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Sergio Jaramillo | Foto: Archivo SEMANA / pixabay.com

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¿Fue anticipada la salida de Sergio Jaramillo?

El enroque con Rodrigo Rivera como embajador de Colombia en Bruselas, se da a mitad de la implementación del acuerdo de paz. Estos son los pros y los contras del paso al costado que dio el dueño de la llave que selló la salida negociada del conflicto con las Farc.

31 de julio de 2017

Era la última renuncia que se podía esperar. Si alguien se creía que iba a durar los ocho años de gobierno en el gabinete del presidente Juan Manuel Santos era su consejero de paz, Sergio Jaramillo. Más que un asesor, se había convirtió en el artífice de la bandera política que ondeó el mandatario: el fin de la guerra con las Farc. 

Pocas veces un individuo juega un papel tan predominante en una administración. "Sin su abnegación, destreza, visión e inteligencia, no hubiera sido posible el fin de 53 años de guerra", manifestó Paula Gaviria, consejera de Derechos Humanos. Esa misma lectura hizo la investigadora Juanita Goebertus: "Proceso de paz habría sido imposible sin el compromiso despolitizado de Sergio Jaramillo". 

El anuncio del presidente levantó toda una ola de reacciones en las redes sociales en favor y en contra de la decisión tomada. El mismo día que comenzó la extracción de los contenedores con las armas de las Farc de las zonas veredales y se conocía el primer inventario de los bienes de la guerrilla, el país se enteró de que el dueño de la llave que selló la salida negociada del conflicto se iba. 

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Jaramillo tomará "unas merecidas vacaciones" y posteriormente se incorporará a su nuevo puesto en el que ejercerá como embajador ante Bélgica y la Unión Europea (UE), bloque cuyo apoyo fue clave durante las negociaciones de paz con la guerrilla más vieja que quedaba en el hemisferio. 

"Me ha dicho que quiere hacer un alto en el camino y retirarse como comisionado de paz, yo le dije que el alto en el camino no, que se puede retirar de comisionado pero para seguir luchando por la paz en la embajada en Bruselas", dijo Santos. 

Durante siete años Jaramillo dedicó su experiencia y conocimiento en cumplir un doble propósito: garantizar el tránsito digno de las Farc a la legalidad como lo expusieron los excombatientes en la fase exploratoria de la negociación y resolver los problemas que para él obstaculizan el trabajo de construir una nación: la tierra, el narcotráfico, la impunidad y la democracia. Como parte de su trabajo se acuñó un término que definiría su enfoque del proceso: la paz territorial.

"Colombia le debe mucho a Sergio Jaramillo. Ha cumplido su tarea con creces ¡Suerte Sergio!", expresó su coequipero en La Habana, Humberto de la Calle. Para muchos, la primera lectura una vez que se conoció la noticia, fue sentir que había llegado en un momento inesperado. Van seis meses desde cuando arrancó la implementación y todo está por hacer. 

El desarme de las Farc es un hecho y con el concluyó el cese al fuego más exitoso que se han coordinado en Colombia, y tal vez uno de los más efectivos en el mundo. Sin embargo, en materia jurídica la implementación del acuerdo anda algo cruda. La Ley de Amnistía y el Acto Legislativo, que da vida a la Jurisdicción Especial de Paz, ya vieron la luz en el Congreso, pero les falta el visto bueno de la Corte Constitucional. La reincorporación apenas empieza a tomar forma y el gran paquete normativo que falta por tramitar se quedó sin su padrino.

Gran parte del esfuerzo de Jaramillo durante estos años, fue rodear de apoyo internacional al proceso. Tuvo las ideas cruciales de acudir al Consejo de Seguridad de la ONU y vincular a Estados Unidos y a los militares activos. Creó la subcomisión técnica que le permitió al sector castrense, quizá por primera vez en la historia, estar en primera línea para la paz.

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Tras la firma del acuerdo renegociado en el Teatro Colón, el alto funcionario dejó ver que no se iba a marginar de la nueva fase. Incluso, fue él quien se puso al frente del aterrizaje de los acuerdos. Ya sea en el Congreso, la Corte Constitucional o espacios académicos en universidades o foros, al alto funcionario se le vio defendiendo con capa y espada el acuerdo que el mismo había ayudado a construir.

Quizá por eso, hay inquietudes que quedan pendientes con su renuncia. Aunque la decisión se le atribuye principalmente a una intensión de darse un respiro después del reto que asumió hace siete años, también es cierto que el proceso de paz ha estado lleno de rivalidades internas entre los protagonistas.

De hecho, una de las más duras se dio entre el alto comisionado de paz, Sergio Jaramillo, y el alto consejero para el posconflicto, Rafael Pardo. El pasado 10 de junio, con motivo de la controversia sobre los bienes de las Farc, los dos se sacaron el clavo.  Como el que había negociado el texto del decreto fue Pardo, Jaramillo dijo que era una “chambonada”. Para rebatirlo, Pardo respondió que para él, el comentario era la “chambonada”. 

A ese impasse, se suma el desgaste en el que se convirtió la aplicación de la Ley de Amnistía, que no se ha puesto en marcha plenamente porque los jueces consideran que hay vacíos. Aunque para resolver las diferencias se tramitó un decreto reglamentario, aún hay diferencias que dificultan que un número importante de excombatientes de las Farc reciban el beneficio. Incluso, esta situación fue la que motivó la huelga de hambre que hasta hace unos días promulgó el exjefe guerrillero Jesús Santrich.

El aterrizaje de los acuerdo ha sido una tarea del Estado en todos sus niveles y quien le hace rastreo es la Comisión de Seguimiento, Impulso y Verificación a la Implementación (CSIVI) de la que hacía parte Sergio Jaramillo. Allí, se zanjan las diferencias que han brotado de los acuerdos en medio de la implementación y de alguna manera el exfuncionario se convirtió en protector e interprete de lo que se acordó en La Habana.

¿La razón?, cada proyecto ha requerido ajustes porque hay centenares de comentarios, propuestas de los congresistas e imprecisiones por aclarar. Pero también porque surgen interpretaciones diferentes entre las partes y en lo posible la idea es seguir el camino que ya se delimitó.

"La tarea de Jaramillo fue compleja y excepcional. Gran coequipero. Pero la implementación tiene ya una hoja de ruta definida que estoy seguro la cumpliremos junto con Pardo y Rodrigo Rivera", le dijo a SEMANA el exministro Juan Fernando Cristo. Una posición que comparte el senador de Voces de Paz, Jairo Estrada: "Ya están las bases para el tránsito de las Farc a la vida civil. Su salida no será traumática".

El paso al costado que dio el alto comisionado para la paz, Sergio Jaramillo, es una puntada de los reajustes que empieza a hacer el presidente Juan Manuel Santos para reorganizar su casa en el último año de gobierno. Después del largo periodo, la Unidad Nacional necesita un nuevo respiro, refrescar su imagen y prepararse para la contienda electoral.

Con las manecillas del reloj corriendo contra el tiempo, en el Ejecutivo se preparan para ambientar un fluido entendimiento con el Congreso que permitan el trámite normativo de lo que hace falta antes de que caduque el mandato. Falta ver qué tanto cambia la baraja del presidente Santos y cómo se entenderán las partes con Rodrigo Rivera, el hombre que llega tomar la batuta de la implementación.