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A pesar de las diferencias entre Luis Pérez, gobernador de Antioquia, y Federico Gutiérrez, alcalde de Medellín, en torno al proyecto, los dos mandatarios atendieron en forma conjunta la reciente emergencia; al igual que el gerente (e) de EPM, John Maya.

ENERGÍA

Hidroituango: de nuevo la angustia

El socavón generado en la montaña de la casa de máquinas de Hidroituango volvió a encender las alarmas en este megaproyecto, a precipitar cronogramas y a revivir las preocupaciones en el sector y en los pueblos río abajo.

12 de enero de 2019

En medio de las fiestas de fin de año, se rompió la calma en el proyecto hidroeléctrico de Ituango (Hidroituango). La causa: en las pruebas y excavaciones realizadas en la montaña que alberga la casa de máquinas de la obra, los expertos descubrieron un espacio vacío o socavón de al menos 18 metros, cuyo origen no han identificado.

Los preocupó que el fenómeno indicara la posibilidad de que la montaña colapsara, lo que, en el peor de los casos, plantearía una grave amenaza sobre las poblaciones ribereñas aguas abajo del río Cauca y, en el mejor, podría traumatizar el proyecto hasta el punto de afectar su viabilidad. El hecho revivió los fantasmas de abril pasado, cuando se inició esta crisis sin precedentes por lo extensa y compleja, al derrumbarse los túneles de desviación de las aguas que obligó a inundar la casa de máquinas.

El jueves en la mañana, en rueda de prensa, Luis Pérez –gobernador de Antioquia–, Federico Gutiérrez –alcalde de Medellín– y John Maya –gerente (e) de Empresas Públicas de Medellín (EPM)– revelaron este hallazgo. Sin embargo, en horas de la tarde de ese mismo día, en un nuevo anuncio, Maya y los asesores técnicos de EPM advirtieron que en principio se trataría de un nivel mínimo de riesgo frente a la estructura de la casa de máquinas, y empezaron a correr las 72 horas para conocer los detalles definitivos de los estudios técnicos que medirían la magnitud de esta situación.

A pesar de ese parte inicial de tranquilidad, no se descartan otros ahuecamientos a lo largo de la montaña. Según Maya, el informe de los expertos establece que la probabilidad de que este hecho incida en el macizo es muy baja, pero reconoce la posibilidad de que se registren otros fenómenos similares. “Este es el único que hemos encontrado y está localizado, pero no podemos garantizar que no haya otros. Todas las señales de monitoreo a la montaña, al vertedero, a la presa no han variado y esas variables permanecen estables”, señaló.

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Aunque el riesgo es menor, según los asesores, EPM, avalada por la Gobernación de Antioquia y la Alcaldía de Medellín, decidió acelerar el cierre de las compuertas, comenzando en la casa de máquinas, para reducir a la mitad el caudal que hoy sale por allí y evitar que el agua y la presión sigan afectando esta zona. Este proceso estaba previsto para ejecutarlo al finalizar el primer trimestre de este año.

Este es uno de los hitos más complejos para recuperar el control del proyecto y establecer la situación en la que se encuentra la casa de máquinas para determinar su viabilidad. Pero es necesario reubicar las pesadas compuertas sobre las guías que se afectaron en el momento en que se inundó la casa de máquinas.


A pesar de las diferencias entre Luis Pérez, gobernador de Antioquia, y Federico Gutiérrez, alcalde de Medellín, en torno al proyecto, los dos mandatarios atendieron en forma conjunta la reciente emergencia; al igual que el gerente (e) de EPM, John Maya.

A pesar de las tensiones y diferencias generadas alrededor del proyecto entre la Gobernación de Antioquia y la Alcaldía de Medellín, esta coyuntura volvió a reunir a los dos mandatarios regionales. En forma conjunta le hicieron frente a la emergencia y ratificaron las prioridades en la atención: la primera, preservar las vidas humanas; la segunda, atender la parte ambiental; la tercera, salvar el proyecto, y en cuarto lugar, mantener la calidad del agua más abajo.

