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Los metaleros: ¿qué tienen adentro?

Mónica Andrea Cabarcas explora el polémico mundo de los metaleros.

Mónica Andrea Cabarcas
23 de enero de 2005

En el cuarto de Andrés, la marihuana está encaletada en todos los rincones: "Es fácil en el forro de las almohadas", dice. Los afiches de Ironmaiden y Megadeth desteñidos -la cinta tiene ya 10 años-, las paredes son negras y un chicle pegado en la mesita de noche desde hace varios días. Parece que su mamá no ha notado que los mechones del pelo largo y crespo de Andrés Montilla están clavados detrás de la puerta. "... Mijo, usted parece un verdadero vendedor de incienso", le dice su papá cuando lo ve salir todas las mañanas a la universidad. El jean negro y entubado, la camiseta negra y las punteras, una guitarra acústica que parece estorbarle cuando sube al TrasMilenio... Es Andrés 'el metalero', como lo conoce su profesora de cristología.

Antes de llegar a la universidad saca la bolsita transparente, se sienta detrás de un edificio viejo de la séptima y empieza a armar el porro. "Qué mamera.", me dijo: "Vaciar el puto cigarrillo Kool para meter la marihuana, pero. se siente una chimba, voy por el cinco en química". Segundos más tarde, mientras saca el discman, me grita: "¡Escuche esto!", "es un grupo de death metal y se llama en español: El hueco del culo, sexo en vivo", se ríe mientras arma el porro. En ese momento sus amigos Chuky, Neko y Charlie llegan al sitio; juntos, mechudos y de negro, parecen a punto de tocar, pero en realidad van a clase de siete.

Son llamados popularmente 'metaleros', debido a su gran afición al metal, su particular forma de vestir y la ideología que comparten. A menudo son calificados de satánicos y degenerados, "especialmente por las cuchas del barrio que se la pasan en la iglesia", dice Charlie. "Pero, seguramente estas cuchas no han oído grupos como Stryper, heavy metal cristiano que rinde culto a Jesús y al evangelio con sus canciones, desde 1984".

Cuando Álex Gonzales, el dueño de Rockavilla, uno de los bares de hard rock y heavy metal más concurridos de la Primero de Mayo, decidió abrir el bar, tenía miedo de abrir un lugar para metaleros. Álex asegura que el metalero no consume licor, se sienta con una cerveza y la calienta. Hoy en día vende todo tipo de trago, el sitio está abierto de martes a domingo y como él dice, "los fines de semana no le cabe un alma".

El sábado a las 10 de la noche, Andrés llega con sus amigos a Rockavilla, ubicado entre Luna Verde, que es un bar de salsa, y una tienda vallenata. Lo espera una fila de 30 personas. "Vale la pena, por un espacio para música verdadera y con sentido". En la fila, mientras mira fijamente a una joven rubia con uñas y labios pintados de café oscuro, Andrés se peina su larga y enredada cabellera pues se reservan el derecho de admisión y si usted es un cochino no entra.

Pasadas las diez y media de la noche, Andrés logra entrar; se sienta frente a la pantalla gigante, las sillas están ubicadas como en un cine. En la pantalla, el video de Sad but true, canción de Metallica, una banda de trash metal. El éxito de este grupo se refleja en las 72.000 personas que asistieron hace cinco años al concierto que presentaron en Bogotá.

Para Sebastián, un crespo de ropa camuflada, "Metallica se ha vuelto muy comercial, y cuando un grupo de estos se vuelve MTV, la caga, pierde su esencia rebelde". El volumen de la música impide el diálogo entre los clientes, pero a ellos solo les interesa ver el video y escuchar las canciones. Simultáneamente agitan sus cabezas de arriba abajo. Se puede adivinar algo de sus caras solo entre sus mechones, cuando levantan las cabezas.

