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Con o sin Uribe

Mientras no se conozca el futuro de la reelección, es complicado hacer una predicción sobre las elecciones que se aproximan. Pero el analista John Mario González se arriesgó. Augura una contienda con mucha acción.

John Mario González*
30 de julio de 2005

La fuerza y la representación de los partidos en Colombia van a cambiar severamente el próximo año. Será un cambio de representación, por lo menos en el Senado. Tendrá una magnitud similar en proporciones, a la que ocurrió en 1934, cuando el Partido Conservador declaró la abstención y el Partido Liberal se convirtió desde entonces en mayoritario.

En esta ocasión será a favor de fuerzas emergentes como Cambio Radical o el Polo Democrático Independiente y en detrimento de partidos como el Conservador, que con probabilidad pasará de ser la segunda fuerza parlamentaria a convertirse en el tercer, o quizá cuarto, partido en número de senadores. En las elecciones regionales de 2003, el Partido Conservador dejó de ser la segunda fuerza en materia de votación para alcaldías y pasó a ser la cuarta, evento inadvertido por los medios de comunicación y la opinión pública nacional.

El cambio tendrá la misma tendencia en la Cámara de Representantes. Pero será más leve. El acceso a esta corporación depende de un voto más amarrado y de una relación más estrecha entre el dirigente local y los electores.

Buena parte de la suerte está echada, incluso si la figura de la reelección fuera declarada inexequible por la Corte Constitucional.

Pero si la reelección se cae, las acciones de los principales partidos se incrementarán sustancialmente, en especial las del Partido Liberal y las de Cambio Radical. Curiosamente, las del Partido Conservador se verían muy afectadas, pues es la única colectividad grande que tendría que salir a improvisar candidato.

Así pues, a partir del próximo año habrá un cambio en la composición de fuerzas de los partidos políticos que en parte obedecerá a la forma como la reforma política de 2003 diseñó la configuración de las listas. También tiene fundamento en el trabajo que vienen realizando y en la forma como se preparan los partidos para las elecciones legislativas.

Es conveniente aclarar que la reforma política no operará a favor de producir partidos políticos disciplinados y consistentes -aunque algo de ello habrá-. Por el modesto umbral y el voto preferente, los sufragios y la curul seguirán siendo del líder antes que del partido. Ahora, como es un cambio en las reglas de juego, nada más y nada menos que en la forma de acceso al poder, habrá unos que ganen y otros que pierdan.

Veamos entonces los más factibles escenarios y la forma como ellos pueden afectar la campaña para la presidencia.

RELEVOS A LA VISTA

Partido Liberal. El primero de ellos es que el Partido Liberal siga siendo la primera fuerza política en el Senado, con una cifra aproximada de entre 24 y 27 senadores. En 2002 eligió a 32 senadores con aval Liberal y obtuvo 2.800.000 votos, de los cuales 900.000 fueron depositados por candidatos no elegidos.

Aunque el Liberalismo se verá en parte castigado por la deserción de varios de sus senadores que pasaron a las filas uribistas, por la sustracción de algunos de sus votos que le hará Cambio Radical y por su postura de oposición a un gobierno que todavía registra bien en las encuestas, es previsible que con el proceso de modernización que ha adelantado y el regreso de importantes dirigentes, conserve la mayor parte de su base regional.

Teniendo en cuenta que para las elecciones del próximo año puede haber entre 10.800.000 y 11.000.000 votos, de los cuales aproximadamente 9.000.000 elegirán candidatos, el Partido Liberal con probabilidad puede obtener entre 24 y 27 senadores si alcanza 2.300.000 votos, y probablemente un poco más.

Pero, así como hoy, la popularidad de la que goce el presidente Uribe en enero y febrero del próximo año es una variable muy importante a tener en cuenta y puede cambiar en buena proporción dichas previsiones. La favorabilidad del Primer Mandatario dependerá básicamente de cómo avance el proceso de paz con los paramilitares, de la evolución de la economía, de la percepción de la situación de orden público y del intercambio humanitario, un tema que cada vez hará mayor presión al gobierno.

