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“Durante el siglo XXI no he tenido un trabajo fijo”

Ahora que el gobierno anunció la reducción del desempleo, los testimonios de quienes no encuentran trabajo cobran vigencia. Esta es la primera parte de las historias de nuestros usuarios al respecto.

5 de junio de 2007

Recibimos más de 50 correos de nuestros usuarios, en los que relataban historias desgarradoras sobre su vida sin un trabajo estable. Sus testimonios dan cuenta de condiciones laborales infrahumanas, despidos ilegales, amenazas y discriminación. Todos hacen parte de ese 11 por cierto desempleados y 34.9 por ciento de subempleados que reconoce el gobierno. Pero ellos aseguran ser parte de un grupo más grande.

Esta es la primera parte de los testimonios. La próxima semana publicaremos los demás.

“Los pobres han disminuido porque se están muriendo de hambre”
Vivo en Pereira y soy madre cabeza de hogar. Hace cinco meses me quedé sin empleo, pues la empresa en la que trabajaba fue absorbida por otra más grande. Como las condiciones que me ofrecían no eran las mejores y la posibilidad de que hubiera estabilidad era muy remota, me fue imposible seguir laborando allí. La búsqueda ha sido muy dura, pues ahora quieren que uno trabaje sesenta horas semanales por un salario de hambre y sin pagar horas extras. Yo tengo más de 30 años y aunque hay una ley para que en los trabajos no pongan un limite de edad, en los clasificados siguen apareciendo los limites, lo que es muy injusto, porque según eso, los mayores de 30 ya no somos aptos para trabajar. En todo caso, han pasado cinco meses de búsqueda infructuosa y todavía nada. Se sabe que las convocatorias son pura rosca, el amigo del político de turno es el que tiene mas posibilidades. Yo he sobrellevado el desempleo gracias a que cuento con el apoyo de mi familia, porque de lo contrario no se que sería de mi. El gobierno se empeña en decir que la pobreza ha disminuido. Yo le creo. Los pobres han disminuido porque se están muriendo de hambre.
(La autora pidió la reserva de su nombre)

“No consigo trabajo porque la universidad en la que estudié no es la más reconocida”
Desde octubre del año pasado me encuentro sin trabajo. Ya terminé materias de Comunicación Social - Periodismo, y actualmente estoy haciendo un diplomado. Me gradúo en septiembre. He buscado empleo en lo concerniente a mi carrera y ni siquiera he recibido respuesta. He recurrido a lo que se conoce comúnmente como "el palancazo", pero el resultado tampoco ha sido positivo. Muchas veces he cumplido con el perfil que las empresas están buscando, pero al final no salgo elegida porque la universidad en la que estudié no es la más reconocida en la materia y, desgraciadamente, muchas veces la gente se deja llevar por los prejuicios antes de conocer las cosas de primera mano. Actualmente me dedico a realizar trabajos por computador y asesorías académicas en el barrio en el que vivo. Sigo enviando hojas de vida por la ciudad y por internet.
Carolina Arévalo

“Su familia está pasando necesidades”
Gracias a Dios tengo empleo. Pero tengo un amigo desempleado, cuyo nombre me reservo. Tiene 47 años, hasta hace un año fue un ejecutivo con un salario de siete millones y medio. Trabajó doce años en esa empresa. Es profesional con maestría y especialización, 27 años de experiencia. Hace un año perdió el empleo que tenía en una importante empresa de Cali (Valle). A pesar de enviar la hoja de vida a todas las ofertas de empresas que prestan ese servicio, no ha sido llamado a una sola entrevista, a pesar de que su perfil cumple con la descripción de la mayoría de esos avisos. Es muy lamentable. Su familia está pasando necesidades, pues él era la única persona que trabajaba por su grupo.
(El autor pidió la reserva de su nombre)

“No consigo un trabajo fijo para pagar las cuotas del Icetex”