En una esquina, cinco jóvenes calvos, todos con ropa camuflada. "Para ser metalero no es necesario ser mechudo o vestirse de negro, la música se lleva dentro", dijo Julián, uno de ellos. "Escucho metal porque tengo la mente abierta, no como tú, yo quiero superar el animal, ser persona y no solamente ser humano". Los metaleros llevan algo más que sus atuendos, es un modo de pensar, una posición frente a la vida. El metal, considerado la evolución final del rock´n´roll, cuyos orígenes van de Elvis Presley hasta los Rolling Stones, tiene seguidores en todo el mundo; sus rasgos particulares no se limitan a la ropa vaquera ajustada, pelo largo y muñequeras con remaches metálicos, sino por la visión que tienen del mundo.

"Ante la guerra y el odio, permíteme morir en el infierno," así son las letras de las canciones; siempre hablan de la muerte, el infierno, el sufrimiento del amor, etc. El movimiento tiene la idea de que la vida es finita; la fe, un peligro porque suspende la razón, el análisis crítico y el sentido común. Sus concepciones siguen a Nietzsche, entonces, la religión y la sociedad son cultos que niegan la muerte a través de la 'venganza'. Cantan también sobre la sociedad occidental y los principios morales basados en la división del bien y el mal como identificación con el enemigo.

Algunos prefieren el heavy metal; otros, el black o doom metal; son estilos que obedecen a momentos históricos diferentes y sus divergencias radican en los grupos que les han influenciado también pueden ser producto de fusiones. A Luis Silva, experto en música y ciencias ocultas, le gusta el death y gore metal: ". Las letras evocan la maldad, son anticristianas y en ocasiones algunos grupos rinden homenaje a las fuerzas ocultas de Satán, llevan la cruz al revés, el 666, el pentáculo, etc. Pero puede entenderse como una película de terror, disfruto viéndola y me permite conocer la maldad que todos llevamos dentro. Pero. verla y disfrutarla no se traduce en ritos satánicos y prácticas de brujería. El metalero no es sinónimo del satánico, pero algunos metaleros pueden llegar a serlo, al igual que cualquier estudiante salsero de su universidad".

Pero un hecho escandalizó a los chilenos, ".Rodrigo Orias había llegado al templo vestido de negro, se mezcló entre los fieles y esperó que el padre Gazziero dijera a los fieles que podían ir en paz. Luego lo atacó. El padre murió degollado en la Catedral Chilena Metropolitana por este joven aficionado al death metal", publicó la revista Qué pasa en su edición del 30 de julio de este año.

El muchacho se autodenomina 'siervo de Satanás'. En su cuarto encontraron dos crucifijos invertidos, un cuerno y una carta con la letra de una de las canciones del grupo de death metal 'Deicide': "Tú, que bautizas de odio, maldad y lujuria a nuestros progenitores, el satanismo es puro (...) yo rechazo lo que se llama cristianismo, que se cree dueño de la verdad".

El libro Música satánica, hecho en Bogotá por Ediciones Paulinas y publicado en los 90, muestra la estrecha relación que durante muchos años se ha intentado establecer entre los metaleros y el satanismo. "Poder ensangrentar a su pareja, gracias a hojas de afeitar cosidas a los jeans y camisas, golpear a los participantes ya heridos por medio de brazaletes erizados de clavos y punzones. ¡He aquí a dónde ha llegado el rock en el año de gracia de 1982...1987!" (...) Todo está inspirado y orientado a la glorificación de poderes ocultos y a la adoración de su majestad: Satanás (...) ¿Qué es lo que ha podido provocar este viraje decisivo en la evolución del rock ´n roll?...". Por su parte, Roberto Amaro, alto jerarca de la iglesia chilena, opina que no se debe sobredimensionar el hecho: "Esto de los grupos roqueros es muy superficial. Es sólo para vender discos, no para promover el mal. Por eso no se puede confundir a estos grupos metaleros o a los góticos, estos que parecen vampiros, con el satanismo. Posiblemente de esos grupos, uno o dos pueden interesarse en ritos satánicos, pero es un número muy pequeño de casos".

