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Lo que dicen las estrellas

La exitosa campaña de prevención vial de las estrellas negras es aclamada por todos. Salvo por los familiares de las víctimas, como pudo atestiguarlo Carmen Lucía Castaño.

Carmen Lucía Castaño Beltrán
12 de febrero de 2006

Cuatro meses después de que un carro atropellara a su mamá cerca de su casa, al pasar por el lugar del accidente Andrés Molina vio su silueta en el pavimento. Al principio  pensó, con cierto alivio, que por lo menos la estrella negra no estaba justo encima de donde su mamá falleció pues la pusieron al costado contrario de la calle. Se imaginó que se trataba de otra persona hasta que vio los datos que la acompañaban: F 54. "Cuando los vi sentí que me enterraban un puñal en el pecho", dice.

Sintió que se irrespetaba su memoria, aunque no por las razones más obvias. "A ninguna mujer le gusta revelar su edad. Mi mamá no era la excepción y nadie tiene derecho a saber cuántos años tenía cuando murió: la vanidad es algo que no muere con la muerte", asegura. La segunda razón es que su mamá, como todo el mundo, no se llevaba bien con algunos vecinos. "Entonces pensé: le construyeron un altar para escupir a quienes la odiaron. Sentí que mi dolor era reforzado, que le estaba siendo agregado un dolor inútil a lo que ya sentía", recuerda. 

Para él, que meses atrás había afirmado que la campaña de las Estrellas Negras era un ejercicio interesante para prevenir accidentes de tránsito, ahora le resultaba claro que "es fácil crear conciencia cuando el muerto es ajeno".

La campaña

Las estrellas negras, una iniciativa del Fondo de Prevención Vial, Fonprevial, aparecieron en las calles de Bogotá en 2003 durante la alcaldía de Antanas Mockus como parte de una estrategia de la Secretaría de Tránsito y Transporte para reducir los elevados índices de accidentalidad vial. En su fase inicial, las estrellas estaban ubicadas en los lugares en los que había fallecido una persona en un accidente de tránsito y tenían en su interior un signo de interrogación que simbolizaba su lema: "¿Qué nos pasa, nos estamos acostumbrando?". Desde entonces, la campaña ha sido celebrada, premiada, relanzada y exportada. Fue galardonada como la mejor campaña institucional del mundo en el pasado Festival de Publicidad de Barcelona.

Las estrellas negras ahora están en las principales carreteras de Colombia y en 18 ciudades diferentes a Bogotá. El año pasado funcionó con el lema "Tú decides: eres persona o eres estrella negra" y, actualmente, invita a escuchar "Lo que las estrellas te dicen". ¿Qué nos dicen las estrellas?

Las cifras

Según el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, el año pasado murieron en las calles de Bogotá 443 personas entre peatones y conductores. Esto quiere decir que cada semana unas nueve personas perdieron la vida en accidentes de tránsito. Sin embargo, entre enero y octubre de 2005 la cifra descendió a 351. El índice, piensan los expertos, ha disminuido gracias al impacto que la campaña ha generado en la población que hace dos años sentía pánico de pisar una de las estrellas. Actualmente se sigue reconociendo entre los habitantes de Bogotá que esos símbolos pintados en el pavimento recuerdan que hay que tener precauciones al transitar por las calles.

Pero a pesar de la intención preventiva de la campaña, hay un grupo de personas para quienes las estrellas negras no cumplen precisamente esa función pedagógica: los familiares de los muertos. Para ellos cada silueta en el pavimento recrea su pérdida una y otra vez.

La decisión unilateral

En el momento en que Andrés Molina vio la estrella extrañó que no se le hubiera solicitado a alguien de su familia una autorización para pintarla. "Si tienen los datos y el lugar exacto del accidente ¿qué dificultad puede tener hacer una llamada?", se pregunta.

 "La primera lista que elaboró la Secretaría de Tránsito estaba conformada por más de mil víctimas, de suerte que era muy difícil ubicar y consultar a todos los familiares", dice Rocío Londoño, ex directora del Instituto Distrital de Cultura, quien trabajó con Antanas Mockus. Dice que la Alcaldía participó solamente en el diseño y ejecución de la campaña y que la acompañó con otras acciones pedagógicas y aunque sostiene que las estrellas suscitaron reacciones de los familiares, considera que de ello no se puede inferir que se les hubiera irrespetado. "Una campaña de educación ciudadana no puede ser replicada mecánicamente pues debe ser evaluada a la luz de los beneficios públicos o colectivos, lo cual no significa que se omitan observaciones críticas", concluye.

