Home

Opinión

Artículo

Pablo Federico Przychodny JARAMILO Columna Semana

Opinión

Abajo el mal gobierno

Resumir lo que va de este gobierno, no es tan complicado, pues la verdad es que los logros han sido pocos y los pendientes muchos; el cambio prometido aún se mantiene esquivo para quienes se ilusionaron con la llegada de Petro a la Casa de Nariño.

Brigadier general (r) Pablo Federico Przychodny Jaramillo
6 de agosto de 2024

En la mañana del 20 de julio de 1810, el pueblo (representado por criollos y españoles), reunido en la Plaza Mayor de Santafé, asistía al tradicional día de mercado. La coyuntura dada por la visita del Comisionado Regio, Antonio Villavicencio, fue la piedra angular sobre la cual se canalizó el descontento de los neogranadinos que, unidos en el grito de “Queremos junta, viva el cabildo, abajo el mal gobierno”, dieron inicio a todo un proceso que finalizó el 7 de agosto de 1819, fecha que se conmemora en toda la patria, como el día de la batalla del puente de Boyacá; en esta misma fecha, se cumple el segundo año del periodo 2022-2026 Petro, presidente de todos los colombianos, aunque se empeñe en no entenderlo de esa manera y así no le guste que tenga fecha de terminación.

Gustavo Petro Urrego tomó posesión de la más alta magistratura del Estado, después de más de tres décadas de vida pública, caracterizada por sus denuncias de corrupción en la función pública y del paramilitarismo y sus nexos con la política, vendiendo la idea de “no país”, el más desigual del planeta tierra, el más empobrecido, el de peor educación, el de peor economía y el más triste del mundo. La promesa de cambio, basado en la pobre percepción de país, fue la plataforma para convencer a una joven audiencia y para motivar a los tradicionales hombres y mujeres que durante muchos años estuvieron militando en los sectores de la izquierda nacional, muchos de ellos miembros de grupos ilegales y algunos frustrados por los desaciertos de la política tradicional; todos ellos vieron en Petro, la esperanza de ver materializados los sueños de la lucha popular. Por fin la izquierda había llegado al poder.

Resumir lo que va de este gobierno, no es tan complicado, pues la verdad es que los logros han sido pocos y los pendientes muchos; el cambio prometido aún se mantiene esquivo para quienes se ilusionaron con la llegada de Petro a la Casa de Nariño. Según la última encuesta de la firma Invamer, solo el 28 % de los encuestados percibe un cambio positivo, mientras que el 33.6 % percibe que es negativo, esto se suma a otro 36 % que no observa ninguno, lo que es congruente con casi el 70 % de desfavorabilidad general en su gestión de gobierno. Lo anterior contrasta muy abiertamente con el discurso dado por el mandatario en la instalación de las sesiones ordinarias del congreso el pasado 20 de julio, en el que describió un país alejado de la realidad que viven los colombianos en los territorios.

Los seguidores del mandatario, aplaudieron por días, su gesto de “humildad” al pedir perdón y reconocer su responsabilidad política por haber nombrado a Olmedo López en la dirección de la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo, entidad golpeada por la corrupción, caso al que aún no se le ha dado su real alcance. Al cierre de los dos años y con dos “purgas” ministeriales, se le reconoce el mantener en la agenda la crisis climática, paradójicamente en contraste con su pobre gestión en ese tema; se le reconoce su esfuerzo por la distribución de tierras dentro de la intención de cumplir con lo acordado en La Habana y restituir las que fueron arrebatadas a sus dueños.

Se aplaude el incremento de la partida de alimentación de los soldados, en un porcentaje mayor al realizado en otros gobiernos, así como el aumento en su bonificación, lo que sin lugar a dudas en algo va a motivar a que los jóvenes presten el servicio militar, mitigando así la crisis en las incorporaciones causada por la eliminación de la obligatoriedad de prestarlo, impulsada desde la bancada de gobierno.

Destacable, el trabajo del ministerio de las TICS, el cual es el único que ha mostrado resultados tangibles en su gestión, con un alcance de más del 90 %. Todos los logros del mandatario, han sido parciales y selectivos, pues apuntan a un sector de la población, pero no ha mostrado alguna realización que impacte positivamente a todo el universo de los colombianos. Se destaca, con mucha reserva, las cifras positivas presentadas por el gobierno en cuanto al incremento del turismo, frente al deterioro general en la seguridad en casi todo el territorio nacional y la crisis del sector en la isla de San Andrés. En este mismo sentido, es destacable el más de un millón de colombianos que ha salido de la pobreza monetaria extrema, lo que es congruente con el aumento en los recursos destinados a los programas asistenciales como los de adulto mayor, que fueron finalmente incorporados en la reforma pensional que se aprobó sin ser debatida en la Cámara de Representantes.