El metal proviene del lamento sentido y duro del blues primitivo, el sonido y estructura de las obras clásicas y la emergente cultura opuesta al rock pesado. Bandas como King Crimson, The Stooges y Jimmy Hendrix contribuyeron a que surgiera una necesidad de un sonido más abstracto en el rock duro. Black Sabbath se apartó del camino del rock clásico para componer lo que puede ser la primera muestra tangible de metal, con un estilo novedoso. Para entonces, el uso de las guitarras y la armonía iniciaría un género que ya lleva más de tres décadas de desarrollo.

La sangre escurre sobre los senos de una mujer desnuda, su cuerpo es atravesado por una espada, el hombre que la sostiene está vestido de negro y el rostro, cubierto por maquillaje, estilo Marily Manson. El espeso bosque es terrorífico, las tripas de los gatos sacrificados están por todas partes. Era el video de Mother north, una canción del grupo Satyricon, representante del black metal. Los metaleros que observan el espectáculo quedan petrificados durante la escena, jamás se dirigieron la palabra. Finalmente, ¿por qué alguien querría ver ese video y escuchar los sonidos guturales de la canción? La voz amable y sonrisa abierta de Magdalena respondió: "La canción es una chimba, un acercamiento con la naturaleza, no es el demonio; la naturaleza es la protagonista, los bosques nórdicos, 'la madre norte', como es el mismo nombre del grupo".

Este video también le gusta mucho a Andrés, quien lo pide siempre cuando va a Killer, un bar de metal ubicado en el centro de Bogotá. Allí se reúnen los metaleros de las universidades aledañas. El espacio es reducido, en las paredes reposan los afiches de 'Canibal Corpse', 'Deicide', 'Satyrcon', entre otros. El reloj es un pentáculo con la punta hacia abajo (una estrella de cinco puntas dentro de un círculo que, con la punta hacia arriba, puede representar la supremacía del espíritu sobre el cuerpo y hacia abajo, deseo carnal y netamente físico por encima de la espiritualidad).

Juan, el dueño del bar, lleva una camisa camuflada, un gabán negro, el pelo largo, la barba de chivo y una forma de mirar que da miedo. Cuanto más se acerca, más miedo, hasta que se dio la vuelta y dijo: "Mami. organiza esas mesas de allá". Entonces, una señora pequeña de rostro agradable que limpiaba el sitio lo mira con dulzura y le dice: "Bueno mijo". Era su madre, y todos los fines de semana le ayuda a Juan, limpia las mesas y le colabora llevando las cuentas. -¿La música?, "no me incomoda" -dijo-, "ya me acostumbré. Además, hay que apoyar al muchacho". En la barra, todo tipo de trago desde vino moskato hasta whisky, el símbolo nazi tachado y en una esquina, otro reloj, esta vez, de millonarios, porque Juan es fiel hincha de este equipo.

Andrés Montilla compra la música en Rollingdisc, un lugar que queda en el centro comercial Vía Libre, sobre la avenida 19 en Bogotá, música para metaleros de todos los estilos, unas cuantas camisetas negras con los nombres de grupos como 'Helloween', que pertenece al estilo speed metal, unas gorras, también todas negras, casetes, LP y unos muñecos del tamaño de la Barbie que son la viva imagen de los integrantes del grupo Kiss, vestidos de negro, las caras pintadas y una lengua que tiene metros de largo. Gonzalo Valencia, el administrador, de apariencia seria y con aires de padre de familia, conoce a la perfección los grupos de metal más populares, también los que no lo son; los europeos, los gringos y por supuesto, los colombianos que como él dice, tienen una gran acogida, a tal punto que el CD más vendido en los dos últimos meses pertenece al grupo colombiano Masacre, de death metal. También vende mucho los demos en casete, grupos underground admirados por los metaleros. Las boletas para los conciertos son apetecidas. Juana llevó por 45.000 pesitos la boleta para el concierto del grupo Behemoth, que se llevará a cabo en un bar de la carrera séptima.