Tengo 30 años y no tengo trabajo desde hace mucho tiempo. Para mejorar mis posibilidades laborales, empecé a estudiar con un crédito del Icetex. En noviembre termino mi carrera y no puedo conseguir un trabajo fijo para poder pagar las cuotas de mantenimiento del crédito. Lo que salen son trabajos por día, con lo que pago la comidita. Pero nada estable para poder subsistir. Ahora veo que no se salva ni el profesional.
Manuel Sebastián Cassiani Rodríguez

“A uno lo envejecen antes de tiempo en este país”

Soy administrador de empresas con especialización. Por 18 meses estuve sin trabajo, enviando hojas de vida, tanto en Armenia, Pereira y un tiempo que estuve en Bogotá. Es impresionante cómo a uno lo envejecen antes de tiempo en este país. Actualmente tengo 36 años y con una experiencia laboral de 15 años, ahora estoy trabajando por el salario mínimo.
Jorge Herrera

“Me pusieron de patitas en la calle sin motivo alguno”

Voy a cumplir 60 años de edad y hasta noviembre del 2002 trabaje en Gases del Caribe de Santa Marta como Jefe de facturación. Estuve allá por diez años. En la fecha mencionada fui despedido sin justa causa, me indemnizaron y me pusieron de patitas en la calle sin motivo alguno, sin importar que a esa edad ya es imposible conseguir trabajo por mi edad. Debería promulgarse una ley que impida que las empresas despidan a los trabajadores de cierta edad que cumplen cabalmente con sus obligaciones, como yo. Me dedico a ganarme la vida en el rebusque, como tantos otros colombianos.
Carlos Julio Pontón

“Hay que repartir el tiempo en responsabilidades que minan la salud por el estrés”

Hace cinco años soy docente ocasional de una universidad del Estado. Pero, ¿qué significa ser “docente ocasional”?, pues que para efectos legales al docente no se le reconoce su estatus de empleado oficial, sino que se le ofrece un contrato como un profesional prestador de servicios temporales. Su contrato es a término definido y por cada año, el docente ocasional sólo devenga entre nueve y diez meses. Los meses restantes se convierten en un periodo crítico para el docente y su familia. Al concluir el contrato anual, el “docente ocasional” cobra sus cesantías y las utiliza para sobrevivir diciembre, enero y febrero, a la espera (insegura) de que le renueven el contrato. Para mitigar esta situación, el “docente ocasional” tiene que rebuscarse horitas en colegios oficiales y repartir su tiempo en responsabilidades que minan la salud por el estrés.
Julio Alberto Cabrera Muñoz

“No ha terminado su carrera por falta de dinero, ¿pero cómo lo consigue si no tiene trabajo?”
Mi hija quedó desempleada debido a una supuesta reestructuración de la empresa, una ladrillera de Santa Fe. No tienen en cuenta el desempeño de los empleados, priman más las relaciones con sus amigos y no les interesa a qué familia afecten. Ella lleva cinco meses enviando hojas de vida y gastando lo que no tiene y no ha sido posible que logre ubicarse, y eso que es una persona con grandes capacidades, a quien le ha faltado terminar su carrera por no tener dinero, ¿pero cómo lo conseguirá si no tiene trabajo? Las personas se están muriendo de hambre en este país. ¿A quién le importa?
Orlando Laverde

“Las únicas llamadas que recibo son las de los bancos”

