Home

Opinión

Artículo

OPINIÓN

Frío, tibio, caliente

Las estructuras de los partidos políticos “tibios” han saltado por los aires. Son partidos en extinción. No los votan.

Yezid Arteta, Yezid Arteta
16 de enero de 2019

Charles Chaplin, Cantinflas, Louis de Funès, Benny Hill, Chespirito, Jerry Lewis, entre los que recuerdo, hicieron historia. Comediantes que hicieron reír a multitudes. Obreros que volvían a sus casas luego de una invariable jornada de explotación, encontraban en la gracia de estos humoristas el paliativo a su maltrecha existencia. La cultura popular es la materia prima para hacer reír. El humorista, mediante el ingenio, toma lo popular y lo vuelve universal. Esto diferencia al humorista del payaso y el cuentachistes.  

Jaime Garzón, hasta el momento, es el único comediante que ha tenido Colombia. Sus personajes encajaban dentro y fuera del sistema. Su ingenio rompió las barreras regionales. Heriberto de la Calle, el embolador o limpiabotas que guardaba semejanza con el personaje del Bolero de Raquel de Cantinflas, era reconocible por cualquier habitante de Colombia. Un oficio de proletarios ganó notoriedad. Heriberto de la Calle, un marginal desdentado que sobrevive en los extramuros del sistema, cuestiona desde abajo a una élite pretenciosa que no le ha traído nada bueno al país. Jaime Garzón fue asesinado por hacer reír y pensar a la gente. Muerto el humorista quedan los payasos y cuentachistes.       

Daniel Samper Ospina comenzó el año 19 contando un chiste: “Soy tibio”. Este chiste traducido en la política de hoy es estar en ninguna parte. Son los derrotados que todavía sueñan con un idílico mundo de besos y abrazos en sociedades hiperindividualizadas, sometidas al imperio de las redes sociales y crecientemente violentas. Las estructuras de los partidos políticos “tibios” han saltado por los aires. Son partidos en extinción. No los votan. Los electores les han dado la espalda porque los responsabilizan de no haber hecho nada cuando se destruían puestos de trabajo y la especulación financiera devaluaba la vida de los trabajadores. Los consideran parte del sistema que los ha ninguneado.

La tibieza de la socialdemocracia en Europa fue su condena y extinción. Acabada en Francia, Italia y Grecia. Mermada en Alemania. Derrotada en Austria. Sorprendida en Suecia y Noruega. Sobreviviendo a duras penas en España. Sostenida en Portugal por fuerzas alternativas y comunistas. En los Estados Unidos, Donald Trump le hizo ver a los Clinton que no está bien echarse sobre un tibio sofá cuando a millones de norteamericanos el frío los pone rabiosos. No se puede ser tibio en política cuando el Contrato Social, el Estado de Bienestar o el New Deal (Nuevo Trato) han saltado por los aires, condenando a miles de millones de terrícolas a consumir baratijas y comida basura.

Tal como están las cosas en Colombia no cabe deshojar margaritas, esconder un objeto para que otro lo busque o hervir un huevo. Hay situaciones tan aberrantes en las que solo caben respuestas frías o calientes. El asesinato de líderes sociales y ambientalistas, el affaire Odebrecht, el incremento de los homicidios, el desastre de Hidroituango, la producción de cocaína, el rearme territorial, la ausencia de gobierno, la subasta de los cargos diplomáticos, el incremento de la delincuencia y alguna otra cosa más, solo podrán abordarse mediante un giro político. Un giro. No un amague.

No es el tiempo de la tibieza. Es el tiempo de la llama. De los corazones vibrantes. De la acción. Los muertos están al pie del muro. Cada batalla. Cada traición. Cada riesgo. Cada pelea. Cada sacrificio. Todo por el trono. ¿Les suena?

Yezid Arteta Dávila

* Escritor y analista político

En Twitter: @Yezid_Ar_D

Blog: En el puente: a las seis es la cita

Noticias Destacadas