En este contexto, es probable que Uribe pierda amplio terreno en las encuestas y que, en consecuencia, el Partido Liberal y el Polo Democrático Independiente obtengan mejores resultados.

En el caso de los liberales expulsados el año pasado del Partido Liberal, habría que señalar que tendrán serias dificultades para lograr su reelección, pues es improbable que logren llevar consigo toda la base liberal que les votó en 2002. Sin embargo, ello dependerá también de la lista por la cual finalmente aspiren al Senado.

Polo Democrático Independiente. Uno de los partidos que seguramente alcanzará un progreso en su representación senatorial el próximo año será el Polo Democrático Independiente. Sobre todo si encuentra fórmulas de fusión con Alternativa Democrática. De todos modos, si Alternativa Democrática presenta su lista al Congreso, es probable que supere el umbral de los 220.000 sufragios. Pero tampoco debería estar más arriba de los 400.000 votos, es decir que alcanzaría entre cuatro y cinco senadores.

Es probable que el Polo Democrático Independiente obtenga una votación superior al millón 600.000 votos o cercana a los dos millones y que logre entre 17 y 20 senadores, para constituirse en la segunda o tercera fuerza política en la Cámara Alta. Esto, si se tiene en cuenta que los principales partidos de izquierda obtuvieron aproximadamente 900.000 votos en las elecciones al Senado de 2002, la mayoría de los cuales fueron para legisladores hoy pertenecientes al Polo Democrático Independiente, y que dicho partido representa el ascendente poder de la izquierda en Colombia.

En la encuesta política publicada por el diario El Tiempo el 19 de junio pasado, se les preguntó a los encuestados por cuál partido se inclinan más. Los resultados fueron 14,2 por ciento para los Liberales; 5,8 por ciento para los Conservadores y 6,4 por ciento para el Polo Democrático Independiente. Las cifras son un indicio importante de que la tendencia de la política colombiana de los últimos años es que el Polo Democrático supere próximamente al Partido Conservador.

Cambio Radical. Uno de los fenómenos políticos del próximo año será la votación que obtenga Cambio Radical. El senador Germán Vargas Lleras ha hecho muy bien la tarea. Se ha perfilado como una figura destacada de la política nacional; logró la adhesión a su movimiento político de un importante número de senadores y representantes, y está buscando candidatos en las distintas regiones del país para que de forma estratégica fortalezcan la lista del partido. Cambio Radical podría lograr también un millón 500.000 votos o más, disputando la segunda fuerza senatorial al Polo Democrático Independiente.

Sin duda que las expectativas de Cambio Radical fluctúan más en relación con la suerte del Presidente, en especial con su popularidad. Si a diciembre o enero el presidente Uribe sufre un descenso sustancial en las encuestas, este partido lo resentirá con fuerza.

Conservadores. El caso del Partido Conservador es de lejos el más complicado. Si la reelección se cae o el Presidente tiene un descenso en las encuestas, el partido se quedará sin plataforma. La lista que conformará el Partido Conservador estará integrada básicamente por los senadores que obtuvieron su curul a nombre del Partido, más todos aquellos elegidos por los movimientos afines, los que en su conjunto, y a excepción de Equipo Colombia, lograron no más de un millón 500.000 votos en las elecciones de 2002.

Como la lista de candidatos al Senado llevará la impronta sólo del Partido Conservador, es probable que muchos de sus votantes en la operación avispa de las legislativas pasadas terminen desertando.

En 2002, con un presidente que les ayudó a los Conservadores a reelegirse, el partido presentó no más que 26 candidatos. La tendencia se podría mantener al destacar sus problemas a la hora de confeccionar una lista con al menos 40 buenos candidatos. Algunos importantes dirigentes regionales de esta colectividad ya anunciaron incluso que aspirarán en otras listas como en la de Cambio Radical.

De mantener el millón y medio de votos -que de por sí le resultará difícil- el Partido Conservador estaría logrando entre 14 y 15 senadores, lo cual sería su desplazamiento quizá irreversible como segunda fuerza política del país.