Tengo 47 años, soy profesional. Mi hoja de vida muestra una buena estabilidad laboral, he trabajando en tres o cuatro empresas en el área comercial. Estudie sociología, pero lo que se hacer es vender. Hace casi un año quedé sin trabajo, me toco vender el carro y alquilarme por una comisión sobre las ventas. Actualmente no tengo ningún beneficio adicional, sino el poder llevar a mi casa un millón y medio mensual para pagar el mercado y el colegio de mi hija. Me cansé de enviar hojas de vida pues siempre quedaban en llamarme. Durante mucho tiempo esperé el sonido del teléfono, pero aun hoy, las únicas llamadas que recibo son las de los bancos informándome que no he pagado las cuotas. De las entrevistas recuerdo la cara que me ponían los entrevistadores cuando les presentaba mi hoja de vida, llena de experiencia y logros obtenidos. Pienso que ellos se burlan de mi y piensan: " a este viejo (47 años), para qué lo vamos a recibir, si sabe más que nos quitará el puesto Además, no tiene postgrado y tampoco habla 3 idiomas. Definitivamente, no aplica por sobrecalificación para ser vendedor”.
(El autor pidió la reserva de su nombre)

“No quisiera pensar que por mi condición pueden rechazarme en ciertas empresas”

Para comenzar, lo mas usual: abogada, 25 años y egresada de una de las mejores facultades de Derecho de la Costa Atlántica (Uninorte). Me gradué en mayo de 2006 y por desgracia, hasta el litigio está escaso, pues como alguna vez lo leí en un periódico de amplía circulación, la gente sólo pone sus problemas en manos de expertos y reconocidos abogados. ¿Pero qué pasa con quienes comenzamos el camino? Trabajé los primeros tres meses de este año en una oficina de cartera donde por el mínimo pretendían que trabajara más de ocho horas laborales, sin pago de seguridad social. Por el momento me dedico a estudiar inglés, pues tengo esperanzas de encontrar un trabajo fuera de este país. Esa es mi esperanza, pues para agregarle al problema del desempleo, nací con Acondroplasia, comúnmente llamado enanismo y eso implica un rechazo a nivel laboral. Quienes me entrevistan preguntan si seré capaz de desenvolverme entre los juzgados. Qué tristeza, ¿hasta dónde hemos llegado? A veces no quisiera pensar que por mi condición pueden rechazarme en ciertas empresas. La verdad es que me deprimo en ocasiones, pero tengo la fortaleza de mi familia y la mía y sé que en algún momento la gente me conocerá, sabrá de mis grandes intenciones de trabajar por los discapacitados, la infancia y la mujer.
Laura Clavijo Fuentes

“Perdió su trabajo porque su jefa lo acosaba sexualmente”

Hace unos meses un amigo perdió su trabajo porque su jefa lo acosaba sexualmente. Como ella (accionista de la reconocida empresa) no sabia manejar su correo electrónico, un día lo dejó abierto y su esposo leyó uno de esos mensajes en los que ella presionaba a su empleado. El esposo la emprendió contra ese subalterno. Este empleado, distinguido en su rama profesional, renunció argumentando motivos personales para evitar que ella nublara con su influencia su próspera y reconocida carrera.
Un amigo indignado

“Buscar por el periódico es una tristeza”

Casi siempre obtuve mis puestos por referencias laborales y personales. En diciembre de 2005 renuncié a la organización en la que trabajaba como una alta ejecutiva por diferencias éticas con la forma como trataban a los empleados, hacían contratación e, incluso, por la corrupción que presencié. En el 2006 ya muchos de mis amigos y conocidos se habían ido del país por diferentes motivos, por lo que disminuyeron las posibilidades de ubicarme laboralmente. Y buscar por el periódico es una tristeza. Entonces tuve que vender mis bienes y terminé pagándole al banco dinero que no tenia para devolverlos. Después de luchar contra la corriente decidí aceptar la opción de radicarme en el exterior y comenzar de nuevo. He tenido que volver a mostrar mis capacidades laborales. Nunca me imagine que tuviera que dejar una deuda en el banco y tener que irme a otro país, solo porque en el mío o estás en la rosca o estás fuera.
Martha Segura

“No sólo se pierde el empleo, también la dignidad”

