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Están a punto de vencerse los contratos de la fase I. | Foto: SEMANA

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TM: ¿pasará lo mismo que con las basuras?

En nueve meses acaban los primeros contratos de la fase I y los planes del alcalde Petro son inciertos.

22 de febrero de 2013

En pocos meses, el alcalde Gustavo Petro deberá enfrentar una nueva prueba de fuego con alto riesgo de salir chamuscado, como le pasó con el aseo. Se trata de los contratos de la fase I de Transmilenio. De la misma manera que ocurrió con el servicio de recolección de basuras, se aproxima la hora cero para que el Distrito resuelva si va a renegociar con los operadores de los articulados o va a sacar una licitación nueva. El problema radica en que no se ve un plan claro para abordar esta crisis anunciada.
 
La fase I, que cubre la autopista Norte, la calle 80, la avenida Caracas-Sur y el ramal del Tunal, fue la primera que negoció el Distrito con los operadores. En ese momento, el contrato concedió prerrogativas a los transportadores con el fin de que estos creyeran en el sistema. Por ejemplo, quedó estipulado que los operadores se distribuyeran el 70,5 por ciento del recaudo, mientras que Bogotá recibe el 3 por ciento.
 
Cuatro empresas integran la fase I: Ciudad Móvil, Express del Futuro, SI99 y Metrobus. Sus contratos convienen su propio fin cuando la flota de buses cumpla en promedio 850.000 kilómetros recorridos y cuando un bus cumpla un millón de kilómetros debe salir de circulación. No obstante, ante la demanda de pasajeros, gobiernos anteriores al de Petro ordenaron la entrada de nuevos vehículos lo cual prolongó la vida de la flota y de los contratos.
 
Entre septiembre y diciembre de este año se terminan los primeros dos contratos con Metrobus y Express del Futuro. Si no se renegocia con ellos podrían salir 390 buses del sistema (que actualmente tiene 1.380). Pero esperar a que eso ocurra, como pasó con las basuras, sería un haraquiri. Prolongar los contratos tampoco mejora la calidad del sistema, ya que extiende los privilegios de los contratistas en detrimento de los intereses de la ciudad. A pesar de esta situación, el gerente de Transmilenio, Fernando Sanclemente, desde su llegada al cargo en octubre pasado solo ha tenido una reunión con los empresarios y ha hablado muy poco de los términos de una eventual renegociación. En varias ocasiones SEMANA intentó comunicarse con él pero no fue posible.
 
Sobre el futuro de Transmilenio Petro ha cambiado varias veces de posición, lo que ha agravado la incertidumbre. En campaña dijo que había una “mafia” del transporte, –la misma expresión usó para el aseo– que controlaba las tarifas y se comprometió a combatirla. Una vez se posesionó, contempló la posibilidad de acabar con los contratos unilateralmente, avalado por un fallo del Tribunal de Cundinamarca. Incluso habló de comprar una flota propia de buses. Pero los operadores apelaron y, ante las posibles demandas que podrían sobrevenir, el gobierno distrital cambió la estrategia y ordenó renegociar.
 
El 30 de mayo pasado, el alcalde llegó a decir que en 20 días estaría listo un acuerdo. Pero no fue así. Fernando Rey, entonces gerente de Transmilenio, se reunió varias veces con los transportadores, con quienes convino ampliarle la vida útil a los buses a 1,3 millones de kilómetros recorridos y bajar entre 250 y 400 pesos el pasaje, a cambio de permitir alargar un año más, en promedio, los contratos. No obstante, Rey renunció en agosto y el acuerdo quedó engavetado.
 
Para el concejal Juan Carlos Flórez va a ocurrir lo mismo que ocurrió con las basuras: al final, el alcalde y los operadores van a tener que prolongar los contratos sin mejorar el servicio. Además, diseñar los pliegos de una licitación, convocarla, adjudicarla y traer los buses nuevos, puede tardar más de un año, si no hay contratiempos.
 
Ha pasado un año de anuncios encontrados, reuniones entre el Distrito y los operadores, crisis del sistema, el nombramiento de tres gerentes, aumento sostenido de la demanda y Transmilenio no mejora. ¿Dejará el alcalde que llegue el día D, como ocurrió con las basuras?