Home

Nación

Artículo

"YO YA NO CREO EN LA LUCHA ARMADA"

RAMIRO LUCIO ESCOBAR TESTIMONIO

18 de julio de 1983

Ramiro Lucio fue hasta hace poco uno de los máximos dirigentes del M-19, y actuó como cabeza visible del movimiento durante los breves días de la irrupción de éste en la legalidad Ahora vive en París, separado de la organización.
Dentro del M-19, siempre se caracterizó por ser del ala "blanda" y más proclive al parlamentarismo. A raíz de las versiones sobre la reciente desaparición de Bateman, SEMANA lo entrevistó en París.
SEMANA: Circulan muchos rumores sobre el destino de Bateman, que van desde que está muerto hasta que huyó con una millonaria suma de dólares. ¿Cuáles su versión?
RAMIRO LUCIO: Todo hace parte de una gran manipulación, de una guerra psicológica montada por los servicios de inteligencia. Para mí nada de esto tiene ninguna credibilidad. Lo de los 8 millones de dólares es directamente una infamia. Uno puede tener divergencias políticas con Jaime Bateman, pero nadie que sea honesto puede negar que se trata de un revolucionario integral, de un hombre fiel a sus convicciones.
S.: Se dice también que la posición adoptada frente a la amnistía generó profundas diferencias dentro del M-19, que habrían llevado a la organización a una crisis. ¿Qué dice usted de esto? R.L.: La reunión celebrada en Panamá demostró que las jerarquías del M-19 adoptaron una posición conjunta y única frente a la amnistía, y ésta fue conocida por todo el país cuando se publicó la declaración de guerra del 9 de abril. Frente a todo esto, el único disidente, en realidad, fui yo...
S.: La prensa ha dicho que, de estar Bateman muerto, su sucesor más seguro sería Gustavo Arias. ¿Cree que esto esfactible?
R.L.: Es paja barata. Tendrían que haber cambiado radicalmente las cosas en pocos meses dentro del M-19. Definitivamente no es posible.
S.: ¿Qué poder real tiene Bateman dentro del M-19?
R.L.: Es el jefe indiscutido. Bateman es querido y respetado por todos los militantes a todos los niveles. Ignorar esto sería hacerle el juego a la propaganda negra que quiere desprestigiarlo.
S.: Después del enfrentamiento público que tuvieron en días pasados, ¿en qué han quedado las relaciones personales entre Jaime Bateman y usted?
R.L.: Yo creo que se trata de divergencias temporales, y creo además que nos volveremos a encontrar luchando en las filas de la democracia, si él no cambia su actual rumbo político.
S.: ¿Quiere decir que usted puede regresara la guerrilla?
R.L.: No. Yo ya no creo en la lucha armada. Creo que la cosa va por otro lado, y que lo que hay que hacer es trabajar sobre las masas. Pienso que lo que habría que hacer en esta coyuntura es ganar la apertura democrática, colocándose al frente de la lucha organizada de las masas, y pasando por encima del MAS y de todos los enemigos de la paz.
S.: ¿Opina que el retiro de Otto Morales significa la muerte de la Comisión de Paz?
R.L.: No se equivoquen con John Agudelo Ríos. Es un hombre de un regio carácter y un fanático de la paz. Además, el problema no radica en las pugnas dentro de la Comisión, o en la credibilidad de que goce por fuera. La Comisión se inventó para dar recomendaciones, simplemente. Lo fundamental, las decisiones finales, están en Palacio, no en otro lado, y eso todo el mundo lo sabe.
S: ¿Qué opina de las declaraciones de acercamiento entre el M-19 y las FARC?
R.L.: Aquí en París no he podido enterarme de los términos exactos del acuerdo, pero tengo la convicción de que si va más allá del simple entendimiento militar --si se trata, por ejemplo, de montar una comisión negociadora conjunta, que actúe a nombre de los dos grupos-- esto sería altamente positivo y podría facilitar una negociación global.
S: ¿Qué opinión le merece la gestión de Belisario Betancur?
R.L.: Creo que está honradamente comprometido con la causa de la paz, que ha tenido que enfrentar tremendas presiones de ambos lados, y que por tanto hay que ayudarlo. En este momento, en que hay en Palacio un tipo que busca aclimatar la paz, y que quiere abrir las compuertas de la democracia, así sea restringida, me parece que la actitud de la guerrilla de aferrarse a la lucha armada puede constituir un error histórico.