Soy licenciado en educación y tengo la calidad de egresado de la facultad de derecho de la Uniatlántico. Adicionalmente tengo experiencia en mercadeo. Esta es mi historia: me desempeñé en importantes empresas en el área comercial, lo que me granjeó un elevado perfil. Al quedar desempleado intenté conseguir un empleo de acuerdo a mi experiencia y que me garantizara una buena remuneración, pero pasó mucho tiempo y no conseguí nada que se acomodara a mis exigencias. A medida que pasaba el tiempo se incrementaba mi preocupación, y empezaron a acabarse los ahorros. Llegó el momento en que estaba dispuesto a aceptar cualquier trabajo sin importar el salario. Pero ahí también hubo problemas, pues mi experiencia actuaban en mi contra. No me contrataban para cargos menores. Ante esta realidad, intenté entonces conseguir un cargo publico, para lo que hable con un político amigo, quien me ayudó al vincularme a través de una orden de prestación de servicios en una entidad oficial. Eso sí, debía darle la mitad de mis honorarios. Esta vinculación sólo duro seis meses. En estos momentos estoy a la espera de otra orden de prestación de servicios, pero ahora mi amigo político dice que tengo que conseguir votos, hacer reuniones políticas y, claro, entregarle parte de mi sueldo. Por último, quiero decirles que no sólo se pierde el empleo, también la dignidad. Es doloroso arrimarse los hermanos, pedir prestado a los amigos, acabar con la vida social, entrar en mora en el colegio de los hijos, tener que acudir al ignominioso Sisben para los servicios de salud y llevar hojas de vida, para las cuales a veces no hay dinero para diligenciarlas.
Jimmy Struen Martínez

De 2.5 millones pasó a 900 mil pesos

Hasta el 15 de Abril de 2006 trabajé en una empresa muy reconocida de consumo masivo. Soy profesional en Finanzas y Negocios Internacionales. Tenia un buen trabajo y un muy buen sueldo ($2.500.000, con comisiones). El trabajo era pesado, trabajaba de seis de la mañana hasta las siete de la noche, pero el salario, las bonificaciones y los obsequios frecuentes me alentaban para seguir y trabajar en ese horario. Llevaba 3 años en este trabajo y puedo decir que era feliz allí. Pero un día nos informaron, a mi y nueve compañeros más, que la situación estaba complicada y que si queríamos seguir ahí, debíamos aceptar un salario de un millón de pesos, incluidas las comisiones. Yo tomé la decisión de renunciar porque pensaba que podía conseguir algo mejor con relativa facilidad. Pero me encontré con la realidad y estuve ocho meses buscando esa mejor opción, pero no la encontré. Lo único que me ofrecían eran salarios mínimos. Mi novia resulto embarazada y la necesidad apremiaba (a pesar de que ella tiene un muy buen trabajo). En esos ocho meses mis ahorros se acabaron, desesperé, y me tocó aceptar un trabajo en una empresa de transporte y ahora me gano 900 mil pesos, menos los descuentos de ley.
Javier Tobar

“Las ofertas sesgan a las personas por edad, sexo y centros de formación”

Soy profesional y poseo títulos de diplomado, postgrado y maestría. He estado trabajando como consultor independiente, pero es realmente difícil vivir a través de contratos de prestación de servicios. Primero, por los descuentos de retención y pagos que deben realizarse a salud, pensiones y pólizas. Segundo, por la demora en los pagos. Y tercero, por la falta de continuidad que impide ingresos estables. Todo esto me llevó a tomar la decisión de buscar emplearme en un puesto acorde con mi formación y experiencia, pero el choque con la realidad del mercado fue brutal. Las remuneraciones ofrecidas están muy por debajo del valor invertido en la preparación, las ofertas sesgan a las personas por edad, sexo y centros de formación. Además exigen experiencia y conocimientos profundos, y el sueldo no pasa de dos millones de pesos mensuales. Como la oferta de trabajo es escasa y la demanda es alta, a los desempleados nos toca adaptarnos a condiciones de mercado injustas: ese calvario de ir tras procesos de selección que insultan la dignidad y el buen trato que merecemos los candidatos. En ellos se abusa de una situación de poder. En mí caso, he percibido que me llaman a entrevistas más por la curiosidad de poder tener en frente a alguien con buena formación y experiencia que esté interesado por un cargo tan mal remunerado.
Gabriel Pineda Forero