Un dolor entre paréntesis

El hecho mismo de no haber contado con su aprobación y de haber tenido que sanar otra herida, hace que para Andrés la estrella negra no pueda ser pensada ni siquiera como el homenaje que algunos dicen reconocer en ellas. "Creo que lo que más me molesta es el contorno amarillo. Siento que ese borde es la misma cinta que pusieron entre ella y nosotros el día del accidente y vuelvo a ver toda la imagen dentro de esa estrella; el contorno cumple la misma función de la cinta que rodea la escena del crimen: recordar que el cadáver de la persona a la que amamos le pertenece al Estado", dice Andrés.

Al respecto, la Fundación Sujetos en Luto, que adelanta una serie de estudios sobre la muerte en el espacio público en Bogotá, afirma en uno de sus informes que la Secretaría de Tránsito no contó con el impacto negativo que la campaña podría tener sobre los familiares de las víctimas. El estudio asegura que el hecho de agregar una imagen al duelo de los familiares lesiona su capacidad de asimilarlo y prolonga innecesariamente el recuerdo del momento de la pérdida. "¿Hasta qué punto la prevención masiva de muertes prevalece sobre el derecho a recuperarse de quienes no ven en las estrellas negras un símbolo anónimo sino un rostro, un nombre, una historia?", es la pregunta con la que empieza el estudio.

El escarnio público

Por otra parte, Nelson Garnica, sociólogo de la Universidad Nacional de Colombia, sostiene que  detrás del hecho de no consultar a los familiares  no hay una invasión a la privacidad. "Nada en esos símbolos revela la identidad de la víctima y por eso son simples datos estadísticos, anónimos". De igual forma asegura que en el ideal de crear conciencia está la justificación de ese "pasar por alto" el dolor de los directamente afectados. "La idea es prevenir otros dolores, que como víctima usted puede ayudar a que otros no lo sean", argumenta el sociólogo.

Aunque Andrés piensa que es positivo contribuir a la reducción de la accidentalidad, considera que basar toda la argumentación en la cuestión filantrópica de la prevención de otros dolores a costa del suyo implica un gran desconocimiento por parte de los diseñadores de la campaña.

"Lo primero que pasan por alto es que el estado de víctima no es voluntario; lo otro que omiten es que todos aspiramos a dejar de ser víctimas. ¿Si no qué sentido tiene todo? Las estrellas no son sólo una marca en el cemento sino también en nuestra frente que nos distingue como víctimas eternas", dice. Afirma que sí se puede hacer uso de las experiencias dolorosas en favor de la prevención pero de una manera más testimonial. "Lo testimonial hace voluntario el derecho a evitar que otros sean víctimas. El resto es vulgar arbitrariedad", sostiene.

El escarmiento

Las estrellas negras están ahí para recordar que por un error una persona perdió la vida. Subyace la idea de que la mayoría de los accidentes de tránsito ocurren por descuido o distracción de peatones y conductores. También en eso se contradicen la teoría y la práctica. "¿Cómo me van a decir que fue imprudencia suya si ella me enseñó a pasar las calles y esa en particular por la que cruzó todos los días durante más de 30 años?", se pregunta incesantemente Andrés, cuya mamá murió al intentar cruzar una calle de una vía en la que venían los carros sólo en sentido derecho, y la atropelló una camioneta en contravía. 

Algunos días después de ver la estrella, uno de sus familiares le expresó a Andrés su deseo de borrarla aunque fuera tapándola con pintura. Nunca lo aceptó. "No quiero tapar la estrella, lo que quisiera es que pidieran perdón los que pasan por encima de los muertos y sus dolientes y que remediaran ese dolor que nos han agregado", concluye Molina.

"Alguien, no lo sé, tendrá que responder por esa estrella de contornos amarillos en que los muertos -nuestros muertos-  son cien mil veces rematados. por otras llantas y otros carros", son los últimos versos del poema F 54, escrito por Andrés y titulado con los datos que aparecen al lado de la estrella negra ubicada en la calle octava con 72 donde murió su mamá una mañana de junio que todavía no termina.