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Allá en La Haya

Colombia se ha acostumbrado a conocer el nombre de los gatilleros pero casi nunca los nombres y apellidos de los que pagan por matar.

Yezid Arteta
4 de abril de 2019

El que dispara es un gatillero que vive del oficio de matar. Mata y cobra. Le importa un rábano lo que hace la persona que va a recibir sus balazos. Sólo debe asegurarse de que “el blanco" quede bien muerto para poder cobrar. Gatilleros hay por todo el mundo. En las películas y series de gángsteres los gatilleros matan sin piedad. En Colombia abundan los gatilleros. Es una profesión. En los últimos años se han especializado en matar a lideres sociales.

El que paga por matar lo hace a conciencia. Primero sus negocios y después la vida ajena. No mata por pasión. Mata por lógica. La lógica de sus negocios. Sus crímenes son de lógica, como lo expuso Albert Camus en El hombre rebelde. En Colombia hay políticos, inversores y latifundistas que no dudan en pagar a un gatillero para que mate a un líder social que se atraviesa en sus negocios. Negocios sucios como el saqueo de las arcas del Estado, la contratación pública amañada o el despojo de tierras.

Jorge Jaramillo, gatillero confeso, fue condenado a 17 años de prisión por matar a Temístocles Machado, valioso líder social de las negritudes del Pacifico. Lo que no se sabe es quién o quiénes pagaron a Jaramillo para que matara a Machado. Colombia se ha acostumbrado a conocer el nombre de los gatilleros pero casi nunca los nombres y apellidos de los que pagan por matar. Así pasó durante la sistemática matanza de lideres políticos del partido liderado por el magistrado Jaime Pardo Leal: Unión Patriótica.

La cifra de lideres sociales asesinados en Colombia en los últimos años varia de acuerdo a la fuente. Todas las fuentes coinciden en que son muchos. Muchísimos para un país que reclama democracia a sus vecinos pero que en su territorio se matonea a los opositores y se dispara contra los manifestantes. La cifra de impunidad también varia de acuerdo a la fuente. A veces capturan a un gatillero como Jorge Jaramillo pero nunca a un pez gordo. Los peces gordos que señalan con el dedo al líder social que será cosido a balas. En lenguaje universal eso se llama impunidad.

Impunidad. Contra la impunidad que campea a sus anchas en Colombia se está moviendo la pelota en Europa y Norteamérica. Cientos de colombianos y colombianas se juntarán hoy 5 de abril en las puertas de la Embajada de su país en La Haya y recorrerán las calles de la ciudad hasta llegar a la sede de la Corte Penal Internacional (CPI). Llega gente a pie desde París. En buses desde Suiza. Colombianos y colombianas de mas de diez países recalan en La Haya. Arriban en trenes, autobuses, barcos, bicicletas automóviles, patinetas y sillas de ruedas. Quieren explicar ante la CPI lo que está pasando con los lideres sociales y los acuerdos de paz.

El gobierno colombiano tiene dos asignaturas pendientes en materia de justicia: esclarecimiento de los asesinatos de los lideres sociales y pleno funcionamiento de la Jurisdicción Especial de Paz (JEP). Colombia no es un islote separado del mundo en el que los gobernantes pueden hacer lo que les venga en gana con los tratados internacionales. El gobierno se equivoca al restar importancia al asesinato de los lideres sociales y obstaculizar la andadura de la JEP.

“El peor crimen que se puede cometer es el de matar a los muertos y desparecerlos para siempre”, sentenció el patriarca del clan Puccio.

* Escritor y analista político

En Twitter: @Yezid_Ar_D

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