“Desde mis denuncias no he podido conseguir trabajo”
Soy un profesional de las Relaciones Internacionales de la UJTL de Bogota. Estudié esta carrera con el propósito de poder algún día representar al país, pero la politiquería nunca permitirá que esto pueda pasar. Pertenecí al Ejercito como oficial, me retire en un época difícil: año 1986. Tengo 42 años, varias especializaciones, he sido profesor Universitario, mi ultimo trabajo fue en Pasto y conocí el manejo corrupto de los combustibles en zonas de frontera, en el que están comprometido políticos, ex gobernadores, ex alcaldes, ex concejales y personas de las mas altas esferas sociales nariñenses. Denunciar esto fue mi pecado, porque por el poder que estos corruptos manejan me han cerrado las puertas. Desde mis denuncias no he podido conseguir trabajo. Pero tampoco puedo salir de Pasto porque tengo una familia y no la puedo dejar sola. Le he escrito a todos los entes de control y hasta al mismo Presidente, pero nada ha pasado. Estoy amenazado y pedí protección a testigos, pero según ellos no reúno los requisitos para este programa.
Bolivar Madroñero

“Es un error no estar de acuerdo con la cultura de los chanchullos y la trampa”
Soy Ingeniero de Sistemas con mas de 10 años de experiencia profesional en la plataforma OS/390 de IBM. Trabajé en el Bbva Colombia hasta marzo del 2005 hasta cuando centralizaron su centro de computo para toda Latinoamérica en Monterrey (México). Desde ese momento me dediqué a buscar trabajo con un resultado frustrante. Me di cuenta que en este país es un error ser mayor de 32 años, no pertenecer al circulo familiar de políticos y grandes empresarios, y no estar de acuerdo con la cultura de los chanchullos y la trampa. Intenté independizarme colocando un negocio de alquiler de traje de gala que duró un año, pero cometí el error de colocarlo en el estrato 4 y 5. En el comercio colombiano se maneja el egoísmo, la competencia desleal, la cultura del bobo y el vivo, de los chichipatos. Mi proyecto en este momento es irme de este país, pues mi calidad de vida se está deteriorando.
Luis Alejandro

“A mis 50 años no encuentro trabajo”

El 13 de marzo de 2007 fui retirada de la empresa donde labore por 21 años, me indemnizaron faltando 5 años para pensionarme con el ISS. En la carta de despido no me colocaron causal de despido. Fui a la inspección de trabajo de la ciudad y me dijeron que el patrono estaba en la libertad de colocar o no dicha causal porque acepté una indemnización, que por cierto estaba bien liquidada. El cargo que desempeñé fue el de Jefe de Compras en un deposito de medicamentos. A esta empresa le dediqué todo el tiempo, puesto que soy una mujer soltera, sin hijos. Muchas veces trabajé hasta tarde sin reconocimiento de horas extras. A mis 50 años no encuentro trabajo, actualmente estoy colaborando sin remuneración en una oficina de un hermano. Mi preocupación es el pago al ISS para no perder mi pensión. Para colocar un negocio nadie me presta porque no tengo un contrato laboral vigente. He llevado hojas de vida a todas las empresas temporales y bolsas de empleo, pero nada. Solo espero encontrar un buen trabajo para estos cinco años que esperan.
Lola Ojeda Garcés

“Durante el siglo XXI no he tenido un trabajo fijo”