Pero podría haber un giro si el ex presidente Pastrana y el ex ministro Juan Camilo Restrepo presentan una lista propia al Senado. Si ello sucediera, podrían lograr entre 500.000 y 600.000 votos de la base tradicional y algunos de opinión, lo cual les permitiría elegir entre seis y siete senadores. Aunque pondrían en dificultades al oficialismo para elegir al menos 14 senadores, por lo menos mitigaría la pérdida de representación conservadora en el Senado.

El Equipo Colombia, la otra fuerza conservadora que ya anunció que presentará lista propia al Senado, podría también alcanzar una cifra cercana a los 400.000 o 500.000 votos.

Otros movimientos y partidos como Colombia Viva y el Nuevo Partido pueden obtener también una importante votación, lo cual naturalmente dependerá de cómo se ubiquen los senadores uribistas y los "purasangre", que todavía no están organizados, y dependerá del desarrollo de la campaña del Presidente por la reelección.

POSIBLE INJERENCIA PARAMILITAR

Uno de los factores que puede alterar en forma notable los resultados en las elecciones de Congreso es el rol que ejerzan los paramilitares o sus sectores políticos más cercanos. A diferencia de la subversión, ellos hacen presencia en las zonas urbanas y en las regiones más pobladas del país.

Si el proceso de paz avanza positivamente y obtiene mayor apoyo ciudadano y si los paramilitares deciden jugar a fondo por una lista al Congreso o por algunos candidatos, están en la posibilidad de alcanzar una alta votación. Si ese activismo político se extiende a impedir el proselitismo a otras opciones políticas, pueden llegar a causar bajas sustanciales en la votación de partidos como el Liberal o el Polo Democrático.

Pero parece difícil que los paramilitares estén en capacidad de dirigir todo su respaldo local hacia las aspiraciones de algunos pocos candidatos, pues su estructura es una federación que tiene intereses políticos diversos y que para su consolidación ha debido contemporizar con el poder político establecido. Entre otras razones, porque tampoco han logrado construir el referente de uno o dos políticos o líderes naturales que pudieran concitar sus intereses, como lo que hubiera ocurrido con un Carlos Castaño en campaña.

Así pues, es probable que en efecto encaucen una votación importante hacia algunos candidatos de sus simpatías, pero de otro lado sus propósitos de injerencia política se diluyan entre muchas otras aspiraciones.

DE CARA A LAS PRESIDENCIALES

Tradicionalmente, en Colombia las elecciones de Congreso y Presidente han parecido independientes. Pero también es cierto que siempre se han elegido congresos con presidentes en ejercicio con el sol a cuestas y prácticamente de salida.

En esta ocasión, se podrá ver un Presidente-candidato con alta popularidad generando un voto de arrastre hacia sus candidatos.

De todos modos, si el efecto de arrastre del Presidente-candidato no se diera o fuera tenue, un escenario probable es la reelección del presidente Uribe con un Congreso de mayoría absoluta de oposición.

Los otros candidatos presidenciales, ya sea Serpa, Peñalosa o Pardo por el Partido Liberal, o Navarro por el Polo Democrático, posiblemente podrán constituir después de marzo una coalición antirreeleccionista que bordee la mayoría absoluta del Congreso e incluso la sobrepase con el apoyo de un sector del Conservatismo. Ello se puede constituir en soporte fundamental para alcanzar la Presidencia.

En el caso de Mockus, la falta de un partido político que apuntale su aspiración Presidencial se presenta como su principal déficit.

Sería tal vez una de sus mejores apuestas tácticas recolectar firmas e impulsar una fuerte lista al Congreso que le permitiría después de marzo próximo contar con una base a partir de la cual construir una coalición hacia la Presidencia de la República.

Pretender reeditar la experiencia de Uribe de llegar a la primera magistratura por fuera de los partidos, o su propia experiencia de gobernar sin mayoría es quizá arriesgado, pues son muy distintas las competencias del Concejo de Bogotá y el Congreso de la República y, por tanto, muy diferente y problemático el impacto en la gobernabilidad de un presidente sin mayoría congresional.

* Maestro en gobierno y analista político.
johnmariogonzalez@universia.net.co