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La población de Camarones, en La Guajira, decidió hacer campaña por el voto en blanco. (Cortesía:Katrin Bolaños)

Marzo 13

“Camarones muere de sed, sus hijos votan en blanco”

No todos los municipios y ciudades del país tuvieron un candidato de carne y hueso por quien votar. Camarones, un corregimiento a 20 minutos de Riohacha, en La Guajira, decidió “castigar” a los aspirantes y elegir a ninguno.

Andrea Peña
12 de marzo de 2006

No tienen agua potable, alcantarillado, redes telefónicas, nomenclatura, ni pavimento. Sólo unas cuantas tiendas con cerveza y gaseosa al clima, helados que a menudo se descongelan con los 38 grados de temperatura que allí pegan y una profunda rabia por quienes los han dejado solos. Así es Camarones, una pequeña población de 5 mil habitantes a la que se llega después de 20 minutos de carretera desde Riohacha, en La Guajira (si va en carro que lo lleva a no menos de 100 kilómetros por hora).

En la tierra del almirante Padilla, el héroe naval más aplaudido desde el siglo XVIII, el tiempo parece que se detuvo desde ese entonces: a lado y lado de la vía principal polvorienta, los rastrojos se comieron una tierra productiva que bien podría ser para el algodón o para el ganado. El gasoducto pasa por sus narices, pero quienes habitan Camarones no sienten ni el olor del combustible que se irriga por toda Colombia. Tan sólo, dicen, pueden vivir de pescar en el mar pargo, garita, sierra o camarón.

“Por lo menos no hemos sido atacados por los bandidos”, dice el corregidor Javier Gómez, haciendo referencia a grupos como el frente 59 de las Farc, que merodea la zona. “Lo último que nos pasó fue el secuestro de Rafael Ceballos, un funcionario de la Contraloría. Eso fue en el caserío El Perico, hace un año, pero no ha vuelto a pasar más”, agrega.

Cansados de reclamar, de protestar ante sus gobernantes y de hacer una bulla que nunca escuchó el país, decidieron rebelarse en estas elecciones y optaron por el voto en blanco. A Riohacha fue a dar una delegación camaronera que mandó estampar casi 200 camisetas blancas de todas las tallas con la consigna que, posiblemente, obligaría al país a poner los ojos sobre ellos: “Camarones, tu conciencia no tiene precio. Votemos en blanco”, se veía al lado de una equis inmensa, de color negro, encerrada en un cuadro.

Así se dio inicio a la campaña por ‘El Blanco’. Después vino la pintada de algunas fachadas. A la entrada del pueblo, se leían unas letras rojas y grandes estampilladas en una pared alta: “Camarones muere de sed, sus hijos votan en blanco”. En octavos de papel periódico amarillos por el sol, justo al lado de vallas de lata pintadas con la publicidad de varias marcas de cerveza, aparecían las mismas letras.

Camarones, al ataque

Llegó el esperado día de las elecciones. La frase comenzó a repetirse como un estribillo y casi todo el pueblo se fue convenciendo de la idea. Pero el proselitismo de algunos políticos logró jalonar a quienes todavía no estaban seguros de votar en blanco, y a la salida del instituto educativo Luis Antonio Robles, donde había 1.660 cédulas inscritas, se plantaron las barras de los diferentes candidatos de la Costa, a pesar de que la ley lo prohíbe.

“No es que todo el pueblo haya decidido botar su voto. Lo que pasa es que hay algunos ofendidos, que no han entendido que hay que buscar un candidato pa’ ponerle orden a esta vaina. Hay que buscarle ideología y salida, y yo no creo que se haga votando en blanco, eso una estrategia para llamar la atención y lo que quieren es dañarle la imagen al corregimiento. Pero aquí hay muchos sectores políticos, muchos líderes que sí están dispuestos a hacer algo por nosotros”, sostuvo Plácido Toro, uno de los voceros de la campaña de Mauricio Pimiento, aspirante al Senado por el Partido de la U, quien se resguardaba del sol bajo una carpa improvisada, hecha de paja y madera.

A 50 metros de Plácido estaba Orángel Montaña, militante del voto en blanco y uno de los líderes del ‘movimiento’. Al lado de una olla con varios litros de guarapo de panela que buscaba refrescar a los sufragantes, gritaba arengas en contra de los partidos y candidatos que fueron a buscar votos hasta Camarones. “Estamos resentidos con los diferentes gobiernos que únicamente nos hablan de promesas. Vamos a castigar a los candidatos y vamos a votar en blanco por el abandono en el que nos tienen, aquí lo único que medio funciona es un centro de salud y este colegio, no más. ¿Será eso justo?”, dijo.

Mientras el día pasaba no faltó el ruido de los equipos viejos y mal sintonizados, donde locutores y periodistas de la región narraban como un partido de fútbol la jornada electoral. El calor ya era insoportable y las cuatro de la tarde, hora cero para cerrar las mesas de votación, ya se estaba acercando. “Todos los movimientos políticos de los alcaldes, de los gobernadores y de los congresistas han venido hasta nuestro pueblo a ofrecer 35 mil o 50 mil pesos a los pobres porque saben que ellos votan con el estómago. Les dan un mercadito y cuando salen elegidos y uno va a pedirles algo, ¡tan!, se hacen los locos y después dicen descaradamente que ellos gastaron en este pueblo millones de pesos comprando votos, y que ya no tienen nada qué ofrecerles”, dice el ingeniero Luis Felipe Rodríguez, quien trabaja en El Cerrejón.

Pero eso no es lo que piensa Esteban Aníbal, quien encabezó la campaña en esta zona del candidato Jacobo Gómez, candidato al Senado por el partido Colombia Democrática. “Aquí sí hay personas que tienen un compromiso político, pero no son todos. Nuestro candidato es de clase popular y no compra votos. Él se comprometió a sacarnos de toda esta miseria, y por eso hay que creer en él”, señala.

Camarones quiere que el país lo mire, y por eso decidió votar en blanco. Se estima que un total de 800 votos podrán salir a favor de dicha opción. La primera palabra la tiene la Registraduría Nacional. Y la última palabra, la tendrá el representante que por La Guajira, se decida a hacer algo por esta población.