Soy un ingeniero con varios años de experiencia. Hace casi siete años salí de la empresa en la que trabajaba dentro de un despido masivo. Durante el siglo XXI no he tenido un trabajo fijo. Inicialmente aproveché mis contactos y logre sobrevivir con algunos contratos. Mi gran ventaja era que mi esposa tenia un buen trabajo y podía sostener los gastos familiares. Obviamente no era desempleado, pues trabajaba algunos meses al año en varios “proyectos” (la palabra de moda para evitar la contratación). Soy bilingüe, pero eso no parece importar hoy en Colombia. Si eres desempleado sólo parece servir para dar clases de ingles. El punto más crítico de mi desempleo llegó cuando decidí vender mi carro. Realmente no lo usaba, soy partidario del sistema publico y además teníamos otro. Pero anímicamente me afectó bastante. Con el carro se fueron mis sueños. Nuestro machismo dice que debemos proveer en el hogar, pero mis ingresos apenas daban para pagar los servicios públicos. Me sentía miserable, inútil. Hoy me puedo considerar afortunado. Mi esposa recibió una oferta de ascenso y traslado a Estados Unidos. No había que darle muchas vueltas al asunto. Laboralmente yo estaba acabado, además era una oportunidad única. Ya he realizado varios trabajos en el país del norte. Mi visa me permite trabajar legalmente. Son trabajos menores, pero tengo la gratificación de ayudar en el hogar nuevamente. He trabajado en almacenes, he sido hasta secretario y digitador de datos. Me reciben en un instituto y puedo dar clases de español. Pero igual he presentado entrevistas para aplicar como ingeniero. Las perspectivas parecen buenas. No preguntan la edad porque es ilegal hacerlo. Que diferencia con Colombia, una vez incluso, una entrevista telefónica terminó después de que me preguntaron la edad.
(El autor pidió mantener su nombre en reserva)

“Siempre me dicen que estarán avisándome y nunca más vuelvo a saber de ellos”

Tengo 29 años de edad, soy psicóloga. Desde hace dos años me encuentro desempleada, he pasado demasiadas hojas de vida y estoy muy pendiente de cada oferta de trabajo. Pero en ocasiones ni siquiera me llaman a una entrevista o si me llaman y me presento, me dicen que estarán avisándome y nunca más vuelvo a saber de ellos. No se qué pasa y la verdad es que esta situación me decepciona bastante. Tengo dos postgrados y soy bilingüe. Sin embargo no cuento con la experiencia laboral que exigen en el 99% de los casos. Pienso en el resto de personas que están sin empleo y que deben mantener un hogar. Yo por lo menos no tengo hijos y mis padres me ayudan. Pero es sinceramente desagradable depender de ellos porque ya esa no es su tarea. Me siento frustrada y siento además que estoy desperdiciando mi tiempo y que no estoy aplicando nada de lo aprendido. Y lo mas gracioso: no pido un empleo donde me paguen cantidades exorbitantes como si pasa con algunas personas, solo quiero un empleo en donde desarrollarme como persona y ser feliz.
Edna Medina

“Algunos días paso sin una de las tres comidas para que mi hijo pueda tener educación”

Mi trabajo es vender seguros. Soy uno mas de los que torean el día a día, aunque sea vendiendo seguros obligatorios con comisiones de entre 5.000 y 20.000 pesos. Me doy por bien servido si puedo vender un seguro de éstos al día. Para poder vivir medio bien, yo debería poder vender al menos 10 seguros de vehículos al mes, 5 pólizas de seguro de vida individual y me conformaría con esos ingresos. Pero para lograrlo debo visitar al menos 100 personas o contactarlas y pedirles el favor que me dejen cotizar (porque la competencia también es guerrera). La mayoría de los días salgo a la calle a visitar personas conocidas por si alguno de ellos tiene a su vez a alguien conocido que me compre algún seguro. Algunos meses estoy haciendo lo necesario para pagar los servicios y mi esposa paga el resto, pero siempre vivimos muy apretaditos. Si he de ser sincero, algunos días paso sin una de las tres comidas para que mi hijo pueda tener educación y todas las cositas que necesita.
Julio Ruiz