Pérez señaló que los equipos del Departamento Administrativo del Sistema de Prevención, Atención y Recuperación de Desastres (Dapard) ya tienen la logística lista para reaccionar ante cualquier emergencia en este caso. Gutiérrez, por su parte, reconoció que, aunque han logrado avances importantes, aún no han superado la contingencia.

El efecto Hidroituango

El reciente capítulo de la emergencia revivió las preocupaciones sobre el impacto de este proyecto en la agenda del país en temas de medioambiente y energía.

Para EPM hay varias implicaciones. Desde el punto de vista financiero, la ha llevado a buscar recursos por 7 billones de pesos para atender la recuperación del proyecto. También impactó el presupuesto de Medellín, que este año se reducirá.

la emergencia de hidroituango y la llegada del fenómeno de El niño están afectando los precios en el mercado de energía

Pero quizás uno de los efectos más importantes consiste en que la emergencia de Hidroituango apretó el mercado eléctrico. En efecto, EPM ha señalado que tomaría tres años recuperar el proyecto, pero en este momento no hay control sobre él ni claridad sobre la fecha precisa de su entrada en operación. Aunque los generadores han advertido que Colombia podrá contar con la energía firme que requiere por los próximos años, las alertas se encienden a partir de 2022.

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En ese sentido, para el primer trimestre de este año están programadas nuevas subastas de generación de energía, tanto para expandir el cubrimiento de la demanda de ese año como para ampliar el segmento de renovables no convencionales, eólica o solar.

En el caso de la subasta de expansión se busca que al menos atienda la oferta que no entró con Hidroituango: el proyecto contaba con 2.400 megavatios y tres cuartas partes estaban en la propuesta de energía en firme. La incertidumbre radica en que los tiempos para la entrada y el desarrollo de nuevos proyectos son cada vez más cortos. De hecho, Hidroituango ya no va a cumplir los plazos, que empezaban a finales de este año, y están en duda los de 2021. Esto llevará a que la Comisión de Regulación de Energía y Gas (Creg) le haga efectiva las garantías.

Pero este no es el único frente que causa inquietud. En el corto plazo preocupa fuertemente el impacto en los precios de la energía. En este mercado hay dos segmentos: el de los contratos de largo plazo y el de bolsa que manejan día a día distribuidores y comercializadores. Los precios ya están afectados por cuenta de que Hidroituango no entró a tiempo y por la llegada del fenómeno de El Niño.

Al analizar los valores desde finales de 2017 o comienzos de 2018 hasta hoy, en el caso de los contratos los precios han aumentado alrededor de 20 por ciento, superando los 200 pesos por kilovatio, cuando estuvieron cercanos a los 160 pesos. Y para la bolsa, con la llegada del fenómeno de El Niño, el valor ha superado los 300 pesos. Uno de los casos más relevantes es el de Electricaribe, al que EPM le había vendido energía del proyecto. Hoy, la distribuidora de la costa quedó expuesta a tener que buscar nuevos contratos o comprar la energía en la bolsa. Esta circunstancia le podría pasar a otros comercializadores o distribuidores que no estén cubiertos.

Esto se suma a una de las recientes preocupaciones del Banco de la República: si bien la inflación para el año pasado llegó a 3,18 por ciento, dentro del rango meta del Emisor, la de los servicios regulados alcanzó cerca de 6 por ciento. Y entre ellos la de energía eléctrica tuvo una variación de 8,82 por ciento, impulsada por varios factores.

Pero, además del inflacionario, puede haber un efecto fiscal, pues este aumento en las tarifas afectaría los subsidios que entrega el Gobierno a los estratos 1, 2 y 3.

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Finalmente, hay incertidumbre sobre el impacto ambiental. EPM tiene que cumplir un caudal mínimo aguas abajo, pero el cierre de una de las compuertas lo reduciría a la mitad. Al cerrar la compuerta se espera que suba el nivel del embalse, pero al entrar el fenómeno de El Niño es posible que tarde más en evacuar agua por el vertedero.

Durante los últimos ocho meses, la emergencia en Hidroituango ha tenido en jaque al país. Faltan nuevos capítulos en esta compleja historia y todavía no está claro el nivel de riesgo real del proyecto.