En estos dos años de gobierno queda en rojo con la paz total, la cual ha sido un compendio de improvisaciones, que ha permitido la pérdida del control territorial de muchas zonas del país, por parte de las fuerzas del Estado, facilitando, además, el fortalecimiento de las organizaciones terroristas y delincuenciales, así como su posicionamiento muy cerca de las poblaciones desde donde extorsionan y secuestran. Es evidente la reducción en la capacidad operativa de las fuerzas militares; la prohibición de bombardear campamentos abrió un escenario propicio para el reclutamiento de menores, fenómeno que se disparó por parte de todas las organizaciones armadas, para usarlos como escudo y evitar así el accionar de los medios aéreos.

Este gobierno sigue en deuda con la inversión. Viene acumulando la más baja ejecución en la historia del país, impactando negativamente en el desarrollo nacional, en las fuentes de trabajo y en la economía de las regiones. El ministerio de la igualdad sigue demostrando ser un ente burocrático e innecesario, pues no se conoce un solo proyecto que contribuya, pobremente, a mostrar algún resultado. Se resalta el incremento desmedido de los gastos de funcionamiento del Estado, lo que se hace más crítico cuando se crean cargos y se ajustan los manuales de funciones para facilitar incorporación a la nómina estatal a los amigos del gobierno, sin importar experiencia e idoneidad, aspecto que palpable, de una manera aberrante, en la Cancillería, donde se abren embajadas y consulados, para acomodarlos y así pagar favores políticos.

Los escándalos han sido parte de la dinámica cotidiana durante estos dos años y la deuda con la verdad es evidente. Las aparentes actividades de financiamiento ilegal de la campaña donde el hijo del mandatario, Nicolás Petro, está involucrado; los contactos relacionados con el pacto de la picota del hermano del presidente, Fernando Petro; las maletas con dineros de Laura Sarabia; los quince mil millones de pesos de Benedetti; el maletín con dinero de Roy; las denuncias por coimas a los presidentes de senado y cámara, para aprobar las intenciones del gobierno, pagadas con recursos de la UNGR, los que se suman a los enviados a las regiones para que vía contratos se paguen favores, algunos con el aparente patrocino del ministro de hacienda. Tampoco podemos olvidar las denuncias por irregularidades en la compra de tierras por parte de la Unidad de Restitución, así como las chuzadas a funcionarios y a la oposición.

El saldo en rojo más alto es con el consenso y la unidad nacional, pues su discurso cada vez se hace más agresivo en la medida que su mal gobierno se hace más evidente, radicaliza su narrativa en contra de los medios, en contra de los empresarios y en contra de todos aquellos que no piensan como él. Las estadísticas muestran que Gustavo Petro tiene una tendencia decreciente en la fidelidad de ese 30 % de los colombianos, que creyeron en él y que tratan de mantenerse firmes pese a lo palpable de su mala gestión; Petro sabe cómo hablarles, conoce como piensan y lo que esperan. Esa es su mayor virtud.

Gustavo Petro en estos dos años de gobierno nos ha demostrado que pudo haber seguido siendo un buen senador, pues no es un buen administrador del Estado, despues de todo, ha hecho un mal gobierno. Se ha visto que excelentes subgerentes, han quebrado las empresas cuando llegan a la gerencia, como bien se considera en el principio de Peter: ”En una jerarquía, todo empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia: la nata sube hasta cortarse”. Colombia esperaba más de él, si se considera que llevaba más de 30 años de vida pública. Creíamos que tenía propuestas estructuradas, estudiadas y un equipo humano competente para impulsarlas y materializarlas. La reforma tributaria, la misma por la cual incendiaron al país por meses, se le aprobó sin romper un vidrio y resulto ser improvisada, insuficiente y nos tiene ad portas de una nueva, para cubrir la ligereza de la primera.

En lo que le resta del periodo de gobierno, no es mucho lo que pueda lograr. El 2026 es un año electoral y el aparato legislativo se vuelca a las regiones a impulsar campañas, propias y ajenas. En esta legislatura, que va hasta el año 2025, se tratará de impulsar las reformas que hasta el momento no han sido aprobadas, se insistirá en la paz total y veremos como los procesos judiciales y administrativos que tengan relación con este gobierno se congelan o se cierran. Veremos al presidente viajando al exterior, rompiendo el récord del que más lo ha hecho en la historia del país; lo veremos asistiendo a palacios y banquetes, a esos que no le gustan. Lo veremos seguir en la defensa de Palestina y complaciente con los regímenes de Cuba, Nicaragua y Venezuela.

Los dos años que faltan nos llevan a un escenario donde la constituyente será el actor principal, pues seguirán insistiendo con que un periodo no es suficiente para generar el cambio prometido: Así Petro diga que no le gusta el poder, la verdad es que es adicto a él y buscará la manera de seguir en el gobierno, ya están trabajando en ello. Los colombianos, el casi 70 % que mira su gestión de manera desfavorable, tendremos que decir en las urnas, así como lo hicieran ese 20 de julio de 1810, “abajo el mal gobierno”.

Noticias Destacadas