“Me acusaron de cosas que yo no había hecho”

En el 2003 me encontraba desempeñando el cargo de auxiliar administrativo y gerente encargado de una ESE (Empresa Social del Estado). En plena temporada electoral fui despedida de mi cargo, me acusaron de cosas que yo no había hecho y hasta el momento, cuatro años después, no han terminado de pagarme los haberes a los cuales tenía derecho. Soy una madre de familia con cuatro hijos a su cargo, todos en edad escolar. Mis 47 años me dificultan conseguir un empleo digno. Soy contadora pública. Mi esposo es un trabajador independiente que también fracasó en su negocio por culpa de la piratería , ya que el se dedicaba a la distribución de música y afines. Estoy contemplando la posibilidad de irme a otro país, ya que le debemos a los bancos y estos están amenazando con embargarnos la casa, que es nuestro único patrimonio.
Lourdes Ospino

Dos historias
Tengo 45 años, soy profesional de enfermería especializado, con 15 años de experiencia. Hace mas de 9 años perdí mi empleo como consecuencia de la aplicación de la Ley 100. Fui despedido de la Secretaría de Salud de Bogotá, no por mal trabajador, sino por las fallas en la normas y las permanentes violaciones a los derechos del trabajador. Desde entonces he estado desempleado. Las veces que logré conseguir un trabajo fui mal remunerado y humillado. Mi familia, que antes disfrutaba del producto de mi trabajo, pasó de ser pobre a vivir en la miseria. Como padre de familia tuve que soportar ver a mis hijos aguantar hambre e irse a estudiar con una simple agua de panela. El apartamento en el que vivíamos lo he pagado al banco AVVillas más de cuatro veces, debido a los altos intereses aprobados por la Ley de la UVR. Hoy no vivo en el país, pues hace un año hice unos contactos para trabajar en Italia. Hoy, seis meses después, siento el rigor de la ausencia de mi familia y de vivir solo en un país desconocido, con cultura e idioma diferentes, viendo cómo se derrumba mi familia.

Mi esposa tiene una historia igual de desafortunada. Es auxiliar de enfermería con mas de 27 años de experiencia. Trabajó en el Hospital de La Misericordia durante diez años. En octubre pasado fue despedida porque completaba 10 años de servicio y, de seguir trabajando, el hospital debía reconocerle media pensión. Como la política de empleo permite "negociar con el trabajador", el hospital se reservó el derecho de presionarla para que renunciara a su trabajo y a sus derechos o , de lo contrario, se le seguiría de cerca para despedirla "con justa causa". No ha encontrado trabajo. Vive amargada en casa, pues ve como con 45 años de edad es “demasiado vieja” para desempeñarse como auxiliar de enfermería. Está pasando por una crisis económica jamás vivida. Ha sufrido el rigor del hambre, junto con mis hijos. Ella no ha podido salir del país por no ser profesional y porque a esa edad ya no es fácil que le den el permiso de trabajar en otro país. Yo la acompaño desde aquí y añoro volver a estar juntos. Seguramente pasaran algunos anos para un reencuentro.
Ricardo Moreno

“Empleo: ‘buscar empleo’”

Soy administrador de empresas con experiencia de casi 20 años en los sectores financiero e industrial. Me quedé sin empleo hace cerca de un mes. Trabajaba en una empresa de la Zona Franca, en la que se vivía una completa inestabilidad laboral, por ser una empresa unipersonal en donde su dueño tomaba las decisiones con el estómago. Entonces surgió un empleo en una empresa de accionistas venezolanos que me pintaron pajaritos e hicieron que renunciara a la empresa para la que trabajaba. Cuando estaba listo para arrancar con ellos, se echaron para atrás aduciendo problemas de “revaluación y paramilitarismo”. Con todo esto me quedé sin el pan y sin el queso, y ahora tengo de empleo "buscar empleo".
Diego José Cristiano