Cincuenta metaleros al día visitan la tienda de discos. Gonzalo debe estar al tanto de las últimas producciones y los grupos nuevos, pues de esto dependen las ventas. En la esquina del lugar yace una compilación de salsa vieja. -¿Y eso? "Salsita, para la gente común y corriente, pero también he logrado despertar la curiosidad de algunos metaleros", respondió en son de burla. Luego entra Víctor, un cliente que lleva una cola de caballo hasta la cintura. Se pude ver el pelo que alguna vez fue negro entre sus canas; pantalón entubado y chaqueta de cuero negra. Se trata de aquellos metaleros entraditos en años que conservan la pinta y la onda ochentera, dijo ser aficionado al heavy metal, y detesta esos grupos de agrro-metal, neo-metal o new-metal que para él degeneran el estilo, como Korn, Antrax, Limp Bizkit: "Son una porquería, le meten rap y sonidos electrónicos a un estilo que en esencia se aleja de eso, qué chanda".

Mientras tanto, mi primo Carlos, de décimo grado a sus 16 años, se considera metalero y sus grupos favoritos son Korn, Deftone, Limp Bizkit, Soulfly, Staind, Papa Roach, entre otros. Todos son grupos considerados neo metal, estilo que se proyecta desde 1993 con el grupo Korn. Lo más interesante para Carlos y sus amigos del colegio son las voces. Ellos opinan que "el rap es estupendo y las letras, bacanas". Así, millonarias ventas, éxito mundial, rotación en cadenas musicales acompañan a estos grupos. Carlos ha crecido con la influencia de estas bandas, admira sus atuendos, el estilo de vida que llevan y las letras de las canciones que van en contra de la sociedad.

"Eso es un video, el lema de los metaleros es sexo, drogas y rock and roll, esto va acompañado de la libertad o libertinaje, no sé, pero en este ambiente es muy normal que yo me parche una nena, luego mis amigos también. Es fácil cuando las nenas están llevadas, ellas siempre quieren", piensa Sergio, un metalero de la Tadeo que con 22 años está a punto de graduarse de diseñador industrial; su amigo Henry, también metalero, trabaja en Tránsito y Transporte de Bogotá. Ahora debe llevar el pelo corto: "No me importa el pelo, la música la llevo dentro -dice-, es una forma de pensar que tendré siempre; quisiera seguir vistiéndome igual pero hay que vivir, estamos en un mundo, y nos guste o no hay que habituarse". Sergio dice que hay cosas tesas, por ejemplo, hay gente a la que le gusta secuestrar, torturar y matar personas frente a la cámara, hacer staff, pero es de locos metaleros o no metaleros. Algunos de black metal chupan viejas porque se creen vampiros. Conozco manes que se han metido al cementerio central a sacar cráneos, a unos que les gusta el gore metal".

Andrés llega cansado a su casa, son las 11 de la noche, "qué mamera coger mierda todo el día", dice. Andrés estudia bacteriología, espera graduarse pronto de la universidad y especializarse en España. "Deje la lonchera quieta", le grita a Laura, su hermanita, que juega con los instrumentos de laboratorio. El metalero quiere ayudarla para que pueda entrar a la universidad. Antes de acostarse reza el Padre Nuestro y cuando se emborracha con su papá oye Julio Jaramillo, se sabe todas las canciones como la que dice: ". Si yo muero primero, es tu promesa, sobre mi cadáver dejar caer." y la de "Licor, grato licor, eres el dios en mi dolor", canciones de despecho se ríe, por su amor frustrado por Sara, de protagonistas de novela. Los fines de semana, cuando hay conciertos de cualquier grupo en Bogotá, Andrés, el metalero, asociado por muchos a la maldad, violencia y muerte, es 'fuerza de paz', es decir, colabora a mantener el orden y la seguridad en los espectáculos, siempre lleva una camisa negra que en letras blancas dice: "Quiero la paz para Colombia".