los computadores y, al igual que en el mundo de la informática, el contar con los últimos modelos siempre será una ventaja", afirma un investigador de la Fiscalía. A este fenómeno le sucede otro, conocido por los expertos como "cascada", y es que las armas bajan de precio y de manos con el paso del tiempo. "Del guerrillero en el monte pasan al miliciano en la ciudad y ésta a su vez termina en la delincuencia y las casas de alquiler. Tanto la guerrilla como los paramilitares han renovado recientemente sus arsenales y por tanto sus fusiles viejos van a dar ahora a las ciudades", afirma el funcionario

Según las estadísticas de la Fiscalía, en promedio cada 20 minutos las autoridades colombianas decomisan un arma en el mercado negro. Sin embargo, los mismos investigadores reconocen que el volumen de decomisos representa tan sólo cerca del 20 por ciento del total del mercado de armas ilegales. Y es que sin duda alguna luchar contra este delito es bastante difícil. Nunca son grandes cantidades de armas las que los traficantes movilizan, lo cual les facilita esconderlas y cambiarlas constantemente de lugar. En el caso de un negocio tan dinámico como el alquiler hay que tener en cuenta, además, que una sola arma puede pasar por cinco manos diferentes en una semana. Estas, entre otras consideraciones, son las que han llevado a las autoridades a concluir que la forma más efectiva para poder combatir este flagelo es, como ocurrió en el caso del barrio San Martín, la colaboración ciudadana.