Home

On Line

Artículo

Panorámica del puerto de Buenaventura por donde pasa el 60 por ciento de la carga que llega a Colombia.

Martes 29 de agosto de 2006

“¡Pobre puerto del mar, mi Buenaventura!”

El nuevo derrumbe que tapona la vía a Buenaventura es un eslabón más en la cadena de desgracias, abandono y desidia estatal a que está sometido el principal puerto de Colombia sobre el Pacífico

FABIO POSADA
29 de agosto de 2006

Desde el aire aún es posible pensar en las imágenes que inspiraron a Petronio Álvarez para escribir esa poética canción dedicada a este puerto sobre el Pacífico: “Bello puerto del mar, mí Buenaventura, donde se aspira siempre la brisa pura. Eres puerto precioso circundado por el mar...”.

Sin embargo, ya en tierra el sopor, el hacinamiento, la pobreza aquí y allá y la infinita cantidad de camiones abriéndose un hueco para tratar de sacar los miles de contenedores acumulados obligan a olvidar la poesía y a sentenciar que sí no se toman soluciones urgentes este es un polvorín a punto de estallar.

Un deslizamiento de piedras y lodo ocurrido en la noche de este lunes y que según el Instituto Nacional de Vías, Invías, es de grandes dimensiones, obstruye el paso de vehículos hacia el principal puerto marítimo sobre el Pacífico, distante 120 kilómetros de Cali, es el nuevo problema que hoy se enfrenta aquí. Una semana calculan los técnicos de esta entidad, que demorarán las labores para restablecer el flujo vehicular. Pero ni este nuevo alud, que hasta ahora no ha dejado víctimas mortales, sirve para ocultar la grave crisis que tiene al borde del colapso a Buenaventura.

Mientras el trancón en la vetusta vía al Pacífico crece a medida que pasan las horas, el gobierno nacional parece darle la espalda al único puerto que tiene sobre este océano, considerado una mina de oro por expertos económicos, ya que a través de sus aguas transita la revolución comercial del siglo XXI, gracias a la expansión asiática. Olvidar a Buenaventura es dejar pasar oportunidades para el desarrollo y desaprovechar la opción de excelentes negocios para fortalecer la economía nacional.

Lo más grave ahora es que la carretera estará cerrada una semana más, de ahí que Víctor Julio González, gerente de la Sociedad Portuaria, prendiera las alarmas por la gigantesca congestión que tiene al puerto a punto de ser descartado por las grandes navieras internacionales. La capacidad máxima de almacenaje en Buenaventura son 9.000 contenedores, pero esta ha sido superada en exceso y hoy, 13.500 reposan en sus instalaciones y en otras zonas de la ciudad que han sido adecuadas como bodegas ante la emergencia.

Los problemas del puerto de Buenaventura están sobre diagnosticados. El primero es la carretera que lo comunica con el interior del país. Ante los constantes derrumbes y la tragedia de Semana Santa, el ministro de Transporte, Andrés Uriel Gallego se comprometió en la construcción de la doble calzada y dijo que se avanzaría a un ritmo de 10 kilómetros por año, necesitando 12 años para terminarla. Parece que el ministro no ve que las necesidades no dan tanto tiempo.
 
El otro problema de la carretera es su mantenimiento. Es increíble que una vía por donde transitan a diario 1.500 camiones y cientos de automóviles, dejando en el peaje más de 15.000 millones de pesos anuales, se encuentre en tan deplorable estado. Si el gobierno fuera eficaz al manejar estos recursos, podría descongestionar la vía y los camiones harían este trayecto en dos horas y no en las cuatro y cinco que se toman hoy en día, lo cual ha hecho que muchos transportadores hayan dejado de operar por esta carretera.

Los otros dos temas prioritarios son la concesión portuaria y el dragado del canal de acceso. El actual concesionario es la Sociedad Portuaria de Buenaventura, cuyo contrato se vence en siete años, desde hace uno y medio pidió una prórroga para poder invertir 150 millones de dólares y ampliar la capacidad del puerto, pasando de 9 millones de toneladas de carga movilizada a 15 millones de toneladas al año. Si el gobierno no extiende la concesión, la inversión no se podrá realizar. El ministro Gallego quiere condicionar esta prórroga a que la Sociedad Portuaria lleve a cabo los trabajos de dragado, que tienen un costo que oscila entre los 50 y los 70 millones de dólares. Aunque según la ley, cuando los puertos fueron privatizados, la Nación se hizo responsable por el dragado de canales de acceso.

El nudo en Buenaventura cada vez está más tenso. Las soluciones para los temas prioritarios no avanzan, sin mencionar el tema social, donde la deuda de la Nación es de incalculables proporciones. Finaliza el 2006 y los cálculos sitúan el aumento del comercio exterior en un 26 por ciento, además, el país deberá enfrentar los retos del TLC. ¿Cómo hacerlo cuando la poca infraestructura que tiene anda a la deriva?